albiol badalona

El escenario de la batalla más encarnizada por el voto de estas elecciones del 27-S ha sido Barcelona y sus alrededores. No sólo lo que se entiende tradicionalmente como área metropolitana, que incluye el Barcelonès y el Baix Llobregat. Si se cuentan los núcleos más poblados de la demarcación de Barcelona, que se extienden por el Maresme hasta Mataró, por los Vallès hasta Sabadell, Rubí, Terrassa, Mollet y Granollers y por el litoral hasta Vilanova i la Geltrú y Vilafranca, se trata de una bolsa de cerca de tres millones de electores (más de la mitad del censo electoral). Así se entiende por qué los partidos han hecho de esta zona el epicentro de su campaña.

Se trata de núcleos con gran presencia de gente nacida fuera de Catalunya, que tienen el castellano como primera lengua, donde hasta ahora no ha calado el mensaje independentista.

Hasta hace pocos años, era el PSC quien seducía a este perfil de votante en las elecciones autonómicas, manteniendo las ciudades más pobladas bien sujetas ante una Convergència i Unió que dominaba el resto del territorio, beneficiada por los efectos de la ley electoral.

Con el descenso del PSC, diferentes partidos han intentado arraigar (sin éxito claro) en esta zona tan codiciada. Los primeros, Ciudadanos. Otros como Podemos, además, aspiraban a movilizar a quienes nunca votan en las autonómicas, que son más de 1,5 millones de personas, de las cuales más de 800.000 pertenecen a la región metropolitana.

Microacciones soberanistas

Junts pel Sí ha intentado seducirlos a través de entidades como Súmate, con campañas que la formación ha denominado "de tierra", con voluntarios locales de todo tipo de perfil y haciendo énfasis en el mensaje en castellano. A través del contacto cara a cara y la entrega de material informativo, han querido transmitir al electorado las desventajas que comporta que Catalunya permanezca en España.

Ramon Piqué, responsable de la campaña en el área metropolitana, está satisfecho con la acogida que han tenido estas microacciones, dirigidas especialmente a los abstencionistas.

Las CUP, en cambio, han fiado todo a su éxito en las municipales y a la tarea sobre el territorio con actos de pequeño formato, contacto directo con el votante y la colaboración de entidades afines del territorio.

"Socialista de toda la vida"

Los mítines del PSC han sido un retrato fiel de sus últimos resultados electorales. En el de Mataró, de aforo más que modesto –pese a la presencia de Susana Díaz en una zona con fuerte presencia de andaluces– lograron llenarlo con personas de cincuenta años y más, a quienes asignan una senyera y una bandera del PSC nada más llegar.

Para distraerse, las ondean de vez en cuando. Entre los asistentes, militantes y simpatizantes de toda la vida, muchos de ellos como Sole, cordobesa de unos 60 años: "votaremos socialista toda la vida". Confiesan profesar una fe casi ciega en el PSC, en aquello que fue.

Jesús, en la cincuentena, se identifica como militante de toda la vida y "guerrero de aquellos que echarían de cualquier ejecutiva". Cree que el PSC es la única fuerza, por su historia y su experiencia de gobierno, que puede enderezar el proyecto social en Catalunya, y no partidos como Podemos, de los cuales no quiere "ni hablar". "Se tienen que rectificar muchos errores pero Iceta me parece honesto". Todos coinciden en el hecho de tener confianza en que si los socialistas regeneran su proyecto y vuelven a seducir, remontarán  y recuperarán el terreno perdido.

iceta mataro

El acto empezó cuando llegó Susana Díaz, media hora más tarde de lo previsto. Habló bajo –no había que gritar, la sala era pequeña. El discurso es el que ha repetido el PSC toda la campaña. Habló de no hacer escoger a los catalanes entre ser "Pablo y Pau", ya que afirma que ambos apelativos se hacen con amor. Iceta tomó el relevo, clamando no tener que "escoger entre Miró y Velázquez". Aquí, ningún baile para alegrar la velada: el ambiente no era propicio. De hecho, la sala quedó vacía en 10 minutos.

