Juan Carlos I, en pleno ejercicio de sus funciones como jefe de Estado en 2012, realizó una serie de componendas con al menos una cuenta en un banco suizo para no ser pillado por un cambio legislativo que endureció las condiciones de los depósitos bancarias. En concreto, según señala la comisión rogatoria enviada por el fiscal suizo Yves Bertossa al juez del caso Villarejo Manuel García Castellón y avanzada por El País, el monarca cerró en junio de 2012 una cuenta suiza ante el temor de no pasar los nuevos baremos legislativos.

Según Bertossa, se trataría de la cuenta de la Fundación Lucum, cuyo primer beneficiario era Juan Carlos I, el cual en el momento del cierre ”firmó una orden de transferir el saldo de la cuenta de Lucum a Corinna Larsen a nombre de la sociedad Solare Investors Corporation en el banco Gonet y Cie en Nassau (Bahamas)". Cabe recordar que el segundo beneficiario de la Fundación es el hijo de Juan Carlos, Felipe de Borbón, actualmente jefe del Estado español.

Es decir, Juan Carlos, entonces en pleno ejercicio, transfirió a su supuesta amante los fondos de la Fundación Lucum. El conocimiento de todo ello habría llevado a la renuncia, no denuncia, de Felipe VI a la herencia de su padre, algo irregular puesto que no cabe renunciar a una herencia cuando el legador no ha fallecido.

Movimientos aquí y allá

Las componendas de Juan Carlos, con movimientos aquí y allá de dinero de dudosa procedencia para esquivar leyes cada vez más restrictivas, denotan el modus operandi del patriarca de ese clan familiar, que habría hecho llegar mediante varias operaciones hasta 100 millones de dólares -unos 65 millones de euros- a Corinna Larsen, el monto total de la presunta comisión por la concesión a empresas españolas del AVE de Medina a La Meca (Arabia Saudí) que Juan Carlos I había recibido cuatro años antes.

De la mano de Larsen, el dinero siguió haciendo movimientos opacos, hasta llegar la mitad a una cuenta de Estados Unidos, mientras que otra parte fue empleada en comprar y reformar dos apartamentos en la estación de esquí suiza de Villars-sur-Ollon y la adquisición de una mansión en el norte de Londres por 5 millones de libras.