Ponte el cinturón, que vienen las portadas de la prensa impresa de Madrid con la apertura del juicio oral contra los 18 consellers, miembros de la Mesa del Parlament y los Jordis, acusados de rebelión, malversación y desobediencia. Fuera de El País, que lo toca con asepsia de laboratorio, los otros tres van a saco... contra el gobierno de Pedro Sánchez, acusándolo de presionar al Tribunal Supremo para que cambie la condena de rebelión (hasta 30 años de prisión) por la de sedición (hasta 15 años).

El trasfondo de todos los titulares es único, desde el más agresivo ABC –que llama "golpistas" a los acusados, porque a los independentistas no se aplica la presunción de inocencia– hasta la línea fría de El País –que sienta en el banquillo de los acusados al "procés", concepto que no se sabe si también incluye a los dos millones largos de votantes del 1-O. El trasfondo es este: son culpables. Lo que se ventila en el juicio cómo justificar que se apliquen las penas más duras.

ABC

EP

Periodismo de Estado

El relato de las portadas gira en torno a las dimensiones del castigo y no en torno a la calidad de la instrucción o el valor y pertinencia de las pruebas y argumentos que sustanciarán la vista. Todo eso, hace meses que estos diarios ya lo dan por amortizado, cuando decidieron hacer periodismo de Estado y sincronizarse con el relato de violencia fabricado por el juez instructor al aceptar las mistificaciones de la Guardia Civil y de la policía españolas que con tanto ahínco han promovido el gobierno de Madrid y el kommentariat oficial. Estos medios no han cuestionado ni un solo de los capítulos de ese serial: lo han comprado entero, renunciando a contrastarlo, verificarlo, comprobarlo. Ni siquiera han admitido opiniones discrepantes o disonantes. Les han dicho que llovía a cántaros y eso es lo que han publicado, sin molestarse en abrir la ventana para ver si es cierto que cae agua y si es mucha o poca. Así, a las claras, lo manifiestan las portadas de este viernes.

Las dentelladas a Sánchez tienen una derivada: son amenazas preventivas a todos los que osen cuestionar el relato y unas condenas que deben ser un escarmiento cuanto más implacable y feroz, mejor.

Portavoces de los jueces

Es notable El Mundo, que opta por abrir con las quejas de los magistrados de la Sala Segunda, por las que se conoce que los magistrados ya dan por hecho que condenarán por rebelión a los líderes independentistas y protestan porque no se les deja hacer.

Podrían defender su independencia alegando que el juicio ni siquiera ha empezado, que deben examinar las pruebas, escuchar los argumentos de unos y otros –también de las defensas. Pero no, más bien parece que ya tienen una idea clara de qué hay y qué tienen que hacer y no desean ser estorbados. Para ellos, la opinión del gobierno español "es una erosión de la justicia española y para las decisiones que se puedan tomar en el extranjero". Cola de paja. En el extranjero ya se han tomado decisiones al respecto y no han sido muy halagüeñas: ni un solo juez europeo que ha tocado el caso ve la rebelión. Respecto a "la erosión de la justicia española", ya se cuidan ellos solitos –véase el episodio último de la sentencia sobre las hipotecas.

EM

Igual dan seis que sesenta

La Razón va más allá y propone una batería de medidas que equivale a reprimir brutalmente los derechos y libertades de ciudadanos, instituciones, partidos y entidades. Allí están, escritas en tono de aviso al gobierno español: rehusarlas equivale a facilitar "otra DUI". Es muy revelador que mezclen con tanta alegría el juicio del 1-O, del que se encargan siete jueces de la Sala Segunda del Supremo, con todo un paquete de iniciativas políticas que corresponden al ejecutivo o al legislativo. Para ellos es todo lo mismo, igual dan seis que sesenta.

LR

Vistas estas portadas –y es sólo el primer día–, tiene sentido sospechar de la imparcialidad de estas cabeceras, dudar de cómo enfocarán la cobertura informativa del juicio, temer qué dirán de los legítimos discrepantes. De momento, parece que, quién más quién menos, han decidido sentarse detrás de los fiscales, como acusación particular sui géneris.

Foto: Monumento en memoria de Franklin D. Roosevelt (presidente de los EE.UU. 1933-1945) en Washington DC. La frase, suya, es de enero de 1940: "Tenemos que proteger escrupulosamente los derechos civiles y las libertades civiles de todos nuestros ciudadanos, sea cuál sea su origen. Debemos recordar que cualquier opresión, cualquier injusticia, cualquier odio, es una cuña destinada a atacar a nuestra civilización".