Mataró, Tona, Palafolls, Santa Perpètua, Barcelona... La huelga general ha dado pie a que grupos de independentistas hayan aprovechado para trasladarse a Madrid e intentar conseguir alguno de los asientos para seguir el juicio al procés desde la sala del Supremo.

La estrategia ha sido casi la misma en todos los casos. Han tomado el coche sobre las once y media o al acabar el trabajo y después de recorrer los más de 600 kilómetros de distancia se han dirigido directamente a la puerta de acceso al público, en el lateral del Supremo.

Si no quedaba lo bastante claro con las bufandas amarillas, la presencia de los independentistas, justo el día señalado para que declaren el expresidente de la ANC, Jordi Sànchez, el presidente de Òmnium, Jordi Cuixart, y la presidenta del Parlament Carme Forcadell, se ha hecho evidente con los saludos con la mano o el puño en el aire con que se dirigían a los presos al entrar en la sala.

También se ha hecho patente con las reacciones del público ante alguna de las respuestas con tono irónico con que Sànchez ha replicado a un interrogatorio muy duro por parte del fiscal. El interrogatorio se ha puesto en marcha después de que el expresidente de la ANC dejara claro que se considera "un preso político en un juicio político".

La respuesta más contundente dentro de la sala se ha producido, sin embargo, a raíz de una respuesta del fiscal Javier Zaragoza que después de que Sànchez ha recordado que no hay ninguna imagen de violencia en la concentración del 20-S delante de la conselleria de Economia, ha replicado que probablemente es porque se seleccionaron.

El rumor que se ha levantado en el fondo de la sala donde se encuentra el público ha provocado el tercer aviso del presidente del tribunal, Manuel Marchena, desde que ha empezado el juicio. Marchena ha advertido que desalojará la sala si se repiten las reacciones a favor o en contra.

Torra en la sala

Desde la primera fila del público y en representación del Govern siguen a lo largo del día de hoy el juicio al president, Quim Torra, acompañado de la consellera de Cultura, Laura Borràs, y la de Justicia, Ester Capella.

En el centro de la sala, continúan todos los acusados, excepto Oriol Junqueras, que ha optado por sentarse tras su abogado. Después de unos primeros días de evidente tensión, a medida que han ido declarando se extiende una impresión de alivio entre los acusados. Solo faltan el presidente de Òmnium, Jordi Cuixart, constantemente pendiente de la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, que se sienta a su lado.

Cuixart y Forcadell no declararán hasta que acabe Sánchez, que ha empezado pasadas las 11 de la mañana y sigue después del receso para la comida. Hoy, sin embargo, las defensas han apuntado que no aceptarán una maratón de declaraciones como la que se produjo el miércoles.