La CUP, ante el "retroceso" de JxCat y ERC y un Parlament que ven vacío de poder, abandonará los escaños para volver a las calles. Si no hay ningún avance nacional ni ninguna ruptura social, no asistirán ni a los plenos ni a las comisiones. El diputado Vidal Aragonés (Cornellà de Llobregat, 1978) asegura que, de tener mecanismos, se plantearían si tienen que hacer caer al Govern. Tiene claras dos cosas: que la represión no se rebajará por el hecho de "practicar autonomismo", y que la respuesta ante posibles condenas debe seguir siendo "avanzar nacionalmente".

Vidal Aragonès cup - Sergi Alcàzar

En un comunicado la semana pasada decían que "esta legislatura es la más frustrante del soberanismo" y que no pueden "colaborar ni avalarla". Son palabras mayores.
Pueden parecer mayores. Pero, si tenemos en cuenta lo que votó la gente el 1-O y el 21-D, me parece del todo coherente. Tenemos una realidad: JxCat y ERC asumen que no hay voluntad de avanzar nacionalmente. En el mejor del supuestos, lo que hacen es resistir nacionalmente. Así, deja de tener sentido que vengamos a avanzar nacionalmente al Parlament.

¿No se puede hacer política en el Parlament?
Ya no tenemos el 155, pero tenemos una autonomía absolutamente intervenida. Lo único que puedes hacer es gestionar las migas. No es un reproche a JxCat y ERC. Sin embargo, en sus prácticas, la CUP se parece más a aquello que dijimos que haríamos en 2012 que lo que hemos hecho los últimos años, que ha estado muy determinado por unas lógicas de avanzar nacionalmente. Ha sido un acierto, ¿eh? El 1 y el 3 de octubre son el acontecimiento político e histórico más importante de los últimos 40 años.

Tampoco ha habido nunca una legislatura con presos políticos y exiliados.
Es cierto. Salvando las distancias, nos tendríamos que remontar al año 34, cuando tuvimos al president en la cárcel del Puerto de Santa María. Pero ante una realidad de presos políticos, hay que avanzar todavía más nacionalmente. Por el hecho de practicar autonomismo la sentencia no tendrá un contenido menos represivo. La sentencia no se moverá por estos parámetros. Incluso desde el punto de vista del derecho, se están juzgando unos hechos que ya ocurrieron. Nosotros hacemos una lectura en sentido contrario: es posible que la actuación sea menos represiva si nos ven avanzar nacionalmente.

¿Cómo lo justifica?
Por un tema de miedo y desbordamiento. Ahora mismo ven que las instituciones catalanas se comportan con lógicas puramente autonómicas. Asumen no sólo lo que significa el aparato del estado de derecho español, sino incluso la represión.

¿JxCat y ERC han asumido la represión?
No somos partidarios del insulto fácil, no se tiene que hacer política así. Pero lo que han hecho la Mesa y en buena medida los dos grupos del Govern es asumir la actuación represiva del Estado español. Estamos hablando del 30 de enero, de la retirada de la candidatura de Jordi Sànchez, de consellers de que se iban a restituir y desaparecieron... Y de la suspensión de Llarena. Esta lectura no facilita la liberación de los presos políticos.

¿Es asumir la represión o es, aunque sea ingenuamente, intentar que la represión no vaya a más? Desobedecer por desobedecer...
Es una muy buena pregunta. Nosotros no planteamos desobedecer por desobedecer. Sí que planteamos dos realidades muy diferentes. La primera: no replegarnos ante la represión. Para nosotros, el 30 de enero investir a Puigdemont no era desobedecer por desobedecer. Era respetar un mandato político.

¿Y la segunda?
¿Dónde pensamos que hace falta una actuación absolutamente desobediente? En lo que tiene un carácter colectivo. Al siguiente embate con el Estado tenemos que llegar con el día siguiente preparado, con un movimiento popular que tenga construidas unas instituciones alternativas y paralelas, y con unos responsables políticos que asuman actuaciones políticas desde las instituciones. No planteamos sólo pequeñas desobediencias, sino también un ejercicio de resistencia de los cargos políticos. Y preparar una gran desobediencia civil y colectiva para cuando tengamos un nuevo embate.

