El voto de los ciudadanos residentes en el exterior es uno de los puntos negros en cada convocatoria electoral. Si habitualmente las dificultades para ejercer el derecho desde el extranjero ya son enormes, este año el coronavirus ha añadido todavía más dificultades. Sólo han votado al 4,2% de los electores en el extranjero en las últimas elecciones catalanas, y el dato más preocupante es que de estos sólo el 64% ha podido completar el proceso y, por lo tanto, hacer efectivo el voto.

Cambiar las trabas y el sistema arcaico existentes para participar en los comicios desde fuera de Catalunya es una gran reivindicación que hace años que dura y que se ha agravado después de que se hicieran públicos los devastadores datos del 14-F. Por eso este jueves la Assemblea Nacional Catalana ha destacado la necesidad de crear un modelo que garantice esta práctica. La entidad ha denunciado las "irregularidades" del sistema y lo ha calificado de "inaceptable".

En esta misma línea se ha pronunciado la candidata de Junts per Catalunya, Laura Borràs, que ha denunciado la "vergüenza democrática" que eso supone para España.

¿Por qué pasa eso?

Dado que Catalunya no dispone de una ley electoral propia, no cuenta con una Junta Electoral Central propia que tenga la obligación de agregar y centralizar los datos por países de procedencia del voto, y por tanto no se garantiza que todos los votos desde el exterior sean contabilizados y menos en un año marcado por la pandemia mundial de la Covid. De esta manera, miles de personas ven vulnerado su derecho al voto.

Las pocas esperanzas de que el voto llegue y las infinitas trabas burocráticas hacen que cada vez sean menos los catalanes extranjeros que lo soliciten. En estos comicios podían votar 255.087 electores residentes en el extranjero que están inscritos en el CERA y finalmente sólo lo han hecho unos 10.000. En las elecciones al Parlament del 2017, de 226.381 personas inscritas en el CERA se recibieron 42.014 solicitudes de voto, y finalmente se contabilizaron 27.231.