"No me votéis más al PP"

Ciudadanos, en cambio, ha parecido querer apropiarse del glamour que envolvía las campañas del mejor PSC, empezando por dos caras visibles jóvenes y atractivas: Albert Rivera e Inés Arrimadas, que atraen a público mucho más joven del que han seducido el resto de partidos unionistas, apoyados por una escenografía muy audiovisual.

Un perfil típico es Miguel, exvotante socialista jubilado del sector del taxi, que alza el dedo y dictamina convencido: "Estos acabarán llenando campos de fútbol como las épocas de Felipe González".

C's se ha propuesto convertir el histórico cinturón rojo del área metropolitana en cinturón naranja, y han puesto "toda la carne en el asador", explica Fernando de Páramo, director de comunicación de la campaña. En sus mítines han estilado el tono sencillo, la expectativa (la afluencia de público permite hacer un corredor para que los 'fans' de la belleza de ambos candidatos puedan contemplarlos de cerca, entre comentarios de admiración) y la brevedad, que han hecho, quizás, el público quedara con ganas de más. Al final de cada mitin, de hecho, todo el mundo se quedaba un rato a charlar con Rivera y Arrimadas y a comentar el mitin con otros asistentes.

Algunos de los jóvenes del mitin de Sabadell son de este perfil abstencionista unionista metropolitano. Raquel se moviliza ahora para parar el independentismo. Podemos no es opción: "acabará pactando con los nacionalistas ahora en septiembre o en diciembre en Madrid". Coincide con ella su acompañante: "Aquí todos nos sentimos catalanes y españoles, y en Podemos hay muchos independentistas". "Por fin políticos jóvenes y bien preparados", dice Carlos, un joven de 20 años que votará por primera vez.

En el mitin de Sabadell, como en los de Santa Coloma, Cornellà y Terrassa, había un número muy elevado de público de raíces andaluzas. Isabel, jubilada, de Nerja, insistía: "¡Y la mayoría, malagueños"!

Su compañero alecciona a un grupo de unos diez hombres y dos mujeres, también andaluces, de la misma edad: "¿No me votéis más al PP, eh?", dice. Uno de ellos, sin embargo, afirma no estar todavía seguro de a quién votar. "Yo si voto, es con la puntita", no me fío ni un pelo. "El PP ha olvidado a Catalunya, ha dejado que la cosa se desbarate", insiste el otro, "porque todo el barro que pisamos ahora vienen de cuando el PP dejó a Pujol hacer la inmersión lingüística a cambio de su apoyo a Madrid; después se han dedicado a gobernar allí y han abandonado a Catalunya". Media hora después de que acabara el acto de Sabadell, aún quedaba gente en la sala, entre ellos, Rivera y Arrimadas, que charlaban con los asistentes y se fotografiaban con ellos.

"¡Que nadie se quede en casa!"

Catalunya Sí que es Pot, como Ciudadanos, también aspiraba a presentarse como recambio para aquellos votantes socialistas a quienes "el PSC se les queda corto", como afirmaba Mercè, de 40 años, en el mitin de Cornellà con Pablo Iglesias, Joan Herrera y Lluís Rabell.

Mercè siempre votó Iniciativa. Lleva una camiseta de Podemos, donde milita desde que se fundó. Afirma que Podemos propone soluciones efectivas a lo que pasa en el mundo, con economistas de primer nivel, aunque espera que no pase como en Grecia y que se ponga freno a las medidas de austeridad de la troika.

No piensa lo mismo Joan, de 70 años, que anuncia que en CSQP "se les va la boca con medidas que no pueden cumplir" y que no les votará por eso y porque no defienden que Catalunya siga siendo España.

