Tanto la configuración de la Mesa del Congreso de los Diputados como la investidura de un presidente del Gobierno está en las manos de los partidos nacionalistas y soberanistas. Hoy por hoy, Alberto Núñez Feijóo cuenta con 171 votos seguros para llegar a la Moncloa (los 137 del PP, los 33 de Vox y el diputado de UPN), apoyos a los cuales se podría añadir Coalición Canaria y que también podrían ser claves para la elección de la presidencia de la cámara baja española. Los populares han intentado apelar también al PNV, que ha remarcado que no contribuirá a hacer a Feijóo presidente ni por activa ni por pasiva. Por su parte, el PSOE y Sumar dependen de Esquerra, Bildu, los jeltzales y el BNG para solo poder igualar los 171 'sí' que tiene cerrados el PP. En este contexto, quien tiene la llave es Junts per Catalunya, ya que sin sus votos favorables no es posible una investidura de Pedro Sánchez ni tampoco seguramente una presidencia del Congreso para los socialistas. No es la primera vez que la gobernabilidad depende de los partidos catalanes y vascos. Tanto el PSOE como el Partido Popular han llegado a acuerdos de legislatura en numerosas ocasiones con estas formaciones. Y este año, si quieren tener la presidencia del gobierno estatal, lo tendrán que volver a hacer.

Actualmente, la suma de Esquerra Republicana, Junts per Catalunya, Bildu, el Partido Nacionalista Vasco y el Bloque Nacionalista Gallego llega a los 26 escaños, lo que representa el 7,4% del total de diputados que hay en el Congreso. Entre estas fuerzas —sumando a la CUP—, el 23 de julio reunieron el 7% de votos del total de sufragios válidos emitidos por todo el Estado, que se traduce en más de 1,7 millones de papeletas. El hecho de que la investidura dependa de estas formaciones a menudo incomoda al españolismo más conservador, y es entonces cuando entra en escena el argumento que la ley electoral "beneficia a los nacionalistas e independentistas". De hecho, no hay que ir muy atrás para recordar la última vez que esta tesis se sostuvo desde el atril de la cámara baja española: fue Ramón Tamames, el candidato en la última moción de censura que presentó Vox contra Pedro Sánchez en marzo de este año, quien aseveró hasta una decena de veces que los partidos soberanistas están sobrerrepresentados a consecuencia del sistema electoral que opera en el Estado.

El PP y el PSOE son los partidos con más sobrerrepresentación

Con el resultado del pasado 23 de julio, de nuevo los datos contradicen el argumento de la amplia sobrerrepresentación de los partidos "contrarios" a la unidad de España. Si observamos la diferencia entre el porcentaje de votos obtenidos y el porcentaje de diputados que tienen cada una de estas formaciones en el Congreso, los beneficios son irrisorios en comparación con la ventaja que la ley proporciona al Partido Popular y al PSOE, que son los que salen mejor parados de este reparto de escaños con la fórmula D'Hondt. De hecho, en el caso del BNG, su porcentaje de voto en el conjunto del Estado (0,62%) es claramente inferior al peso porcentual que tienen en la cámara baja española (0,29%). En el caso de Esquerra, la cuota de actas obtenidas por la de sufragios conseguidos es simplemente superior por una décima; margen que se amplía a las tres décimas si ponemos el foco en Junts, Bildu y el PNV. En paralelo, los más beneficiados son el PP y el PSOE, ya que los populares tienen un porcentaje de escaños del 39,1% cuando reunieron el 33% de las papeletas el 23J. Con respecto a los socialistas, la ventaja es de casi tres puntos porcentuales (ocupan el 34,57% de las butacas del Congreso, pero el porcentaje de votos resultando de las urnas es del 31,7%). Paradójicamente, los más perjudicados y más 'infrarrepresentados' son Vox y Sumar: ninguno de los dos grupos llega al 10% de actas de la cámara baja cuando ambos superaron el 12% de los sufragios. Puedes consultar los datos completos en la siguiente tabla:

