La visita oficial del ministro de la Presidencia en funciones, Félix Bolaños, en Barcelona ha servido también para hacer bandera, ahora, de la retirada de las vallas que ya parecían fijas ante la Delegación del Gobierno en la capital de Catalunya. En un encuentro con el delegado del Gobierno en Catalunya, Carlos Prieto, se ha aprovechado para explicar que se han retirado las vallas que durante años han servido para, aparte de complicar el tráfico de peatones por la zona, aislar la delegación española de las manifestaciones que los últimos años se han convocado por colectivos independentistas desde antes del 2017, el año del referéndum del Primer d'octubre y de la declaración de independencia fallida. Retirar las vallas llega en el momento que el PSOE y Podemos intentan vender un relato de normalidad postprocès para evitar problemas con sus sectores más contrarios, sobre todo entre las filas socialistas, a pactar la amnistía con el partido de Carles Puigdemont para conseguir los votos por|para la investidura de Pedro Sánchez.

Años de vallas ante la Delegación

Durante años las vallas han protegido el perímetro de la delegación, a la esquina entre las calles de Mallorca y Roger de Llúria, en el Eixample de Barcelona, una protección que se ha reforzado siempre con una vigilancia casi permanente de una furgoneta de la Unidad de Intervención Policial (UIP) de la policía española y, cuando había manifestaciones, se reforzaba la vigilancia con unidades de orden público de los Mossos d'Esquadra, con ARRO o Brimo.

Bolanos
El ministro Bolaños y el delegado Prieto paseando tranquilamente por Barcelona / Cedida

Retirada de vallas para escenificar tranquilidad

La retirada de las vallas ahora y hoy no es casual. El Gobierno de Pedro Sánchez, con su emisario Bolaños y su lugarteniente Prieto, han querido escenificar "diálogo" y "convivencia", en la campaña para conseguir los votos de los partidos independentistas, y asegurarse así seguir viviendo en la Moncloa y la seguridad del Palau Muntaner, dónde está la sede de la delegación española en Barcelona, ha servido para escenificar la que aseguran es "la mejora en la convivencia en Catalunya" donde, vuelven a asegurar, hay "un diálogo abierto y cooperación entre las diferentes administraciones".

Aunque durante la etapa fuerte del Procés, entre 2017 y 2019, se concentraron miles de personas ante la delegación española en varias manifestaciones, ahora hace meses y casi años que las concentraciones que se hacen ante la delegación de la calle de Mallorca son reducidas y sin ningún tipo de incidente.

En ninguna de las manifestaciones que se han hecho los últimos seis años, desde la celebración del referéndum, se ha asaltado o se ha puesto en serio riesgo la sede del Gobierno en Barcelona. Es más, hace pocos días se atacó la delegación y no fue ningún grupo independentista. Un colectivo animalista ensució la pared de la sede con pintura de color rojo.