¿Puede poner algún ejemplo de desobediencia colectiva?
El 1 de octubre es un ejercicio claro, absoluto. El Estado español nos decía que no haríamos el referéndum. Sus representantes en el Parlament, diciéndonos que no haríamos el referéndum. No teníamos a las grandes empresas catalanas de nuestro lado, ni ningún gran apoyo económico, pero todo un pueblo dispuesto a aceptar la intervención de la Guardia Civil y la Policía Nacional. Eso es un acto de desobediencia civil y colectiva.

Vidal Aragonès cup - Sergi Alcàzar

El 1-O fue el mayor acto de desobediencia y Catalunya sigue siendo una comunidad autónoma.
Absolutamente de acuerdo. ¿Por qué? Porque lo que pasó no después del 1-O, sino después del 3-O, es que no había ni estructuras de estado ni una voluntad política clara de avanzar nacionalmente. Fueron a buscar una negociación con el Estado español y una mediación internacional, que nunca llegó. Quizás fuimos poco críticos en aquel periodo. Quizás valoramos más la unidad anti-represiva.

¿Lo que ha hecho Montserrat Venturós en Berga es desobediencia?
Es una doble desobediencia. No estamos planteando que la desobediencia venga únicamente cuando sigue ejerciendo de alcaldesa, aunque desde un punto de vista de formalidad legal no lo sea. La desobediencia viene de antes. Primera desobediencia: intervención del aparato del Estado y requerimiento a Venturós, que desobedece. Segunda desobediencia: actuación judicial que dice que la estelada se tiene que retirar, y Venturós no la retira.

Por el hecho de practicar autonomismo la sentencia no tendrá un contenido menos represivo.

¿Y ahora ven una tercera desobediencia?
Ante una actuación con la que se le impide ejercer como alcaldesa, se valora no sólo con la CUP, sino con otros grupos políticos, cuál será la respuesta. Y es que las decisiones políticas las seguirá tomando Montse Venturós, pero que para evitar que se pueda anular la actuación cotidiana del Ayuntamiento de Berga se optará por que no aparezca como alcaldesa.

Eso se ha vendido como una desobediencia y en el fondo es acatar.
Nosotros no hemos acatado. Primero, porque ha habido dos actuaciones para sacar la estelada y no se ha sacado.

Pero sí la inhabilitación.
No hemos asumido que Montse Venturós no esté haciendo de alcaldesa. Ella sigue haciendo de alcaldesa.

Entonces, como Puigdemont hace de president...
Puigdemont no sigue haciendo de president de la Generalitat. No es él el que está tomando las decisiones. Lo que se plantea para la investidura de Torra es una propuesta muy parecida a esta. Lo que hemos encontrado prácticamente desde el día siguiente de la investidura --y no pensamos que sea por decisión de Torra-- es que no está haciendo de president. Además, si lo comparamos con Puigdemont, los diputados tendrían que haber hecho previamente dos desobediencias.

En la práctica, ninguno de los dos firma los documentos.
Con la sentencia en la mano, lo que significaba que Montse Venturós firmara los pagos sobre el Hospital de Berga era que al día siguiente no tuvieran ni alimentación. Hemos querido conjugar tres desobediencias con un ejercicio que permita el funcionamiento del día a día. Cuando se quiere comparar con la situación del Parlament, no sólo es injusto, sino que no hay una lógica anti-represiva conjunta.

¿Qué decidió la CUP en su último consejo político?
Que la prioridad no tiene que ser lo que pase en el Parlament. Por lo tanto, sacar el foco de la CUP de aquello que pasa ahí, y moverlo a la calle en movimientos que luchan ya sea por la construcción nacional o por la recuperación y conquista de derechos sociales. Seguramente es la decisión fundamental. Tenemos una institución vacía de cualquier expresión de soberanía. ¿Tenemos capacidad para no aplicar los topes de déficit? ¿Podemos intervenir en aquellas materias que el TC suspendió normativa?

