El líder de Podemos, Pablo Iglesias, y el secretario general del PSOE Pedro Sánchez, anunciaron que se reunirían esta semana. No hay fecha fijada, aunque la reunión puede ser el último intento para llegar al entendimiento, antes de romper puentes y esperar hasta el 3 de mayo, cuando las Cortes se disuelvan y se convoquen nuevas elecciones. Ha pasado más de un mes desde su última reunión en persona, pero el Iglesias que encontrará Sánchez tiene los mismos objetivos que entonces. Es decir, un gobierno de izquierdas "a la valenciana". Por su parte, el socialista estaría dispuesto a ofrecer una negociación bilateral con el texto de Ciudadanos, según fuentes del partido. Sin embargo, la no abstención es una estrategia que el líder de los morados no tiene voluntad de cambiar, tampoco, después de haber puesto fin a la presunta crisis interna, cerrando filas con el cese de Sergio Pascual, y el nombramiento de Pablo Echenique, líder aragonés, como nuevo Secretario de Organización. Con él empieza en el partido "un nuevo estilo, una nueva época, a la altura de aquello que vive el país", en palabras de Iglesias. Pero no es la primera vez que Podemos se tiene que repensar y superar las sacudidas de “correr” al par que “atarse los cordones”.

De la izquierda hasta el centro

La metáfora no es casual. Acostumbra a ser utilizada por el número dos de Podemos, Íñigo Errejón, para definir las dificultades que enfrenta un partido que en pocos meses pasó de movimiento social y político, acampado en la Plaza del Sol de Madrid, a la tercera fuerza parlamentaria. “En estos dos años nos han diagnosticado la muerte hasta siete veces", acostumbra a decir Errejón, irónico, para subrayar la sombra perenne de división que planea sobre la formación. Precisamente, en este tiempo, atarse los cordones también ha pasado para tomar decisiones estratégicas, donde la más importante ha sido ensancharse hasta el centro. Así, Iglesias pasó de huir de actos institucionales, a reunirse con el Rey, o elogiar el discurso del Papa de Roma en el Parlamento europeo. Es decir, que pasó de la izquierda del PSOE, a ocuparle también su espacio ideológico.

La idea superaba las tradicionales tesis de Izquierda Unida (IU) de Julio Anguita, de quien Felipe González dice que el podemita "es un buen discípulo". Es decir, de permanecer como un partido a la izquierda del PSOE. Según, algunas fuentes, la decisión provino del secretario político, Íñigo, inspirado en las tesis de hegemonía de Ernesto Laclau. Es decir, el objetivo de dirigirse a una mayor parte del potencial electorado. 

Pablo Iglesias y Pablo Echenique / EFE

De la abstención hasta el voto en contra

En consecuencia, la reunión con Sánchez, que "le están ayudando a preparar" el economista del partido, Nacho Álvarez, y la diputada Irene Montero, podría ser clave para la configuración del partido de ahora en adelante. La incógnita es si la estrategia de no abstención, que es "unánime" según el líder, es aquella que ata los cordones para seguir corriendo, o puede frenar en los próximos estadios el crecimiento el partido. A estos efectos, Errejón estaría trabajando, como declaró Iglesias, explicando que no estaba "ausente", sino haciendo sus tareas al frente de la secretaría política.

Pero para algunas voces, la desaparición del número dos del espacio público había coincidido con el cese de Sergio Pascual, en señal de protesta. Dentro del partido era su mano derecha, del sector errejonista. Su partida habría generado así un debilitamiento del ala moderada de Podemos. Ahora bien, ya el propio Errejón escribió por carta que no existían "moderados y radicales", apelando a la unidad de las bases en tiempos de agitación interna. Pero por su parte, el líder d'En Comú Podem, Xavier Domènech, había explicado que había visto "afectado" el número dos de la formación morada, por la marcha de Pascual, a pesar de que no dimitiría. 

