El Gobierno ha retirado los escudos franquistas del palacio de El Pardo, residencia de Franco. Así lo han confirmado este viernes a Europa Press fuentes de Patrimonio Nacional, que han añadido que la retirada de los símbolos del palacio real se produjo el pasado 5 de marzo, en cumplimiento de la ley de memoria histórica. Entre la simbología que se ha retirado está el escudo presente en la valla de la entrada principal en el palacio.

La decisión de Patrimonio Nacional ha llegado después de una denuncia por parte de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), que entendía que este organismo del Ministerio de Presidencia era el responsable de retirar los símbolos franquistas. Sin embargo, la Fiscalía Provincial de Madrid había decidido archivar la denuncia. En el escrito, la asociación recordaba que la ley de memoria histórica obliga a las administraciones públicas a tomar las medidas oportunas para la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personales o colectivas, del golpe de Estado, de la Guerra Civil y de la represión de la dictadura.

El palacio de El Pardo

El Palacio Real de El Pardo fue la residencia oficial de Franco durante la dictadura y ahora es una de las residencias de la familia real. Actualmente, sirve para alojar a los jefes de Estado extranjeros en visita oficial al estado español. Se ubica cerca de Madrid y tanto su titularidad como administración corresponden a Patrimonio Nacional, el ente estatal que depende del Ministerio de Presidencia que gestiona los bienes al servicio de la Corona. Fue construir en el siglo XVI, a partir de un edificio primitivo del siglo XV. El aspecto actual es fruto de las reformas y ampliaciones del siglo XVIII, hechas por orden de Carlos III. El edificio presenta una decoración interior representativa de las diferentes épocas históricas y enriquecida por las obras de arte que se conservan, como una colección de tapices entre los cuales hay cinco de las series más conocidas de Francisco de Goya.

Una vez acabada la Guerra Civil, el palacio fue sometido a una serie de obras para ser la residencia oficial de Franco. El dictador se instaló en las antiguas antecámaras del príncipe de Asturias, Carlos IV, en torno al patio de los Borbones. Asimismo, el comedor de Carlos II se convirtió en despacho oficial y la capilla mortuoria de Alfonso XII en capilla familiar. Entre otras obras, destacó la habilitación de un acuartelamiento para la Guardia mora, que hacía las funciones de escolta. El antiguo teatro de corte de Carlos III fue transformado en una sala de cine para que Franco viera películas. El palacio acogió la mayoría de las grandes decisiones políticas españolas del franquismo: el dictador trabajaba, celebraba los consejos de ministros y las audiencias, recibía a los jefes de Estado y autoridades. Después de su muerte, la familia abandonó el edificio el 2 de febrero de 1976 y fue abierto al público en agosto de aquel mismo año, hasta que en 1980 se iniciaron nuevas obras para transformarlo en residencia oficial de la familia real.

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