¿Y por eso abandonan los escaños?
Eso no significa que de un día para el otro las cuatro diputadas y la oficina técnica nos vayamos del Parlament. Lo que intentábamos trasladar era una idea genérica de bloqueo. No venimos a seguir las dinámicas habituales del Parlament, sino a provocar otras. En aquellos plenos y comisiones que se discutan elementos de ruptura o construcción nacional, vendremos y votaremos.

Pero en aquellos que no, no vendrán.
En aquellas cuestiones de pura gestión autonomista, que no vienen acompañadas de ninguna petición de un movimiento social o que no cambian nada, seguramente ni vendremos a las comisiones ni al pleno. En algunos casos vendremos, en algunos no vendremos... La semana pasada estábamos con los profesores de la UB en huelga, en un acto sobre la exclusión sanitaria a la migración, denunciando la especulación urbanística en las instalaciones del Camp Nou... Pero no significa que la CUP desaparece.

¿Qué utilidad quiere tener eso?
Primero, un ejercicio de coherencia: si es una institución vacía de soberanía, vamos a trabajar más todavía donde pensamos que se puede construir soberanía. Por eso vamos a la calle con aquellos que están luchando. Segundo, un ejercicio de denuncia. Hacer ver que no tiene trascendencia que participemos o no de una votación. Y finalmente intentar recuperar lo que no tendríamos que haber dejado en un segundo plano: la ruptura en el eje social, que las dinámicas en el Parlament dificultan.

¿No puede ser leído como una dejadez de funciones?
La construcción que hacemos es al revés: tenemos que poner a nuestros diputados a disposición de la calle. Será curioso, porque la gente nos seguirá viendo igual que antes. Si preguntáramos a los ciudadanos cuántas horas pasan los diputados de la CUP en comisiones, nadie podría responder. Porque no lo ve. Pero pasamos unas 15 o 16 horas a la semana en comisiones que no sirven para nada. Pensamos incluso que la gente que simpatiza con la CUP valora por igual que estemos en la calle como que estemos en la institución.

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Montse Venturós sigue haciendo de alcaldesa de Berga; Puigdemont no está haciendo de president de la Generalitat

¿Esto tendrá afectación en el sueldo?
Si se dieran las circunstancias que establece el reglamento para retirar el sueldo, nosotros lo entenderíamos perfectamente. Por lo tanto, el presidente del Parlament tiene que hacer un ejercicio de ver si se dan o no. Y si se dan con el resto de diputados, porque quizás nos llevaríamos una sorpresa.

¿Los diputados de la CUP están dispuestos a perder el sueldo, pues?
Si se dan los supuestos legales, sí. Claro que sí. No pasa como cualquier otro trabajador, que por su ausencia en el trabajo --el símil sería no ir al pleno-- se le retira el sueldo. Curiosamente a los diputados no.

¿Hacéis algún ultimátum al Govern?
¿Más ultimátums?

La ANC ha puesto el 21-D para establecer una estrategia conjunta...
Entre las decisiones del consejo político también acordamos no entrar a negociar presupuestos y que no nos preocupa lo más mínimo un adelanto de elecciones. No lo estamos pidiendo, porque no cambiaría tanto la situación. Pero si las hay, bienvenidas sean. Porque es una legislatura absolutamente muerta.

¿Entonces cuál es la alternativa?
La única alternativa es recuperar el movimiento popular. El 1-O se hizo como efecto de un movimiento popular muy activado en la calle. Todo pasa por aquí: recuperar el movimiento popular, dotarlo de estrategia. Pero que no quede en discusiones entre grupos parlamentarios.

Si no cambia el rumbo, ¿harán caer al Govern?
No tenemos ningún mecanismo legal para hacer caer, ni mecanismo no legal.

