La CUP decidió no ser ningún obstáculo a la investidura de un president y la conformación de un Govern. No obstante, después de abstenerse con Quim Torra, los cuatro escaños anticapitalistas pasaron deliberadamente a la oposición. Y ya son muy críticos. La diputada Natàlia Sànchez (Figueres, 1983) exige la rectificación inmediata de la composición del ejecutivo, donde sólo hay tres conselleres. Pero también advierte que, acatando lo que dice el Estado, ni se podrá construir la República ni se podrá ampliar la base social del movimiento republicano.

Natalia Sanchez CUP - Sergi Alcazar

¿De qué ha servido la abstención de la CUP, en base a sus propios objetivos e intereses?
No es desde la lógica interna. Debatimos profundamente sobre cómo afecta la represión, el exilio y la constante intromisión del Estado. Y concluimos que nos mantenemos al margen de lo que el republicanismo --si es que todavía podemos llamarle así-- hegemónico ha acordado, que es un plan de gobierno continuista y autonomista, que no aporta ninguna propuesta transformadora.

¿La CUP ha perdido esta batalla?
No, no, la vamos a luchar donde creemos que reside su fuerza: en la calle. Pero no sólo desde la lógica del derecho a la autodeterminación. Cuando hablamos de República, hablamos de cualquier derecho básico. Lo que significó el 1-O no lo podemos desperdiciar. Lo tenemos que poder aplicar a cualquier derecho fundamental. Iremos a la oposición y reivindicaremos unas políticas sociales y mantendremos el pulso desde los espacios de autoorganización popular y desde el municipalismo.

¿Qué notas tomaron del discurso de investidura?
[Ríe] El primer discurso parecía muy hecho para la CUP, con la frase de Txarango que en realidad es de Ovidi Montllor. De aquel discurso pasamos al segundo, donde nos presenta unas políticas continuistas, que no hacen ninguna apuesta de ruptura con el marco económico, social y financiero de la comunidad autónoma. Ni una. Las notas que tomamos es que estamos en el mismo punto; que no podemos decir que el 1-O sea el día fundacional, como dijo Torra en el primer discurso.

Desde JxCat se habla de una mayoría republicana de 70 diputados. ¿Ustedes se la creen esta mayoría?
Hoy, 70 diputados dispuestos a hacer República con una ruptura real con el Estado y con la desobediencia como herramienta, entendemos que no. Ahora bien, hay unos partidos que se presentaron con unos objetivos: levantar el 155, hacer República, recuperar las instituciones... Los que se tienen que preguntar si todavía están en esta tesitura son los partidos hegemónicos. Nosotros interpretamos que cada paso que damos nos aleja un poco más de lo que significó el 1-O.

Cuando se habla de un diálogo 'sin condiciones', se renuncia al derecho a la autodeterminación.

La CUP habla de movilización y de confrontación con el Estado. ¿Esto no puede desembocar en más represión?
Es probable. Y nosotros no pensamos que cuanto más represión, mejor. Es evidente que no es bueno, porque ya estamos viviendo las consecuencias. Ahora bien, lo que tampoco podemos pretender es construir una República sin generar un conflicto político con el Estado, sin generar una ruptura. El desgaste del Estado es una herramienta que nos puede ayudar a acercarnos a la República. En ningún caso podemos volver al marco autonómico que teníamos. Es un lugar que no existe.

¿Hasta qué nivel de represión se puede asumir?
No me atrevería a cuantificarlo. Cada acción represiva que afecta a cada persona individual --presos, exiliados, maestros perseguidos... -- es único y tiene un peso increíble. No podemos cuantificar la represión. Lo que hace falta es que seamos capaces de dar una respuesta colectiva, digna, fuerte, manteniéndonos siempre en el debate democrático, no violento.

Lo digo porque en otoño se habló de muertos en la calle, e incluso la CUP advirtió en este sentido.
Lo que espero del Estado español es inagotable. Están dispuestos a todo. Como pueblo, ¿qué seremos capaces de sostener sin romper la red solidaria? Espero que seamos capaces de todo, con estos fundamentos y valores. ¿Qué haremos si el Estado está dispuesto a hacer entrar los tanques por la Diagonal? De una forma no literal, ya lo está haciendo con la impunidad que permite que la extrema derecha campe libremente en las calles.

