En el Palacio de La Moncloa hay mucha inquietud. Son conscientes de que con la candidatura de Nadia Calviño pecaron de exceso de confianza, y se tradujo en un sonoro porrazo. Y ahora encima de la mesa hay una cuestión más trascendental, como el fondo de recuperación europeo. O lo que es lo mismo, qué salida da el continente a la crisis económica del coronavirus. El equipo de Pedro Sánchez no las tiene todas. Hay muchos flecos por cerrar, y las negociaciones serán muy complejas. Ni siquiera está asegurado que se llegue a un entendimiento el próximo fin de semana, cuando se celebra el Consejo Europeo. Hay demasiado en juego y "no hay ninguna garantía", admiten fuentes del Gobierno.

De entrada, el fondo se ha quedado muy lejos de las expectativas de España y los países del sur de Europa, que reclamaban un billón y medio de euros. Se ha quedado en la mitad: 750.000 millones, de los cuales el Estado podría llevarse unos 140.000 millones. También ha quedado a medias el cambio de paradigma que proponían Sánchez y Giuseppe Conte: no serán sólo transferencias, sino que se combinarán con créditos. Ahora toca cerrar otros frentes, donde también puede haber fugas: el reparto, el equilibrio entre transferencias y créditos, la condicionalidad o la temporalidad. Y todo eso se tendrá que negociar con algunos países muy reticentes a "regalar" dinero a países como España o Italia. "Cualquier país, por diminuto que sea, puede imponer su veto", admiten fuentes gubernamentales.

Ante este panorama, todos los dirigentes europeos están intensificando los contactos, empezando por España. Pedro Sánchez inicia este mismo lunes una gira europea exprés, donde intentará convencer a los países más hostiles al fondo de recuperación. Sin ir más lejos, el tour empezará hoy en La Haya, donde mantendrá un almuerzo de trabajo con el primer ministro holandés Mark Rutte, quien más se ha opuesto a las transferencias a los países del sur. Al día siguiente, el martes, el presidente español se desplazará hasta Berlín, donde cenará con la canciller Angela Merkel, de quien quieren que siga haciendo de mediadora como hasta ahora. Finalmente, el miércoles volará hasta Harpsund, la residencia de verano del primer ministro sueco Stefan Löfven, también muy reticente al planteamiento de La Moncloa a pesar de ser socialdemócrata. Con él mantendrá un último desayuno de trabajo. No será tan cómodo como las reuniones de la semana passada, en Lisboa con el portugués António Costa y en Madrid con el italiano Giuseppe Conte.

Según La Moncloa, Sánchez se desplazará a estos países con un mensaje "muy constructivo y positivo". Fuentes del ejecutivo español señalan que "tratará de convencerles de por qué es bueno para Europa que se apruebe este fondo y se apruebe rápidamente". Es el propio "interés de la Unión" que esto salga adelante. De la misma manera, trasladará a Holanda y Suecia que este paquete también es bueno para ellos, porque garantiza una rápida salida simétrica y la reactivación del mercado interno. Lo contrario perjudicaría la misma estabilidad financiera de Europa. En cambio, "hay muy buena sintonía entre Sánchez y Merkel", subrayan desde el equipo internacional del presidente español. Confían en que la canciller alemana les eche una mano, como creen que ha hecho hasta ahora.

Un elemento en el que inciden mucho desde La Moncloa es en la necesidad de aprobar este fondo en julio, antes de las vacaciones de agosto. No se puede ir retrasando más. "La gravedad del momento requiere de un acuerdo a lo largo del mes de julio", argumentan fuentes gubernamentales. No obstante, no dan por hecho que se apruebe en el Consejo Europeo de este viernes y sábado. En todo caso, quieren que sea antes de que acabe el mes.

Otro elemento clave para el gobierno Sánchez-Iglesias es que suponga un cambio de paradigma respecto de la crisis del 2018 y las recetas de austeridad. En primer lugar, que no sea todo créditos, sino que pesen mucho las transferencias directas sin reembolso. En segundo lugar, avisan, "no aceptaremos reproducir troikas, ni vetos de nadie, ni un proceso que lo retrase todo tanto que impida el desembolso de muchos fondos en poco tiempo". Por eso reclaman que los planes de cada país para acceder a los fondos no se tengan que aprobar por unanimidad, sino por mayorías cualificadas, como plantea Charles Michel, presidente del Consejo Europeo.

La lección del fracaso de Calviño

Desde el Gobierno desvinculan una cosa de la otra. Pero el estrepitoso fracaso de Nadia Calviño en el Eurogrupo, donde partía como favorita, ha hecho enfriar las expectativas de La Moncloa. Llegó con nueve de los diez votos necesarios, entre ellos el apoyo de pesos pesados de la Unión, como son Alemania, Francia e Italia. Pero la balanza la acabaron decantando los llamados países frugales --Holanda, Suecia, Dinamarca y Austria--, que convirtieron al irlandés Paschal Donohoe en nuevo presidente del Eurogrupo. Son los mismos países que han puesto y pondrán más obstáculos a la negociación del fondo de reconstrucción. Ven una lluvia de millones en subsidios sin ningún tipo de garantía de nada.

La gran batalla de la coalición

La del fondo europeo de recuperación, que puede suponer un cambio de paradigma en la Unión Europea, es la gran batalla de Sánchez e Iglesias. De estas negociaciones dependerá el futuro de España, fuertemente golpeada por la crisis del coronavirus y que no quiere volver a pasar por las mismas recetas de austeridad que el 2008. Pero también está en solfa el futuro del mismo gobierno de coalición. Unas negociaciones desfavorables podrían conducir a tensiones dentro del gobierno por la manera de responder a la crisis. Se juegan mucho y no hay mucho margen de error.