Si los tuvieran, ¿los utilizarían?
Pues no hemos tenido la discusión. Pero es posible que lo estuviéramos discutiendo, nos lo plantearíamos. Lo que no tenemos en nuestras manos no lo discutimos. Sin embargo, como unas elecciones no cambiarán tanto la realidad del país, no significa que provocáramos elecciones.

¿Qué haría Vidal Aragonès si fuera president?
Primero de todo, tener muy claro que avanzar nacionalmente no se hace sólo desde la institución. En las instituciones clásicas, los derechos que se aprueban son siempre fruto del traslado de movilizaciones. Por lo tanto, intentaría poner la institución al servicio de lo que pasa en la calle. Y la segunda, lo que seguramente necesitamos más: más gente y más organizada. Y para eso es determinante dar respuesta a las condiciones de vida de aquellos sectores de las clases populares que todavía no se han sentido interpelados.

¿Qué medidas concretas?
Primero, la construcción social. En Enseñanza, acabar con los conciertos de las escuelas que segregan por sexo y este dinero que vaya a las escuelas con más necesidades. En tributación, intervenirla para tener más ingresos. En sanidad, iniciar un proceso de reversión no sólo de la privatización, sino del robo. Y con respecto a la creación de empleo y la respuesta a las situaciones de máxima pobreza, una campaña muy potente de creación de empleo en el sector público.

¿Y para la construcción nacional?
Proceso de creación de una banca nacional pública. Tenemos pequeñas y medianas empresas que cierran por falta de crédito. Eso no puede pasar. Y después infraestructuras esenciales: puertos, aeropuertos, carreteras y comunicaciones con gestión y titularidad pública.

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Estamos dispuestos a perder el sueldo por abandonar los escaños

Hablaba de "ser más", ampliar la base. ¿Asumen que la mayoría no es suficiente?
No, no lo estamos asumiendo. Si hablamos de legitimidad, ¿cuáles son las dos normas que más nos determinan?. La primera, el Estatut. ¿Con qué participación se aprobó? Muy parecido al 1-O. La segunda, la Constitución Europea. La participación es exactamente igual. Tenemos toda la legitimación. Pero es necesario sumar más para evitar una actuación represiva del Estado. Y la forma de ser más viene de dar respuesta a las necesidades de las clases populares.

Pero con una correlación de fuerzas idéntica, el 27-S la CUP dijo que no había un mandato y el 1-O y el 21-D dijo que sí.
Apareció el que entonces era portavoz de la CUP y dijo que, en los términos que se había planteado las elecciones, no habían salido mayorías. Pero no decíamos nada más. Un grupo, el que ganó las elecciones, planteó un carácter plebiscitario, que no hicimos nuestro. Pero eso no significa que tengamos un problema de legitimidad. El problema es de correlación de fuerzas.

Pero el 1-O sí que fue un plebiscito, y las cifras fueron, más o menos, las mismas.
Sí, pero con una diferencia: estos 600.000 votos que no se pueden computar cambian mucho la cifra. Nos colocamos en torno al 50%.

¿Hay nada que pueda hacer que la CUP entre a negociar presupuestos?
A día de hoy no nos lo planteamos.

¿Ningún gesto, como se le pide a Pedro Sánchez?
Si de repente ponen encima de la mesa medidas de ruptura, medidas de desobediencia civil colectiva y medidas sociales que den alternativas a las clases populares, convocaríamos una asamblea nacional extraordinaria. Pero no estamos hablando de gestos. Con todo el respeto, parece incluso ridículo pedir un gesto por unos presupuestos.

¿Y cómo ve la mano tendida del president Torra a los comunes?
El problema no está con quién pactas los presupuestos, sino qué presupuestos. ¿Darán alternativas reales a la situación de la sanidad o la enseñanza? ¿Cambiarán la tributación? ¿Servirán para construir la banca pública catalana? La respuesta es que no. Serán unos presupuestos del PDeCAT y ERC. En los últimos años no hemos tenido presupuestos sociales.

