Gibraltar, a más de mil kilómetros de Barcelona, puede ser uno de los daños colaterales del conflicto catalán. Una demostración de la realidad del "efecto mariposa". El ministro principal de Gibraltar, Fabián Picardo, teme acabar pagando los platos rotos de la reivindicación catalana, que ha inflamado el sentimiento patriótico español, según explica The Economist.

El momento no es el mejor para el peñón. Por una parte, el Brexit, que fue rechazado por el 96% de los llanitos, afecta muy directamente a sus principales fuentes de ingresos: las apuestas online, los servicios financieros y el turismo, muy dependientes del mercado único, y la unión aduanera europeas. Sobre la memoria de los gibraltareños se cierne el cierre de la frontera forzado por España desde 1969 a 1982, que sólo se levantó como moneda de cambio en las negociaciones de la entrada de España a la UE.

Una España embalada podría reabrir el contencioso aprovechando las negociaciones del Brexit, en cuyos criterios el ministro de Exteriores español, Alfonso Dastis, incluyó una cláusula por la que puede vetar cualquier acuerdo referente al peñón.

La posible tensión con el Estado español aflige Picardo, ministro titular desde el 2011, que se enorgullece que el PIB de Gibraltar haya crecido un 60% en los últimos seis años y que el paro sólo afecte a 84 personas, según explica el semanario británico. Picardo recuerda que 13.000 personas cruzan la frontera cada día para trabajar en Gibraltar, cosa beneficia "la parte pobre de una región pobre, Andalucía," que sufre una elevada tasa de paro.