La situación que se vive en Catalunya y el pulso con el Estado han aparecido con contundencia en el discurso que Felipe VI ha pronunciado este lunes en Barcelona, en plena campaña de unas elecciones generales muy polarizadas por el desafío independentista. Mientras en la calle continuaban las protestas que han obligado a cortar la Diagonal, el monarca ha insistido en apelar al papel de Catalunya durante la Transición y ha advertido que en la realidad catalana no puede tener cabida "ni la violencia ni la intolerancia ni el desprecio a los derechos y las libertades de los otros".

La apelación del monarca, que ha asumido sin ambages el discurso de la violencia en Catalunya que esgrimen los partidos unionistas, ha sido acogida con aplausos por los presentes, entre los cuales no había ningún representante del Govern de la Generalitat ni la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que han ignorado la visita. El president José Montilla y la presidenta de la Diputación, Núria Marín, eran las principales autoridades catalanas.

El Rey ha hecho el llamamiento contra la intolerancia en catalán, en la última parte de su discurso, donde ha subrayado de nuevo la "contribución inspiradora" de Catalunya al proyecto democrático del estado español, "una Catalunya orgullosa de sus signos de identidad, plural e integradora, constructiva y solidaria con el progreso general". "Una Catalunya ―ha añadido― en que el esfuerzo, la responsabilidad, el compromiso, el respeto y el espíritu cívico enriquecieron las raíces de la sociedad democrática que disfrutamos hoy".

Felipe VI ha asegurado que estos valores representan "la mejor historia de Catalunya" y "no pueden ni tienen que ser un recuerdo del pasado, sino una realidad efectiva de nuestro presente y nuestro futuro".

Mientras el Rey hacía su intervención, le observaba desde el escenario Xavier Ros-Oton, uno de los galardonados por los premios de la Fundación, que ha recogido el premio con un lazo amarillo en la solapa. Los organizadores han intentado disuadirlo de exhibir el símbolo amarillo pero finalmente ha expresado con este gesto su solidaridad con los presos, aunque en el refrigerio posterior se ha quitado el lazo.

Durante su parlamento, el monarca ha evocado la Transición como un momento en que el pueblo español decidió "reencontrarse para convivir juntos y en libertad bajo principios democráticos". "Reconocerse en el valor de su diversidad y afrontar con lealtad y confianza la superación del pasado y la construcción de una sociedad moderna y avanzada, integrada en Europa y abierta al mundo", ha añadido.

Presencia trascendente

Felipe VI no ha escondido la complejidad de la situación en que se ha hecho su viaje a Barcelona. "Hay momentos en que las presencias adquieren un significado más trascendente que las palabras; en qué a través de actitudes expresamos también unas convicciones y unos sentimientos profundos. Y hoy es una de estas ocasiones, una de estas ocasiones importantes", ha confesado.

Por si alguien no le había quedado claro, Felipe VI ha insistido en esta idea para cerrar su intervención donde ha reiterado que "hay ocasiones en que los gestos y las actitudes son mucho más elocuentes que las palabras".

Mientras el monarca intervenía en el Palau de Congressos, en la calle continuaban las protestas convocadas por Pícnic per la República, la ANC y el CDR y en las cuales han participado también representantes de ERC, JxCat y la CUP. Precisamente JxCat y Esquerra habían recurrido ante la Junta Electoral Central contra la visita de Felipe VI en plena campaña electoral.

El Rey ha hablado tras su hija Leonor, que ha protagonizado la primera intervención en catalán, lo cual ha provocado una broma: "Lo ha dejado difícil".

Al acabar el acto, ha participado en un refrigerio con los premiados y el público, rodeado constantemente de una nube de brazos intentando conseguir un selfie. Después, ha abandonado el Palau de Congressos por la puerta de detrás, la misma por la cual ha accedido al recinto y que da acceso al jardín del hotel Juan Carlos I, donde se hospeda y donde esta noche celebra una cena con los patronos de la Fundación.