Ustedes los han aprobado...
Sí. Y los aprobamos diciendo que no eran sociales. No practiquemos el histórico autoengaño de la socialdemocracia de ir repitiendo que son "los más sociales de la historia".

No eran sociales y los aprobaron.
Para que no hubiera ninguna excusa para no hacer el referéndum. Y una tercera parte de la CUP estuvimos en contra. Yo lo puse por escrito.

¿No hay margen para el diálogo con el gobierno español?
Tiene que haber diálogo, nosotros nunca lo hemos negado. ¿Pero hablar de qué? Estaríamos encantados de poder sentarnos en una mesa con el Estado español y ver cómo repartimos gastos y costes, qué tienen que indemnizar Catalunya y España, la liberación de los presos, reconocimiento de derechos... Eso sí, una mesa de diálogo con quien te persigue, te criminaliza y te encarcela, no lo he visto nunca.

¿Cree que no ha cambiado nada?
Ha cambiado el nivel de intensidad del gobierno español, que no del aparato del Estado español. Y esta es una cuestión esencial. Si alguien piensa realmente que quien manda en el Estado español es Pedro Sánchez y el PSOE, es que todavía no ha entendido cómo funcionan los Estados. Ha habido pequeños cambios, pero no sobre cuestiones esenciales. ¿Sánchez reconocerá el derecho de autodeterminación? ¿El Supremo tendrá una actuación menos represiva? No, eso no ha cambiado.

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Si tuviéramos mecanismos, nos plantearíamos si hacemos caer al Govern

¿Por qué la CUP no estará en el Consejo de la República?
Primero: ¿es "de la República" o "por la República"?

No lo sabemos...
La respuesta me la estás dando tú. No sabemos realmente ni cómo quieren llamarle. Puede no ser una cuestión semántica. Puede ser un ejercicio en el que no se traslada lo que realmente se quiere hacer.

¿Por qué?
Cuando se le traslada al Govern si eso es o no es un ente que tiene un carácter público, dicen claramente que no. ¿Y para nosotros, que tenga un carácter privado ya es un elemento para no participar? ¡No! Pero nadie nos ha explicado cómo servirá para hacer efectiva la República.

¿Ni siquiera se sentarán a escuchar qué idea tienen para el Consejo?
Nosotros nos estamos reuniendo y estamos hablando con JxCat y con ERC...

¿Entonces no han visto intención de llenarlo de contenido?
Correcto. No hemos visto nada que nos haga hacer una apuesta política ante un ente para avanzar nacionalmente, ni socialmente. No pensamos que la construcción de la República pase por nuevos organismos construidos en base a unas personas muy concretas, sino por ir construyendo en el territorio.

¿Y el Foro Cívico y Social para el Debate Constituyente?
Nos pasa exactamente lo mismo.

Este sí que está arraigado en el territorio.
No, no. Hay una presentación que dice que quiere arraigar en el territorio, que es una cosa muy distinta. Esto viene determinado por cómo lo gestas y cómo nace. Si realmente quieres que arraigue en el territorio, provocas una discusión previa en el conjunto del territorio. Y ha sido al revés.

...
Se hace un primer acto de presentación (una rueda de prensa) donde hay muchas cosas que no se responden. Son todas aquellas cosas que a la CUP tampoco han respondido. No podemos participar de aquello que no sabemos qué significa. Por una cuestión muy simple: ¿cómo le explicamos a nuestra militancia?

Se ha especulado mucho sobre la respuesta que se tiene que dar en caso de condena. ¿Cuál tendría que ser?
Nosotros lo hemos dicho de una manera muy clara: avanzar nacionalmente. La única alternativa real a la represión es avanzar nacionalmente. Nosotros no estamos en una cultura de la resistencia. Hay mucho camino para seguir avanzando. E intentar configurar una respuesta que no sea únicamente del independentismo, sino en un paraguas amplio antifascista y democrático. Es un ataque a la disidencia.