En cifras absolutas de votos, también se puede constatar quién sale más perjudicado. La suma de votos que no se han traducido en representación asciende a 1,9 millones, que representan el 7,8% del total de sufragios a candidaturas. Con respecto a la CUP, reunió 98.794 votos que se quedaron sin escaño. En cambio, UPN, con poco más de 51.000 papeletas, tiene un acta. También el BNG, que solo consiguió representación por la provincia de A Coruña, reunió 85.331 sufragios que no les fueron suficientes para tener algún diputado más. Los que acumulan una bolsa más amplia de votos sin representación son Sumar (reunieron 597.987 apoyos entre todas las demarcaciones donde no consiguieron acta) y Vox (hay 486.910 papeletas que se quedaron sin representación). El PACMA también es una de las fuerzas más afectadas en relación con el volumen de votos y la cuantía de escaños (165.768 personas escogieron la papeleta de la formación animalista, pero no tienen ningún diputado). Este efecto se explica por el hecho de que, en algunos casos, no llegan al 3% de los votos que se exige en cada provincia para poder formar parte del reparto de escaños o porque la mayoría de circunscripciones son pequeñas o medias —no escogen más de seis diputados—, que tiene como efecto que en las más pequeñas el reparto de actas solo llegue al PP y al PSOE. En Soria, por ejemplo, se escogen solo dos diputados. Aunque Soria Ya fregó el 20% de los sufragios, el PP y el PSOE obtuvieron más votos y consiguió un escaño cada uno, quedando al margen la formación local.

Así habría quedado el Congreso si hubiera una circunscripción única

El sistema electoral español establece que se adjudican las 350 actas del Congreso entre la más de la cincuentena de circunscripciones con la fórmula D'Hondt. Con el fin de excluir a los partidos nacionalistas y soberanistas, el sector más beligerante contra estas formaciones ha puesto encima de la mesa en numerosas ocasiones que se cambie la ley y que haya una circunscripción única. Ahora bien, ¿con eso desaparecerían estas formaciones? Si se prescinde de la barrera del 3%, mantendrían la presencia; pero si se mantuviera este porcentaje, es probable que algunos apostaran por presentarse juntos (como ya han hecho en alguna ocasión en las elecciones europeas, donde sí que hay circunscripción única) y así seguirían teniendo representación. De hecho, la suma de los partidos catalanes, vascos y el gallego rozó el 7% el 23J.

Prescindiendo del umbral del 3%, con circunscripción única el resultado habría variado bastante. De entrada, tanto el PP como el PSOE retrocederían. En el caso de los populares, caerían a los 120; mientras que el PSOE se quedaría con 115. Paradójicamente, Vox y Sumar se dispararían hasta los 45 cada uno. En relación con las formaciones soberanistas, mayoritariamente perderían algún escaño (ERC y el PNV perderían uno; Junts y Bildu, dos), pero también hay quien vería ampliada su representación, como es el caso del BNG, que llegaría a dos escaños, o la CUP, que habría entrado con un diputado. Así pues, no hay una sobrerrepresentación porque seguiría habiendo más de una veintena de escaños soberanistas. También formaría parte de la cámara baja, con este sistema, el PACMA con dos diputados.

Con la irrupción de formaciones que han contribuido a rebajar las expectativas electorales del bipartidismo, como Podemos, Ciudadanos y Vox, son partidos que obtienen menos rédito electoral si comparamos el porcentaje de votos que tienen con el tanto por ciento de escaños que ocupan en la cámara baja española. En las elecciones de 2015 y 2016, la suma de Podemos y Ciudadanos se aproximaba a los 9 millones de votos, pero no llegaron nunca a los 110 escaños juntos. En junio de 2016, con 7,9 millones de papeletas, el PP tenía 137 actos. Durante la legislatura del 2016 al 2019, voces de estas dos formaciones (que ahora tienen un futuro muy complicado, incluso con Ciudadanos ya fuera del Congreso) defendían una reforma de la ley electoral para abandonar la fórmula D'Hondt y pasar a Sainte-Laguë para garantizar "más proporcionalidad". Este sistema es muy similar al D'Hondt, pero los divisores solo son impares (aunque se siguen repartiendo los escaños a los cocientes más altos).

¿Cómo habría quedado la composición del Congreso el 23 de julio con la fórmula de Sainte-Laguë, especialmente con respecto a las formaciones soberanistas? Las variaciones serían muy pocas en este caso, porque ERC mantendría los 7 escaños actuales, Bildu también seguiría con 6, y solo bajarían Junts (6) y el PNV (4). En cambio, el BNG subiría a 2 y habrían irrumpido Nueva Canarias y Teruel Existe con un acta respectivamente. Coalición Canaria (1) y UPN (1) seguirían igual. En el caso del PP, caería a los 127 y, el PSOE, a los 114. Tanto Vox como Sumar crecerían: los primeros ampliarían el grupo a 43 escaños y, los de Yolanda Díaz, a 37. Con estos resultados, la cuestión de la gobernabilidad se mantendría intacta, porque Junts seguiría siendo imprescindible para una investidura de Pedro Sánchez y el PP y Vox (170, como) seguirían sin mayoría absoluta.