Lo que tuvieron Marta Madrenas y Carles Puigdemont fue un “amor a primera vista”, según confiesa la futura alcaldesa de Girona. Se conocieron quince días antes de que se anunciaran las listas para las elecciones del 2011. Fue un amigo común que insistía en que se tenían que encontrar. Los reunió y los dejó solos en su despacho y, al acabar una conversación larguísima, Puigdemont le propuso que se incorporara a su candidatura.

"Yo siempre había dicho: cuando acabe Carles, yo acabo con él. Yo soy un proyecto de él y voy con él. Como un pack”, asegura Madrenas en una conversación con El Nacional en su despacho como concejala de urbanismo en el consistorio gerundense.

El lunes se supo que Albert Ballesta, el actual alcalde, que sustituyó Puigdemont cuando este asumió la presidencia de la Generalitat, renuncia al cargo, y que Madrenas lo sustituirá en un gobierno pactado con el PSC.

La futura alcaldesa no quiere hacer entrevistas. Es bien consciente de los errores que ha cometido el grupo municipal los últimos días y no piensa repetirlos. No habrá margen para patinazos. No hasta que pase la investidura.

El despacho de la concejala de urbanismo es muy pequeño. Está en la segunda planta del consistorio. Una mesa de trabajo y una mesa redonda para reuniones, metidas en un espacio minúsculo. La inmensa vista aérea de la ciudad que tapiza la pared transmite la sensación de aire. Nada más, la sensación.

Desde dentro se oyen las conversaciones de la calle y de despachos vecinos. Algunos coches. Las campanas de la catedral. La misma catedral que Juego de Tronos proyectaba ayer al mundo con el tráiler de la sexta temporada, que ha rodado en la ciudad.

Marta Madrenas habla claro, rápido y es directa. Quizás por eso prefiere no hacer entrevistas. De momento. No se ahorra los reproches a la oposición. “La ciudad no se merece una oposición desleal. La ciudad, el buen gobierno. Nosotros nos lo podemos tragar todo, pero la ciudad no se lo merece. Y lo estaban haciendo”, lamenta.

Gesticula mucho. Más todavía para enfatizar el desengaño con la oposición. En particular con Esquerra. "No me lo puedo explicar –asegura–. Estamos decepcionados porque confiábamos. Y nosotros sí que hemos sido muy leales. Queríamos y hacíamos el posible por este pacto". Pero ellos no han "querido”, reprocha.

Tampoco era posible el acuerdo con la CUP. “La CUP es la CUP”, resume con resignación.

Poco a poco, el abanico se ha ido cerrando. El último fiasco ha sido con PP y Ciutadans. El paso atrás de la formación de Albert Rivera en el pleno para la aprobación del cartapacio municipal propinó a Ballesta un revés insoportable del cual no se ha conseguido rehacer. A partir de aquí, el alcalde y la cúpula de CDC cerraron el pacto con el PSC.

¿Cómo se come eso, cuando Girona forma parte de la Asociación de Municipios para la Independencia y el PSOE en Madrid rechaza los votos de CDC y ERC porque no acepta hablar de referéndum? “Está claro que no renunciaremos nunca a formar parte del AMI. Nunca. Con la composición que tenemos en el Ayuntamiento, 18 de los 25 concejales somos independentistas. Nosotros no retrocederemos”, garantiza.

La alcaldesa no esconde su entusiasmo ante el independentismo –“mucho y mucho y mucho, exageradamente, a veces”–. Es más, asegura que, por esta razón, no se había planteado formar parte de CDC antes de conocer Puigdemont. Todo cambió en septiembre del 2013, cuando escuchó a Artur Mas expresando públicamente su compromiso con el procés. Se afilió al día siguiente, y Puigdemont fue uno de sus avaladores.

Madrenas asegura que nunca se ha cuestionado la confianza que el anterior alcalde y hoy president de la Generalitat tiene en ella. Que entendió la decisión de situar por delante a Ballesta, aunque como número 19 de la lista ni siquiera estaba en el consistorio. “Nunca he dudado de falta de apoyo ni del president ni del partido. Es más, siempre se ha visto que he sido su persona de confianza durante el tiempo que ha estado aquí”, subraya.

Con la misma contundencia defiende la lógica de situarla a ella al frente del consistorio una vez ha tenido que marchar Ballesta. “Lo que hay a partir de ahora no necesita más explicación. Yo era la siguiente de la lista. Y punto”, explica.

¿Lo han encajado satisfactoriamente en su grupo municipal, que integran CDC y Demòcrates? “Bien. En eso están...”

Según su opinión, la decisión incorpora un elemento de sorpresa porque todo el mundo era consciente de que, por voluntad propia, ella nunca habría dado este paso. Fue el alcalde Ballesta quien la citó a una reunión el lunes por la mañana para comunicarle que renunciaba y le propuso que asumiera la vara de alcalde. Aquella misma noche conversó con Puigdemont. El tema se llevó con máxima discreción.

Madrenas considera “brutal e injusto” el trato que ha recibido Ballesta desde que desembarcó en el Ayuntamiento. “Me dijo que no es por falta de valentía que se marcha, sino que es un gesto por hacer que los focos no continuen sobre Girona. Si él ha sido valiente. Yo también lo seré", asegura.

Por la calle, la gente la para a saludarla. Para desearle suerte. Lo agradece. Reparte sonrisas. Se entretiene en conversar. No esconde que le gusta este contacto directo. Que le hace ilusión –“un honor y un orgullo total”– coger la alcaldía, aunque la perspectiva de dedicarse a la política no estaba hace pocos años en su hoja de ruta profesional.

Gerundense militante, abogada, tiene dos hijos de 14 y 12 años, un exmarido con quien mantiene una relación excelente y al cual reconoce imprescindible para poder conciliar su actividad en el consistorio y la vida familiar. Y un compañero periodista en Barcelona.

Convergència tiene un "problema" si con su designación piensa que ya ha atado a la candidata para los próximos años. "Yo creo en las primarias. Y creo que tienen que ser el máximo de abiertas posibles para encontrar al mejor candidato posible. Y es lo que defenderé", garantiza. Pero de momento, el Juego de Tronos parece que se interrumpe en Girona.