La portada engañosa de El País da a entender lo contrario de lo que se desprende de las declaraciones del lehendakari en el Tribunal Supremo. Dice ese diario que el president Puigdemont “frustró la mediación” del lehendakari Íñigo Urkullu. En el texto de su crónica, en cambio, recoge la explicación del lehendakari, que cuenta, limpiamente, que Puigdemont promovió la mediación y buscó el diálogo con Mariano Rajoy sin condicionarlo a un referéndum. Concluye que la renuencia de Mariano Rajoy y su incapacidad para comprometerse acabaron por llevar a un Puigdemont muy presionado por parte de su entorno a cambiar su decisión de ir a las urnas por la de declarar la independencia.

EP

La información de El País sobre la declaración de Urkullu dice literalmente (está extractada y el énfasis añadido):

  • Iñigo Urkullu ha confirmado este jueves (…) lo que a Mariano Rajoy le costó tanto ratificar el día anterior: que entre el 19 de junio y el 26 de octubre de 2017 realizó una labor de “intermediación” [centrada] en dos objetivos (…): evitar que la Generalitat declarara unilateralmente la independencia y que el Ejecutivo central aplicara el 155.
  • El acuerdo estaba hecho el 26 de octubre, pero Puigdemont lo rompió. “Me lo comunicó lamentando que las personas se le estaban rebelando (…)”.
  • Urkullu ha sostenido que vio más ganas de diálogo en Carles Puigdemont que en Rajoy (…).
  • Mientras “Rajoy no tenía una actitud proactiva de encauzar la situación”, “la disposición de Puigdemont a todos los pasos que pudieran darse antes del 1-O fue absoluta”.
  • [Urkullu] ha insistido en que él siempre encontró en Puigdemont una actitud “receptiva”.
  • Su papel de mediador empezó (…) a petición del President. “Me manifestó el bloqueo absoluto en la relación entre el Gobierno y el Govern y me pidió que interviniera para (…) conducirnos a una solución pactada entre ambos gobiernos”.
  • El 4 de octubre (…) tanto el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, la del PSE, Idoia Mendia, (…), como el entonces conseller Santi Vila (…) le llamaron para que se implicara definitivamente como mediador.
  • Una de las conversaciones con Rajoy se produjo el 21 de septiembre, un día después de la concentración ante el Departament d’Economia. El lehendakari (…) fue quien llamó al jefe del Ejecutivo [español]. “Le dije que las cosas no debían seguir de esa manera (…), que esto se estaba yendo de las manos. (…)”.
  • (…) Por sus conversaciones [Urkullu] dedujo que ni Rajoy tenía ganas de aplicar el 155 ni Puigdemont de declarar la independencia unilateral. “En modo alguno tenía deseo de proceder a la DUI”, ha afirmado sobre el expresident, que le pidió “garantías” de que si convocaba elecciones el gobierno español no intervendría la Generalitat, pero no pudo dárselas.
  • En Rajoy, [Urkullu] no encontró una respuesta “concisa” a esa pregunta. “Tenía una actitud renuente a cualquier paso que pudiera interpretarse como que de ese diálogo pudiera derivarse una negociación que traspasara los límites de la Constitución”.
  • En las conversaciones con uno y otro nunca se habló de “un derecho de autodeterminación” ni de que el gobierno español aceptara un referéndum.

Pues con esas declaraciones, la portada de El País hace al president responsable único del desaguisado. Es el único diario que lo retuerce de ese modo. Ni El Mundo, que no oculta su animadversión al procés y a Puigdemont, llega a tanto. Titula: “Urkullu declara que Puigdemont le encargó parar el 155 de Rajoy”. Aunque omite que el “encargo” era facilitar un acuerdo cuya contrapartida sería convocar elecciones autonómicas no hace decir al lehendakari lo contrario de lo que declaró ante el tribunal.

¿Por qué esa versión de portada de El País? Quizá la explicación pueda encontrarse en la columna de hoy del director adjunto de ese diario: “(…) ¿qué impacto judicial tiene eso? Uno (…) sustantivo para los procesados: retrata voluntad de diálogo. Y la inexistencia de una condición previa para el mismo (…): el referéndum de autodeterminación. Ello descafeína en principio el factor del unilateralismo. Y sin ese factor poca rebelión podría articularse”. No hay más preguntas, señoría.

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