¿No ha dado más frutos el exilio que la movilización para desgastar al Estado?
Una estrategia no tendría sentido sin la otra. Si no tuviéramos un pueblo organizado en el interior, seguramente no tendrían ni el sentido ni la potencia que tienen. Son parte de un todo. En el interior, hay gente como Mireia Boya defendiendo un programa político legítimo: el derecho a la autodeterminación. En el exilio, gente como Anna Gabriel están abriendo el frente internacional para señalar cuál es la estructura de herencia franquista de este Estado. Es un todo, con la base sólida de la calle.

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De una forma no literal, los tanques ya están entrando por la Diagonal con la impunidad de la extrema derecha en las calles.

¿Qué nota le pone al Govern, en clave de género y en clave de restitución?
De género, le pongo un cero.

¿Ni un 3?
No, ni un 3. No cumple ni la normativa de este Parlament, que habla de un 60-40%. Aquí también radica la credibilidad de este Govern. Es una de las leyes parcialmente tumbadas por el TC que el president se ha comprometido a recuperar. Y lo primero que hacen es esta chapuza, este despropósito. El año en que el feminismo ha desbordado las calles con una huelga general. Exigimos que rectifiquen.

¿Y en clave de restitución?
Estaríamos hablando de una restitución si fuera Carles Puigdemont quien nombrara a los consellers. Si hubiéramos desobedecido la intromisión de los tribunales sobre quien puede ser candidato y quien no. Esta pretendida restitución, que nunca nos hemos hecho nuestra, ha quedado muy desdibujada. Pero estos cuatro consellers tendrían que poder tomar posesión, desobedeciendo si hace falta.

¿Aunque no se haya publicado en el DOGC?
Por supuesto. Sin embargo, esto aparte, son cuatro hombres. En las nueve carteras que quedan es imprescindible que haya una rectificación.

¿Las decisiones se tienen que adoptar en Barcelona o Bruselas?
Depende. Hay formas de tomar decisiones de Govern entre el exilio y el interior. Pero para hablar sobre decisiones reales, la pregunta es cuál será la estrategia para que este Parlament recupere la soberanía perdida por el 155 pero también por la Unión Europea. Me da igual dónde; me importa el qué.

Estaríamos hablando de una restitución si fuera Carles Puigdemont quien nombrara a los consellers. Si hubiéramos desobedecido la intromisión de los tribunales.

¿Qué papel debe jugar la asamblea de electos?
No tiene que ser un espacio vacío de contenido, con grandes mesas en salas donde quedan fotos muy chulas. Debemos pensar cómo puede hacer una tarea de contrapoder. Debe generar debate y propuestas, un nuevo polo.

¿Y qué papel debe jugar Puigdemont?
El que él y su partido decidan. A la CUP no le toca decidir esto. Le corresponde a JxCat, o al PDeCAT, porque a veces nos perdemos a un poco con quien es quien... El 30 de enero nosotros habíamos decidido dar cuatro votos para que fuera president, y no fue así...

¿El 30 de enero sí había un programa republicano?
No. El 30 de enero estábamos aquí dispuestas a hacerlo president sin haber entrado en grandes detalles. Entendíamos que aquel acto de soberanía y desobediencia contra la maquinaria represiva del Estado valía la pena. Es después de aquel día que empezamos a negociar un programa político. Empatizamos con la situación de represión, pero nosotros no blanquearemos lo que entendemos como una renuncia.

¿Cuándo fue la última reunión a tres bandas?
Hace tanto de tiempo que casi ni me acuerdo. Fue justamente la víspera de la huelga del 8-M, que nos enviaron el último documento.

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La pregunta es cuál será la estrategia para que este Parlament recupere la soberanía perdida por el 155 pero también por la Unión Europea.

¿Qué debe hacer el Govern si se acaba alargando el 155?
Antes nos tendríamos que hacer otra pregunta: ¿qué han hecho los altos cargos de partido con el 155 hasta ahora? Algunos han sido injustamente destituidos, pero otros no. El mismo Pere Aragonès, que será vicepresident de un Govern "que quiere hacer República". Si respondemos a esta pregunta, seguramente encontraremos la respuesta a qué hacer ahora.

