Un españolista ha increpado al president en el exilio, Carles Puigdemont, en el aeropuerto de Viena, cuando se disponía a tomar el avión para volver a Bruselas. Según ha explicado el mismo president, el individuo le ha golpeado el hombro mientras gritaba en castellano "¡a la cárcel!". "Y se ha ido deprisa sin tener la valentía de dar la cara", ha detallado. A pesar del incidente, Puigdemont no ha sufrido daños personales.

El president ha atribuido el ataque a que ni el rey Felipe VI ni el gobierno del PSOE y Podemos han "revertido" el a por ellos del 2017. "De ahí nace la impunidad que exhiben. Las decenas de denuncias que he interpuesto por amenazas de muerte nunca prosperan, porque ya se sabe que la justicia española trata a todos igual", ha añadido con ironía.

Puigdemont también ha explicado que la Central European University de Viena recibió presiones españolas para que no pudiera dar ayer una conferencia, pero el centro hizo caso omiso, y el acto se pudo celebrar con total normalidad.

"El viaje a Austria ha sido provechoso, con muy buena acogida. Ha sido un honor visitar las tumbas de los emperadores y leer esta inscripción en la de Joseph I, y también las tumbas de algunos de los miles de catalanes que fueron a Viena en el exilio, después de 1714", ha indicado el president. "Supongo que eso molesta a determinados personajes. A los que no querían que la universidad me acogiera, por ejemplo. Y al individuo que en el aeropuerto me ha golpeado el hombro gritando "¡a la cárcel!" y se ha ido deprisa sin tener la valentía de dar la cara", ha añadido.

Puigdemont pronunció ayer en esta universidad una conferencia titulada 'La lucha para alcanzar el estatus de Estado y la soberanía en Europa: el caso de Catalunya', que fue una mesa redonda con una gran presencia de público que aprovechó para escucharlo. Durante su intervención, Puigdemont explicó la experiencia del referéndum del 1 de Octubre y defendió que "la revolución catalana es radicalmente democrática".

A pesar de compartir el contexto histórico del caso catalán (con la guerra de Sucesión y la caída de Barcelona en 1714 como base) y también el económico (en el que señaló cómo la balanza fiscal pesa en contra de los intereses de Catalunya), Puigdemont remarcó que el movimiento independentista catalán no tiene estos motivos en la raíz. "La nuestra no es una revolución nacionalista típica con un fuerte componente étnico y aquella regla de 'una nación, una lengua'", afirmó. "No nos hemos complicado la vida de esta manera tan sólo para replicar España a un nivel más pequeño, cambiando el nombre y la bandera pero manteniendo un Estado anticuado".

El president subrayó que el independentismo pretende abandonar las prácticas antidemocráticas españolas y alzarse sobre un modelo mucho más inclusivo y permisivo. "Que nadie sea enviado a la cárcel por sus opiniones políticas, o para cantar canciones en contra del rey. Que no se espíe a su población y que la monarquía no sea sacrosanta", deseó. Ahora bien, la convicción profunda que es imposible cambiar el Estado español en estas materias ha llevado a "una mayoría de catalanes" a luchar por la independencia, explicó a los oyentes.