Hoy algunas portadas vuelven a elegir bando —el mismo de siempre. Son muy dueños y muy libres, naturalmente. La Vanguardia y Ara llevan títulos perfectamente intercambiables, en lo que dan voz a una de las partes afectadas por los "disturbios" (La Vanguardia) o "el caso Hasél" (Ara). Quien se beneficia de forma directa de la presencia única y exclusiva en portada son las patronales —denominadas "las empresas" y "los empresarios", respectivamente, que queda más serio— y, de forma indirecta, la policía para la que se reclama más apoyo. La Vanguardia especifica que se trata de la representación "del 23% del PIB de Catalunya" la que exige "responsabilidades políticas". Es una manera de entender y razonar la representatividad política que tiene un aroma corporativista —familia, municipio, sindicato— y se escucha como una amenaza. Seguramente es un lapsus provocado por la prisa —o quizás la imaginación malintencionada del comentarista.

El perjudicado directo de estas portadas es el Govern, en concreto los dos partidos que lo componen, especialmente Junts, al que se asocia al conseller de Interior, Miquel Sàmper. Indirectamente, sin embargo, los perjudicados son otros. El efecto de estas portadas es esconder las raíces de la protesta y reducirla a los disturbios y saqueos de una minoría violenta, a un problema de orden público de solución estrictamente policial. El culpable, según esta narrativa, es un Govern incompetente y dividido que no sabe "gestionar la violencia" —así dice El País— ni apoyar a los Mossos, etcétera. Todo el resto del fenómeno se describe y presenta como el afán primitivo de destrucción al que se abandonan jóvenes demasiado sentimentales, narcisistas maleducados, nihilistas perezosos que no aceptan responsabilidades y exigen una vida fácil a cargo de los impuestos de todos, etcétera.

Al menos la portada de El Periódico añade otra mirada (y la mejor foto), quizás más precisa: "Episodios violentos aislados", dice el título.

Hoy ha caído en Twitter un ejemplo fabuloso de lo que las portadas de diario nunca acaban de explicar —que es el argumento que desde hace unos dias se remarca aquí. Es el caso de Fèlix Colomer, documentalista sabadellense, director de la docuserie Vitals. Una historia humana (en HBO) sobre "la lucha conjunta contra la covid-19 de pacientes, sanitarios y sus familias". Colomer se presentó ayer domingo por la noche en la manifestación con una pancarta que decía: "Nos habéis enseñado que ser pacíficos es inútil", un lema de las protestas prodemocráticas en Hong-Kong. Allí pidió a un joven desconocido que le ayudara a sostenerla y se han plantado pacíficamente en medio de la Via Laietana, entre la policia y los manifestantes. ¿Cómo han acabado? Aquí debajo tienes los tuits centrales de esta historia, una cara de las protestas que los diarios no presentan porque relativiza su narrativa simplista de las bullangas de la semana pasada. Ya lo dice la canción de Chico Buarque: a dor da gente não sai no jornal.

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EPC

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