¿Sería desobedecer?
Desde nuestro punto de vista, sí. Y generar una resistencia al 155 desde dentro. Por ejemplo, la escuela catalana o los medios públicos son proyectos que nacen desde la base y que tienen trabajadores que tienen muy clara su conciencia de servicio público. Es muy probable que su intervención los hiciera ingobernables. Lo que se tiene que hacer es hacer ingobernable el 155.

¿Hay que recuperar todas las leyes tumbadas por el TC?
Sí. Al menos todas aquellas que son de cariz social, y que pueden dar respuesta a la emergencia social y ecológica, hace falta recuperarlas y priorizarlas.

¿Y la de transitoriedad?
También. Nosotros le damos plena legitimidad. Pero viendo cómo están las cosas, dudo que se quiera recuperar, porque implica una ruptura.

En su momento JxCat y ERC les ofrecieron una cuestión de confianza. ¿La pedirán de nuevo?
No, no lo tenemos previsto.

¿Qué hará a la CUP desde la oposición?
Pondremos sobre la mesa la contradicción de hablar de República y no de estructuras públicas. Con los servicios sociosanitarios mayoritariamente privatizados, el mismo president habla de "modelo de salud de éxito"... O no lo conoce porque no ha pedido hora a un especialista o no ha tenido una necesidad quirúrgica menor, o engaña deliberadamente. Desde la oposición empujaremos realmente hacia la construcción de la República para seguir evidenciando las contradicciones ideológicas de construir República desde una perspectiva neoliberal. Y trabajaremos para poder aportar ideas en clave constructiva para mejorar las necesidades materiales de la gente: pan, techo, trabajo.

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¿Qué han hecho los altos cargos de partido con el 155 hasta ahora? Algunos han sido injustamente destituidos, pero otros no. El mismo Pere Aragonès, que será vicepresident de un Govern que "quiere hacer República".

La primera carta de Torra ha sido a Rajoy y habla de un "diálogo sin condiciones".
El diálogo debe tener un punto básico: el reconocimiento del derecho a la autodeterminación. Cuando hablamos de "diálogo sin condiciones", entendemos que estamos renunciando. Por lo tanto, es un diálogo que no nos interesa, es falso y va contra la voluntad de la gente. Y es muy peligroso que un president de la Generalitat hable sin condiciones, cuando el derecho a la autodeterminación está en la génesis de este proyecto. No se puede iniciar un diálogo sin condiciones.

¿Se puede ampliar la base con los comunes y el PSC?
La base no se amplía con pactos entre cúpulas de partidos. Que ocho diputados de los comunes voten a favor de migajas, no amplía la base. Es una idea de la vieja política. No participaremos de estos pactos de élites. Desde estas cuatro paredes se pueden hacer políticas para interpelar una a mayoría que ya existe: la mayoría social que sufre las consecuencias del sistema económica.

¿Pero se pueden construir alianzas con estos partidos para hacer estas políticas?
Sí. ¿Pero entonces qué nos encontraremos? Los límites de la autonomía y el Tribunal Constitucional suspendiendo leyes. Si no entendemos que hay que traspasar estos límites para modificar las condiciones materiales de vida, no ampliaremos ninguna base. Las alianzas tienen que ser por abajo, y el movimiento republicano debe tejer complicidades desde una perspectiva de clase. Y los sindicatos debe tener un papel trascendental.

¿Les alarman agresiones como las de Canet?
Condenamos este ataque y la realidad que señala: que el Estado español ha sido el estado europeo que más agresiones fascistas ha registrado durante los últimos meses. Esto nos plantea muchos interrogantes. ¿Cuál es el papel de los cuerpos policiales en esta impunidad? ¿Cuál es el papel de los partidos hegemónicos en sus discursos y posicionamientos? ¿Cuál es el papel de un PSC que se ha acabado manifestando al lado de dirigentes de ultraderecha? De esta impunidad fascista, que no ha desaparecido nunca, debemos señalar las causas y la complicidad de las instituciones. Y debemos tejer una respuesta antifascista organizada.

Natalia Sanchez CUP - Sergi Alcazar