El economista Santiago Niño Becerra ha advertido que España tendrá que escoger a partir ahora entre dos malas soluciones con respecto al paro y los salarios. "En las circunstancias actuales (baja productividad y estructura del PIB basada en el bajo valor, que son, las de siempre), España tiene que escoger entre más paro y salarios mínimos regulares, y menos paro y salarios mínimos penosos", ha indicado.

Santiago Niño Becerra

 

Niño Becerra ha hecho referencia a una información del Banco de España que asegura que la subida del salario mínimo en 2019 redujo al menos 100.000 puestos de trabajo. Según el Banco de España, el incremento del 22% hasta 1.050 euros mensuales en 12 pagas, hizo que el empleo creciera menos, concretamente entre un -0,6% y un -1,1%. Según El País, si se toman los datos de asalariados en el EPA, esta estimación es una pérdida neta de entre unos 98.000 y 180.000 puestos de trabajo.

Los más afectados serían los que cobran el salario mínimo, porque en este caso la disminución de puestos de trabajo fue de entre el -6% y el -11%.

El estudio del Banco de España se ha publicado justo cuándo la vicepresidenta Yolanda Díaz ha anunciado que piensa reiniciar las mejoras, mientras que la vicepresidenta y ministra de Economía, Nadia Calviño, ha defendido el compromiso de subir el salario mínimo a lo largo de la legislatura, pero dando prioridad al hecho de que antes vuelva a la actividad el millón de personas que ha quedado a fuera de mercado de trabajo después de la pandemia.

En España se empezó a subir el salario mínimo de forma significativa a partir del 2017, y desde el 2019 el Ejecutivo español ha iniciado una línea de incremento para dejarlo en el 60% del salario medio, una cota que ya se podría estar consiguiendo según la estadística que se tome, apunta al banco. Si se utiliza la media de los ingresos anuales de 2018, estaría en el 66%. Y en el 57%, si se toma el ingreso medio de los trabajadores con contrato a tiempo completo, indica.

Según la opinión del supervisor, hace falta ser cautelosos y ponderar muy bien los efectos positivos de incrementar el salario mínimo, como la mejora del consumo y de la equidad, y los negativos, como la pérdida de empleo.