Las portadas de hoy sustancian la crisis, guerra o lío de los lazos amarillos en una persona, el president Quim Torra, que se las tendrá que ver con la fiscalía y los Mossos. Al margen de las calificaciones que merezca la decisión de la Junta Electoral Central, hay en todo este asunto un ruido de fondo que sólo El País acierta a apuntar en su título. Si para el independentismo era tan crucial mantener a la Generalitat y por este motivo se saltaron su gran promesa de restituir el "Govern legítimo" y de investir Carles Puigdemont ¿cómo es que ahora se juegan la inhabilitación del presidente Torra —el "Govern efectivo"— por una pancarta o unos lazos? Es una pregunta que ningún diario aborda. Tanta agresividad e indignación en los titulares para nada, cegados como están en presentar el momento como una pelea de perro y gato donde está en juego la autoridad del Estado o de la Generalitat, sus dignidades, etcétera, con afán de revancha.

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HOY

AHORA

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Otro fenómeno que llama la atención se ve menos en las portadas y más en páginas interiores. La mayoría de diarios compone el relato del juicio escogiendo las respuestas de los agentes de la Guardia Civil en la fiscalía y, en cambio, omiten las contradicciones y discrepancias en que caen a preguntas de las defensas. En muchos casos, además, de la actuación de los abogados de los acusados quedan sólo las protestas y quejas o las riñas del presidente del tribunal, mientras los guardias son retratados como agentes cabales y competentes que, pobres, fueron "acosados" y que año y medio después recuerdan de memoria cifras, datos, hechos y personas.

Hoy —un ejemplo entre un centenar— un diario destaca el aviso de Marchena al abogado Jordi Pina: "No riña al testigo". En cambio, omite la insólita pregunta final del fiscal Javier Zaragoza al declarante: "¿Quiere que le pregunte alguna cosa más?", cosa que ha sorprendido el mismo Marchena. Sólo le ha faltado pedirle qué tal la mujer y los hijos. Una más: aparecen en titulares declaraciones de guardias que acusan a los Mossos de arrastrar los pies y nunca las de los guardias que reconocen su trabajo.

El odio

Buena muestra de todo esto es un titular de portada de El Mundo. Destaca el testimonio de un agente: "No había pacifismo en ningún lado, nunca había visto algo así". Y el subtítulo: "Los guardias relatan el acoso que sufrieron el 1-O". Y lo dice alguien que aquel día avanzaba protegido como un jugador de fútbol americano, con una porra en una mano y un escudo en la otra, y venía en compañía de diez, doce, veinte... compañeros preparados de la misma manera contra gente que tenía muy presente el grito de ¡a por ellos! y sabían que ellos eran ellos mismos.

El título de las crónicas de El País en su web también es elocuente: "El odio de la gente corriente", dice una. "Guardias civiles aseguran que sintieron 'odio' y 'violencia' el 1-O", otra. Qué insistencia ¿verdad? Los periodistas no mencionan en ningún momento los hechos que demostrarían este "odio de la gente corriente", que, según el testimonio de los mismos guardias, son algún escupitajo, el lanzamiento de flores y "de dos a cinco botellas de plástico", y "las caras de odio" de los concentrados que estaban recibiendo leña. Pasa otro tanto cuando los agentes declaran que vieron en el lugar de los hechos a uno u otro responsable político y después las defensas los hacen dudar o les demuestran que no estaban allí. Y así todo.

TV3 utiliza un formato muy interesante para explicarlo. Acompaña el audio de las declaraciones de los agentes con las imágenes de los vídeos del mismo momento que relatan. El efecto es brutal.

Los guardias civiles dirán lo que bien les parezca —solo faltaría—, pero si los diarios sólo explican una parte de sus declaraciones, la que responde a las preguntas de la fiscalía, ¿qué tipo de información ofrecen, si es que se puede llamar así? ¿A qué ese miedo de explicar la sesión completa? La impresión que da es que podan deliberadamente los testimonios para desacreditar lo que todo el mundo vio y muchos registraron, y fabricar así otro relato de los hechos donde los violentos son quienes protegían los puntos de votación con sus manos. ¿Qué explicarán a sus lectores el día que el magistrado Marchena tenga a bien autorizar la visión de los vídeos del 1-O y no puedan escoger los hechos?

El catedrático de derecho procesal de la Universidad de Barcelona Jordi Nieva-Fenoll —nada sospechoso de radical indepe— escribió ayer este tuit:

Pues eso. Alguna cosa parecida se tendrían que replantear muchos periodistas que informan sobre la vista.