Asimismo, Pablo también quiere que la "nueva etapa de Podemos" no cuente con controversias. "No creo que tenga que haber pablistas, errejonistas, monteristas, carolinistas," indicaba después de nombrar a Echenique. De hecho, la propia Montero dijo a los periodistas que "no "existían" las almas de Podemos. "La prueba es que si leéis los diarios, veréis que ni vosotros mismos llegáis a un consenso sobre quién es de quién" explicó para ilustrar que le parecía "una casualidad" que se hable de crisis interna "precisamente, por la cuestión de sí el partido debe abstenerse o no". Ella observa una intención de hacer presión.

Asimismo, uno de los sectores llamados a ser "los críticos", es decir, los Anticapitalistas, manifestó por carta también, la voluntad de que Podemos no se abstuviera, olvidara la posibilidad de negociación con el PSOE y empezara a trabajar para ser un partido capaz de alcanzar una amplia mayoría que le permita ganar las elecciones solo.

Errejón y miembros de las confluencias / Podemos

De los círculos a la estructura jerarquizada

Precisamente, el nombramiento de Echenique no es casual a efectos organizativos. "Un Podemos más participativo" es uno de los objetivos, que se había ido debilitando, y se quiere fomentar entre sus filas. Es decir, que de aquel partido que se constituyó en círculos como "herramienta de protagonismo ciudadano", se pasó a que el listado de diputados para el Congreso se aprobara con un 96% de los cuadros fieles a Iglesias. Así, los círculos ciudadanos habían dejado paso a una macroestructura multinivel donde los cordones se ataron como en los partidos tradicionales, con más dominio de la cúpula. Eso, a pesar de que en la presentación de Podemos el 17 de enero de 2014, Iglesias afirmaba que no sería "un partido, ni una candidatura, ni un producto más del supermercado electoral". 

Al mismo tiempo, la lideralización en su figura despuntó, después de la aparición de su rostro en las papeletas electorales en las elecciones europeas. A esta situación, y a la anterior, se había llegado después de la asamblea de Vistalegre del 2014, donde ganaron las tesis de Errejón e Iglesias, de centralizar las decisiones. Los opositores fueron Echenique y Teresa Rodríguez, líder andaluza, a quien aseguraba "las elecciones no las gana un secretario general, ni tres, ni 100, las gana la gente y para eso la gente se tiene que empoderar y participar en la vida de la organización". Pero con la toma de posesión del primero, el espíritu participativo se recuperará, quizás un intento de retomar la fórmula de éxito inicial del partido. 

Confluencias críticas y oficialistas

Más allá de la hipotética fractura interna, la dimisión de Pascual fue atribuida a una gestión "ineficiente", debido a la dimisión de 10 cargos, insatisfechos con la gestión en Madrid de Luis Alegre, de la corriente denominada pablista. "Ha habido una pérdida de confianza al frente del cargo" dijo Montero, aunque "mantiene su escaño como diputado". Es decir, que más allá de la polémica sobre si es errejonista o no, se lo culpa de ser incapaz de gestionar el amalgama del partido.

Precisamente, uno de los éxitos electorales de la formación son las llamadas "confluencias", que se presentan bajo el amparo de la lista general del partido, y lo ayudan a maximizar su representación en el Congreso. A estos efectos, la confluencia valenciana podría ser reeditada, al menos, si de su líder Joan Baldoví dependiera. También pasaría con la gallega, a la vez que la catalana se presenta más abrupta a la hora de tomar el control.

De hecho, después de que el diputado de CSQP, Albano Dante Fachin, anunciara que presentaría su candidatura, el líder de la formación se vio movido a mover ficha, como adelantó El Nacional. Así, el diputado podemista a Raimundo Viejo también presentará una, la candidatura más oficialista, para intentar atar más corto las líneas de la confluencia catalana.

Así, Iglesias llegará a la reunión con Sánchez habiendo atado los cordones que le tendrían que permitir seguir la carrera, para no tener que hacerlo más sobre la marcha. Ahora bien, la duda principal que enfrenta a estas alturas Podemos es si la estrategia de no abstención les llevará lejos, o les pondrá palos en las ruedas para su crecimiento y consolidación como partido hegemónico de la izquierda, como anhelan.