El pasado mes de septiembre irrumpió en la escena pública francesa un nuevo personaje: Eric Zemmour. El periodista conservador encontró en todos los medios de comunicación la plataforma perfecta donde propagar mensajes xenófobos y racistas con la excusa de que acababa de publicar un libro.

Francia también vive el malestar de la crisis que ha provocado la pandemia y el aumento de la inmigración. El mensaje de Zemmour, rápidamente fue comprado.

Destroza a Le Pen

En cuestión de meses, todo el mundo lo consagró como el nuevo líder de la ultraderecha francesa. En él, ven a una figura más seria que Marine Le Pen que ha quedado relegada en la figura del bufón y pierde bastante en todas las encuestas. Y a pesar de propagar ideas esperpénticas, su perfil gana adeptos.

La confirmación de su candidatura era cuestión de días y, hoy, finalmente ha dicho "sí". De esta manera, en las próximas elecciones francesas, Emmanuel Macron tendrá que disputarse el Elíseo con un nuevo candidato en abril del 2022.

Imagen de intelectual

Mensaje contundente para empezar: Ya no es hora de reformar Francia, sino de salvarla. Por eso he dicidido postularme a la presidencia", ha declarado el excolumnista de Le Figaro y CNews en un vídeo de diez minutos, leyendo una carta con tintes dramáticos y nostálgicos, intercalados con imágenes de archivo y campaña.

Justifica su decisión de la manera siguiente: "Me contenté con el papel de periodista, escritor. Entonces pensé que un político se apoderaría de la antorcha que le pasé. Me dije "a cada uno su trabajo, a cada uno su papel, a cada uno su lucha". Pero me he desinflado de esta esperanza". Para rematarlo, Zemmour se presenta como un erudito de las letras, un intelectual del siglo XXI mientras habla y se proyectan imágenes de violencia y terrorismo.

Aviso en la UE

En el discurso, Zemmour avisa y se carga a todo el mundo, incluida la Unión Europea: "La inmigración no es la fuente de todos nuestros problemas aunque los agrave todos", ha proseguido al candidato intentando camuflar el racismo de su discurso. Quiere ser el portavoz de los franceses "despreciados por los poderosos, las élites, los bienintencionados, los periodistas, los políticos, los académicos, los sociólogos, los sindicalistas, las autoridades religiosas".

Y critica la Unión Europea, "que nunca será una nación", por eso promete "reconquistar" la soberanía de Francia "abandonada a los tecnócratas y jueces europeos".

Malestar ciudadano

Su discurso está dividiendo Francia y provoca malestar. El último ejemplo lo encontramos el pasado fin de semana en Marsella donde una mujer se acercó en el coche del candidato y le hizo una butifarra. Zemmour, de 63 años, respondió con el mismo gesto, añadiendo que su dedo estaba diseñado para llegar "muy profundo", mientras que su asesora y pareja embarazada, Sarah Knafo, de 28 años, se reía a su lado.

Sus seguidores alegan que el gesto había sido "instintivo" y demostraba que está preparado para romper los tabúes que contribuyen a la separación entre la clase política francesa con los votantes.

Su perfil

Zemmour ha llegado a prometer que si él gobernara, instalaría una ley que prohibiera poner un nombre a los bebés que no fuera francés. Así, aprovecha para cargar contra la inmigración y aquellos que escogen bautizarlos con nombres como Alaa o Mohammed. Lo más curioso de todo es que Zemmour es de origen argelino.

Precisamente, contra Argelia ha centrado buena parte de su pensamiento: "Fue Francia quien inventó Argelia. Pero los argelinos solo quieren recordar la colonización francesa. De sus crímenes, claro está, cuando es la única que también ha dejado un legado abundante como carreteras o puertos", ha publicado en una columna en el diario conservador Le Figaro.

Fotografía de portada: la imagen del fin de semana pasado en Francia. Zemmour devolviendo con una butifarra el gesto a una ciudadana de Marsella