España ha visto cómo las últimas cuatro elecciones acababan con el bipartidismo que había caracterizado el país desde el restablecimiento de la democracia. En el hemiciclo, históricamente teñido de rojo y azul, han aparecido y ganado protagonismo nuevas fuerzas, acabando con la comodidad de las mayorías absolutas y obligando a cerrar pactos para poder gobernar.

El gran cambio fue en las elecciones de 2015 cuando, por primera vez, Ciudadanos y Podemos entraban en el Congreso. Esto pasó factura tanto al PP como al PSOE, que perdieron escaños a pesar de seguir manteniéndose como fuerzas mayoritarias. El entonces líder del PP, Mariano Rajoy, venía de una primera legislatura con mayoría absoluta y, a pesar de vencer en las elecciones, su apoyo se vio reducido en más de 60 escaños.

Rajoy continuó como presidente en funciones durante las conversaciones para cerrar un acuerdo de gobierno, pero estas fueron infructuosas tanto para él como para el líder socialista, Pedro Sánchez, y las elecciones tuvieron que volver a repetirse.

Los nuevos comicios de 2016 sirvieron para aumentar el apoyo al PP, pero quedándose muy lejos de la mayoría absoluta. Tanto el PSOE como Cs perdieron representación, mientras que Podemos mejoró tímidamente sus resultados. En aquella ocasión, Rajoy sí consiguió formar gobierno, aunque se vio frustrado en junio de 2018, cuando Sánchez ganó la moción de censura en el Congreso de los Diputados y fue investido.

Su gobierno no llevó estabilidad al país, sino que acabó con una nueva convocatoria de elecciones tan sólo ocho meses después de su investidura ante la imposibilidad de aprobar los presupuestos.

El paso por las urnas el 28-A no le fue mal a Sánchez, que vio reforzado su liderazgo, revirtiendo la tendencia del partido a la baja y superando al PP por primera vez desde 2008. Los populares se hundieron, perdiendo casi a la mitad de sus diputados y quedando en segundo lugar muy cerca de Ciudadanos. Además, la extrema derecha de Vox entró en el Congreso de los Diputados con 24 diputados.

Sánchez, a pesar de haber salido reforzado en las urnas, ha sido incapaz de llegar a ningún acuerdo de gobierno con el resto de fuerzas y tampoco se ha planteado ningún pacto alternativo. Así pues, en agotarse el plazo para formar gobierno, el país se ha visto vertido a unas nuevas elecciones medio año más tarde.