La declaración más larga hasta ahora, la de Jordi Sànchez, ha sido para negar la violencia.

El fiscal Javier Zaragoza ha aparcado el relato de la malversación ―con el expresidente de la ANC no tiene sentido― y ha entrado rápido en materia y se ha desgranado un relato detallado de lo que pasó, y lo que no pasó, el 20 de septiembre durante la concentración ante el Departament d'Economia.

Los coches de la Guardia Civil y el estado en el que quedaron es el único elemento que tiene el ministerio público, al margen de la gran multitud concentrada, para intentar construir el relato de incitación a la violencia, que avalaría el delito de rebelión por el que están procesados Jordi Sànchez, Jordi Cuixart, y buena parte de los miembros del Govern, al margen de Carme Forcadell.

Aunque persiste la tesis de que son siete los coches que sufrieron desperfectos, hoy sólo se ha mostrado el informe de la Guardia Civil que habla de tres vehículos.

No ha sido hasta el final de la declaración, a media tarde, cuando Sànchez ha hecho una batería de respuestas cortas, a preguntas de su abogado, que han negado punto por punto el escrito de acusación de la fiscalía.

A lo largo del día, ha relatado como hizo lo que le dijeron: un pasillo para garantizar la salida de la comitiva judicial.

Esta ha sido su tesis de defensa, que ha ampliado exponiendo que la manifestación no se preparó para conseguir nada. Sino que se improvisó ante las detenciones repentinas de los altos cargos. Jordi Sànchez ha utilizado los propios términos de la fiscalía, como "muralla humana" y "alzamiento", para negarlos. Y ha repetido durante todo el día que el ambiente era festivo.

La fiscalía tiene unos coches con daños y una multitud que ejercía el derecho a manifestarse para avalar la rebelión y una violencia que cuesta de probar cuando llevamos ya seis días de juicio. Y por ahora no parece que tenga ninguna carta en la manga que pueda cambiar este hecho.

Sànchez ha hecho una declaración a medio camino entre una declaración institucional y una defensa para rebatir la acusación.

Santi Vila

La jornada la ha abierto el conseller Santi Vila. Vila dimitió el 26 de octubre, cuando después de negociar con el PP y PSOE y de mantener la situación parada y el compromiso de convocar elecciones, se giró todo como un calcetín.

"Durante el mes de octubre, por orden del president Puigdemont, formo parte de los políticos que interlocutaron con altos dirigentes del Partido Socialista y del gobierno de España que también tenían un alto interés en la conciliación y evitar el choque institucional", ha detallado Vila, que después ha ido exponiendo como todo cambia en menos de 24 horas.

Sin embargo, Vila ha relatado como fue el mismo Carles Puigdemont quien le pidió que hiciera de mediador y como el Govern cumplió los requerimientos del Tribunal Constitucional no tirando adelante la república y sin utilizar ni un euro de fondos públicos. Santi Vila se ha sentado hoy en el estrado a declarar con el compromiso de sacar sombras de dudas de encima de sus excompañeros de Govern y así lo ha hecho.

"Yo dimito frustrado porque a partir de la noche del 1-O hay una discrepancia de interpretaciones. Algunos reconocen el referéndum; otros estamos convencidos que lo que ha pasado es una movilización muy importante a favor de la independencia, pero que ha habido más de 2 millones y medio catalanes que se han quedado en casa y que no se sienten interpelados. Algunos considerábamos que el Govern era de todos. Este sentimiento era mayoritario en el Govern", ha explicado Vila sobre la noche del referéndum.

Si pudiéramos volver al origen, tomaríamos las decisiones de otra manera. Lo que ha pasado en Catalunya es impropio de una sociedad moderna y avanzada", ha concluido.

Hoy Manuel Marchena no se ha querido exponer a más criticas ni a la mirada del Tribunal Europeo de los Derechos Humanos y ha decidido cerrar la sesión a las seis y media de la tarde, faltando todavía por declarar Jordi Cuixart y Carme Forcadell. Todos amenazaban en pedir no declarar si la comparecencia se tenía que hacer más tarde de las siete de la tarde.

Los presos llegaron ayer alrededor de las once de la noche. Forcadell no cenó y tampoco ha dormido esta noche. Su debilidad no garantizaba una declaración en condiciones.

El juicio se retomará el martes. Empezará Cuixart. Seguirá Forcadell. Y si hay tiempo, empezarán los testigos. Para poder acabar con la previsión de la semana, el tribunal ha habilitado el viernes por la mañana, por si hiciera falta.

Y hoy también ha dictado una orden para alargar las sesiones más allá de las 20 horas si fuera necesario.