Eran las 9.30 horas del 8 de agosto del 2024 en el parque de la Ciutadella de Barcelona. Todas las miradas estaban puestas hacia donde era el president Puigdemont, que había vuelto a Barcelona después de siete años de exilio para pronunciar un discurso y había desaparecido, a pesar de la alta presencia policial. A las 10 h, tenía que empezar la investidura de Salvador Illa y, por eso, toda la comitiva de Junts, Esquerra Republicana y la CUP estaban volviendo al Parlament de Catalunya a pie después de haber recibido al líder de Junts en Arc de Triomf de la capital catalana. Todo el grupo, sin embargo, tuvo que frenar en seco para dejar pasar una ambulancia que salía de la cámara catalana en dirección, de forma urgente, hacia un hospital. Dentro, había David Pérez, de 65 años, diputado del PSC y vicepresidente de la cámara, que había sufrido un infarto.

Aquellos días el president Illa sabía que la investidura iría correlacionada con lo que pasara con Carles Puigdemont. La intención del líder de Junts de formar parte del pleno de investidura, tal como había prometido en campaña, hacía que las posibilidades de su detención fueran altas. Eso, con toda probabilidad, habría provocado la suspensión del pleno. Sin embargo, no contaba con un susto, grave, de salud de un veterano diputado socialista.

Pérez sigue de baja

Aquella mañana, Pérez, como hace desde que es diputado desde 1999, fue a su despacho, según explica Efe. Ya comentó, a una compañera, que no se encontraba bien desde hacía unos días y, a medida que avanzó la mañana, su situación de salud empeoró, motivo por el cual lo visitó el personal médico de la cámara catalana, que, una vez hechas los análisis, decidieron sacar al diputado socialista en camilla de las instalaciones del Parlament y lo introdujeron en una ambulancia. Por suerte, el protocolo establece que durante los días de pleno tiene que haber una ambulancia fuera de la cámara, mientras que durante las sesiones ordinarias no es. Un año después de aquel gran susto por parte de toda la cámara, David Pérez sigue de baja, recuperándose de forma satisfactoria de una operación de trasplante de corazón. Eso sí, los socialistas esperan, y desean, que pueda volver a la cámara catalana en unos meses.

El ataque cardiaco de Pérez, por eso, añadió todavía más incertidumbre durante la investidura de Salvador Illa. Aunque las miradas estaban centradas en Puigdemont, la situación de salud del vicepresidente de la cámara podría haber hecho truncar la investidura. Y es que, cuando fue ingresado en el hospital, un diputado del PSC advirtió que sin su voto la investidura podría fracasar, ya que la suma de PSC, ERC y Comuns son 68 diputados, la mayoría absoluta exacta. En caso de empate, la votación se repite tres veces; si el empate persiste, gana el 'no'. Según relata Efe, incluso Pérez, ingresado en el hospital, estuvo pidiendo perdón por la situación que se vivía.

Situación rocambolesca

Para delegarse el voto, el diputado tiene que tener las facultades físicas y mentales y, en aquellos momentos, la situación de Pérez era una incógnita. Por eso, en la bancada socialista se respiró nerviosismo durante toda la jornada, sobre todo, pero, por la situación de salud de su compañero, aunque parecía estabilizarse. Además, el pleno se alargaba más del previsto, porque Junts pidió suspenderlo ante una posible detención del secretario general de Junts, Jordi Turull. Hay que tener en cuenta que, si Pérez no hubiera superado la situación y habría, desgraciadamente, fallecido, la investidura no hubiera tirado adelante.

Avanzada la tarde, la investidura siguió su curso, finalmente, con los esperados 68 votos a favor, incluido el de Pérez, y con 66 en contra: se contabilizó el de Lluís Puig, que también delegó su voto, mientras que Puigdemont, a aquella hora sin saber dónde estaba, sencillamente no votó, aunque podría haber actuado como Puig. Meses después, el Tribunal Constitucional anuló el acuerdo de la Mesa de Edad que daba amparo a la delegación de voto de estos dos diputados de Junts, dado que determinó que la delegación no pueden solicitarla los que "voluntariamente" han eludido la acción de la jurisdicción penal española. Una sentencia que no tuvo efectos prácticos, pero que podría haberlos tenido si Puigdemont sí que hubiera delegado su voto y Pérez, no. En caso de haberse dado esta combinación, Illa no habría sido investido por el Parlament aquel 8 de agosto.