Mientras la cúpula soberanista trabaja para encontrar la fórmula que permita satisfacer la voluntad democráticamente expresada por los catalanes, los medios especulamos sobre lo que todavía nadie sabe porque necesitamos llenar espacio y tiempo 24 horas al día, pero otros dedican una parte de su tiempo a preguntarse sobre lo que vendrá a continuación y cómo se deben enfocar los próximos años. De cuál tiene que ser la nueva estrategia nacional de Catalunya se habló la noche del jueves en una discreta cena en un restaurante de cocina uruguaya de Barcelona a la que asistieron 39 staffers y altos cargos, secretarios, directores y subdirectores generales, de ahora y de antes del departamento de Empresa, que trabajaron, con el conseller titular, ahora un expolítico de nombre Felip Puig.

Puig es ahora al frente de Tram, la empresa que gestiona los tranvías del área metropolitana, y no ostenta ningún cargo político, pero por lo que se vio la noche del jueves todavía conserva alguna capacidad de convocatoria. Con todo, uno de los comensales asegura que durante la cena expresó su "preocupación por el país", pero "no mostró gana ninguna de volver a la política". El exconseller y ex secretario general adjunto de Convergència Democràtica siempre estuvo considerado el más soberanista del sanedrín convergente, pero, en cambio, no ha tenido un papel relevante en el transcurso del procés. Ya no ha participado en ninguno de los gobiernos presididos por Carles Puigdemont. Varios asistentes consultados aseguran que ahora, en privado, Puig no esconde su decepción por como han evolucionado los acontecimientos: "No teníamos bastantes soldados para esta batalla", dijo a sus colaboradores. "Y las batallas que no estás seguro de ganar no se tienen que plantear".

"Somos independentistas pero ahora tenemos que recuperar la autonomía", proclama el exconseller

Durante el coloquio, Puig y los comensales señalaron como principal preocupación "la represión", de la qua, según el exconseller, "todavía habrá más". Según su opinión, "no nos queda más remedio que resistir y reconstruir". En este sentido expresó su deseo de que se constituya un nuevo Govern soberanista cuanto antes mejor, pero añadiendo que "a pesar del ideario independentista de quien gobierne, desgraciadamente lo que toca ahora es recuperar la autonomía".

Las palabras de Puig hacían referencia a los lamentos de algunos de los asistentes que continúan en la administración de la Generalitat y que explicaban cómo trabajan atados de pies y manos, teniendo que firmar un formulario para cada gasto, por mínimo que sea, asumiendo la responsabilidad de que el dinero no se destinará a nada que pueda estar relacionado con el procés.

Pese a todo, algunos asistentes dejaron claro en los comentarios de las mesas que el pronunciamiento de la mayoría parlamentaria soberanista a favor de la investidura de Carles Puigdemont es una "cuestión de dignidad democrática". "Una cosa grave es que el Gobierno español bloquee la investidura de Puigdemont, pero otra todavía más grave es que seamos nosotros mismos los que nos prestamos a hacernos el harakiri", sostiene uno de los altos cargos todavía en activo.

Autocrítica: "No teníamos bastantes soldados y no se plantean las batallas que no estás seguro de ganar"

En el "reencuentro" de los colaboradores de Felip Puig en el Boliche del Gordo Cabrera, un local de moda en el Eixample barcelonés, no sólo se habló de política. Hubo momentos de distensión y a pesar de las angustias políticas "nos lo pasamos bien y la velada fue divertida", aseguran varios comensales, que lo atribuían a la habilidad del exconseller de combinar las reflexiones serias con los chistes y las anécdotas. Entre otras cosas dijo que tenía que agradecer al exlíder de Unió, Josep Antoni Duran i Lleida, que Jordi Pujol lo nombrara conseller tres veces seguidas. "Pujol quería a otros, pero Duran los vetaba sistemáticamente hasta que el presidente me proponía a mí. Le tengo que estar muy agradecido a Duran", dijo. Y todo el mundo rio.