En general, los asistentes entrevistados en los mítines de CSQP coinciden en que hace falta diálogo con Madrid. Consideran que una victoria de Rabell en Catalunya y de Iglesias en Madrid abrirá las puertas al diálogo para acordar una solución pactada entre gobierno del Estado y Generalitat sobre el futuro político de Catalunya.

public CSQEP

Mecida y espoleada por sus aliados de Podemos, CSQP aspiraba, sin embargo, a llegar al 30% del censo que se abstiene en las elecciones autonómicas y que Pasqual Maragall supo movilizar cuando pilotó la candidatura socialista a la Generalitat. "¡Que nadie se quede en casa!", ha repetido incansablemente Pablo Iglesias, secretario general de Podemos, ante el público, mayoritariamente conformado por el tejido asociativo y del activismo social, al que ha animado sistemáticamente a correr la voz entre amigos, conocidos y familiares. Pablo Iglesias e Íñigo Errejón han sido los comodines del público, nunca mejor dicho, para asegurarse la movilización más elevada posible en Barcelona.

"Hemos intentano hacer llegar nuestro mensaje a la gente que no tiene referente identitario y que, por este motivo, a menudo no vota en las elecciones autonómicas", afirma el director de campaña, el politólogo Marc Rius.

Su discurso ha pivotado en torno a un solo punto: echar a Mas del Govern de la Generalitat y a Rajoy del Gobierno de España. El llamamiento a acabar con la corrupción, con la privatización de servicios públicos y la falta de asistencia social que atribuyen a los gobiernos de Rajoy y de Mas ha sido la consigna más aclamada en los mítines, a pie de calle, como los de Ada Colau en mayo, que llenaban plazas, y huyendo de los fríos (y caros) recintos cerrados. Esos actos han dado un cariz más popular a los mítines y han reunidos a centenares de personas (unas 800 en el mitin de Nou Barris, territorio amigo, bandera del cambio de gobierno en Barcelona). Cada vez que Pablo Iglesias se dirige a ellos, el público aplaude calurosamente y suelta exclamaciones como "¡eso, eso!", o "¡fuera!". Cuando los actos han acabado, todo el mundo quiere saludar a Iglesias y Errejón, mientras que Rabell y Camats quedaban en segundo plano.

"Las cosas claras, con un par"

En esta pugna por la hegemonía de Barcelona, el más damnificado, según las encuestas, ha sido el PP. Los populares confiaban en que la popularidad de Xavier García Albiol contribuyera a detener el desangramiento del partido en Catalunya.

Albiol ha aplicado en el territorio la misma fórmula que le dio el éxito en Badalona: pisar mucho la calle, hacer lo que denominan "micropolítica". Albiol es un habitual de los bares, de los comercios, de las calles. Esta campaña, han huido de los grandes mítines y los contactos con la prensa se han celebrado a pie de calle, en encuentros "micro" con personas mayores, con pacientes de hospitales, con asociaciones de vecinos.

Han visitado especialmente barrios de aquellas ciudades del área metropolitana donde los vecinos se quejan de problemas de convivencia, que a menudo atribuyen a la inmigración. El director de la campaña de Albiol, Antonio Gallego, admite que sobre inmigración tienen un mensaje diferente al del resto de partidos "porque la gente lo pide".

Los asistentes a sus mítines valoran la proximidad de Albiol y su manera de "hablar claro", como afirmaba Julio, un gallego de 67 años, de l'Hospitalet, que se planteó votar a C's por primera vez en estas elecciones, pero que decidió mantenersd fiel al PP cuando supo que Albiol se presentaba.

En este sentido, si se presta atención a lo que han expresado sus votantes del área, el eslogan "Plantemos cara" no podría definir mejor aquello que quieren de Xavier García Albiol: "dice las cosas claras, con un par de narices", dice Florencio, transportista de 56 años nacido en Soria, que charla animadamente sobre política con el camarero de un bar de Cornellà. La cocinera asiente con la cabeza. El camarero, un chico de unos 25 años, afirma que "el PP siempre nos hace salir de las crisis". "Son todos unos chorizos, pero cuando hay crisis, quien levanta el país siempre es el PP", añade, "Mas tendría que hacer como Rajoy, preocuparse de sacar el país adelante, en vez de partir Catalunya".

Con información de Maria Macià