Hoy hace dos años que Jordi Sànchez y Jordi Cuixart entraban en la prisión. Les enviaba la jueza de la Audiencia Nacional Carmen Lamela después de escuchar su declaración. Los citaron a raíz de la denuncia de la fiscalía por sedición. Y justo hace dos días ya saben que son los primeros 2 años de los 9 a los que les condena el Tribunal Supremo.

Hace dos años que los líderes de los movimientos sociales están entre rejas, básicamente, por llamar a la "resistencia activa" con el fin de impedir las órdenes judiciales. Y es que la sentencia tiene un punto de resentimiento hacia Sànchez y Cuixart y la argumentación de su condena se resume en que querían "demostrar a toda la sociedad, en pleno y acreditado concierto con los responsables gubernamentales, que los jueces y magistrados que ejercían su función constitucional en Catalunya, habían perdido la capacidad para ejecutar sus resoluciones.

Para Manuel Marchena y los otros 6 magistrados del Tribunal Supremo, la concentración del 20-S delante la sede del Departament d'Economia fue un pulso a la judicatura y una demostración de fuerza al estado. Según la sentencia, además, quisieron "empujar a la ciudadanía simpatizante con el movimiento secesionista a la resistencia activa".

El texto es perverso en algunos momentos, especialmente con Jordi Cuixart, a quien parece que se haya condenado más por su pensamiento que por sus actos. Dice la sentencia en la página 285 que "algunas proclamas que podrían considerarse fruto del enardecimiento de unos discursos encendidos y de una retórica de masas apasionada, evidencia que no se trataba en su ánimo de puro simbolismo o metáforas, sino que cuando hablar de "detener" la actuación de la Guardia Civil o gritaba que ni la Guardia Civil, ni las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, ni el Tribunal Constitucional, ni ningún tribunal podrían detener sus objetivos, estaba pensando en eso, al oponerse también materialmente a la ejecución de los eventuales mandatos judiciales". "Estaba pensando", dice.

Los hacen responsables a los dos de convocar la población por twitter, "de idear" el movimiento "escuelas abiertas" y de hacer "mutar" la resistencia pasiva en resistencia activa.

Sànchez

A Jordi Sànchez le ha salido caro erigirse como mediador entre los cuerpos policiales y la gente concentrada durante el 20-S. 9 años de prisión le ha costado "la promoción y el liderazgo de la concentración" que según el texto "asumió de forma voluntaria y con aquiescencia del procesado Forn, que le confirió el rango de interlocutor". Dice de él la sentencia que "su actitud en el desarrollo de los acontecimientos, coherente con una estrategia sediciosa, no era otra que la de dificultar y bloquear la actuación judicial". Nuevamente citan el bloqueo a la justicia. Es una constante en toda la sentencia, más incluso que la voluntad de hacer un referéndum o de declarar la independencia de manera unilateral.

La sentencia relata con todo lujo de detalles el talante que utilizó Sànchez para dirigir a la policía durante el 20-S. Nuevamente, también, pone por delante unas intenciones y unas maneras de hacer, antes de los hechos y de sí se acabaron realizando o no. En este caso, Marchena y sus magistrados dicen de lo que fue presidente de la ANC, que "de su liderazgo habla del "desparpajo" con lo que se dirigió a algunos de los mandos policiales. "El Sr. Sànchez disponia sobre el que proceder o no hacer", dice la sentencia. Y también le reprocha que mientras él estuvo en la Conselleria d'Economia, los Mossos d'Esquadra no pudieron hacer su trabajo correctamente. Que sólo cargaron cuando se marchó.

Le atribuyen a él el hecho de que la secretaría judicial no pudiera salir con seguridad del edificio y de tener un concierto con el resto de los acusados para sacar adelante el procés independentista.

Cuixart

De Cuixart la sentencia detalla que se dirigió a los manifestantes y "exigió la liberación de todos los detenidos". Y aquí el tribunal, aunque dice que no pone en duda la reivindicación pacífica de la manifestación le reprocha al presidente de Òmnium que utilizara la expresión "no pasarán" apelando "a la determinación mostrada en la guerra civil".

La sentencia relata el momento en que los dos Jordis subieron sobre el coche de la Guardia Civil para desconvocar la manifestación. "El Sr. Cuixart manifestó hablar en nombre de las entidades soberanistas, así como del PDeCAT, ERC y la CUP, proclamando que 'todos estaban alzados' para luchar por su libertad y manifestó que desde aquel 'altar', en clara referencia al vehículo policial, que Sànchez y él querían convocar a todos los asistentes a una movilización permanente defiende de los detenidos".

A Jordi Cuixart el Tribunal Suprem lo hace responsable de hacer un "llamamiento generalizado a toda la población de una comunidad autónoma a oponerse y desafiar, mediante el uso de la fuerza colectiva y una resistencia que rebasa el ámbito de lo que es puramente omisivo". Esta actitud la sentencia la califica de "llamamiento al alzamiento sedicioso".

La sentencia los hace responsables de preparar el 20 y 21 de septiembre el camino hacia el 1 de octubre y les acusan de concebir movilizaciones pasivas pero con un evidente peligro que pudieran degenerar en activas, en agresiones no sólo verbales, sino también físicas".

Y nuevamente la sentencia los condena por unos hechos que podían haber pasado, por unos presuntos pensamientos que tenían los acusados, pero que nunca se llegaron a producir.

¿En casa por Navidad?

Jordi Sànchez y Jordi Cuixart han sido condenados a 9 años de prisión. También los han inhabilitado para que no se les ocurra presentarse a unas elecciones.

Son los que hace más tiempo que están entre rejas. Han pasado por Soto del Real, primero, por Estremera durante el juicio, y por Lledoners durante los meses que han estado en Catalunya.

La sentencia deja en manos de Servicios Penitenciarios el otorgamiento de los permisos. Por lo tanto, si se sigue lo que está estipulado, cuando tengan un cuarto de la condena cumplida, les podrán dar los primeros permisos para salir a casa. Eso son 2 años y tres meses de la condena de 9 años. Justamente el tiempo que hará que están en la prisión esta Navidad. Por eso no se descarta que los líderes de la sociedad civil puedan salir de permiso para ir a casa el mes de enero.