La abogada Magda Oranich i Solagran (Barcelona, 1945) tiene una larga trayectoria como defensora de numerosos presos políticos durante el franquismo, entre los cuales, Salvador Puig Antich. Oranich formó parte del equipo de la defensa de aquel joven militante antifascista de 25 años acusado de matar a un policía, que fue sometido a un consejo de guerra que acabó con sentencia de muerte y, el 2 de marzo de 1974, con la ejecución al garrote vil en la sala de paquetería de la prisión Model de Barcelona. Ahora que se conmemoran los cincuenta años de aquel asesinato, Oranich sigue defendiendo la inocencia de Puig Antich: "Al cabo de 50 años tengo el convencimiento pleno de que a Puig Antich lo ejecutaron injustamente".

Oranich, que pudo entrar a la Model con las hermanas de Puig Antich justo después de la ejecución, recuerda que el juicio se hizo por lo militar, para asegurarse de que sería ejecutado en un contexto en que ETA acababa de asesinar a Carrero Blanco y rememora unas palabras del mismo Puig Antich: "Han matado a Carrero Blanco y a mí". La abogada, además, sostiene que Puig Antich, "hasta el último momento pensó que quizás le llegaba el indulto" y que conviene recordar su figura, pero sobre todo recordar que, en el estado español, "había una dictadura". Porque por eso lo mataron.

¿Usted que participó en el equipo de defensa de Puig Antich, desde un punto de vista personal, incluso sentimental, cómo recuerda todos aquellos días?
Fue tan fuerte que lo tengo muy a menudo presente. Cualquier cosa me lo recuerda. Ahora han pasado 50 años de tantas y tantas cosas, incluso de otras que podríamos frivolizar, como el 0-5 en el Bernabéu. Pero quiero decir que tantas cosas están cumpliendo 50 años... las otras ejecuciones, la muerte de Franco. Me parece mentira que hayan pasado 50 años. Lo tengo tan presente porque no lo he querido y no lo tengo que olvidar nunca. La memoria histórica yo creo que es fundamental. Si a la juventud se lo preguntas, a algunos su familia se lo ha explicado, a otros no y ya no saben nada. Y a veces te dicen: "Pero eso es horroroso". Es que estábamos en dictadura, y no quiero decir que las cosas ahora sean ni mucho menos perfectas, pero aquello era una dictadura: pena de muerte y torturas. Yo misma he sido presa política y yo misma he sido amnistiada. Recordar eso, por una parte, es la satisfacción de que se recuerde, y, por otra parte, la rabia de aquella noche que no pudimos hacer nada para evitar la ejecución.

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Magda Oranich en un momento de la entrevista en el plató de ElNacional.cat / Foto: Miquel Muñoz

Querría preguntarle ahora por sus recuerdos profesionales. ¿Cuál fue su papel en el juicio, en la defensa?
A ver, no lo defendió ninguno de los abogados que estábamos en el equipo, porque lo defendió un antiguo decano nuestro del Col·legi d'Advocats, más conservador, no diría franquista. Alguien pensó, y quizás, con razón, pero no salió bien, que si era un abogado conservador, no tanto del régimen, pero más así, sería mejor...

Los policías dijeron que era un atraco común, pero yo llamé a los compañeros del equipo y les dije que estaba en el juzgado de guardia, que decían que había habido un atraco, pero que no me había parecido un atraco común, que había algo más"

¿Más pragmático?
Exacto. Entonces lo defendió este exdecano nuestro. Y de los que estuvimos, dio la casualidad que la noche que los detuvieron yo estaba en el Juzgado de Guardia. Iba mucho, porque me traían presos políticos. Había un buzón que a las doce de la noche acababan los recursos y los abogados siempre íbamos a las quinientas. Los policías dijeron que era un atraco común, pero yo llamé a mis compañeros del equipo y les dije que estaba en el juzgado de guardia, que decían que había habido un atraco, pero que no me había parecido un atraco común, que había algo más. No trajeron a Salvador, porque lo hirieron y estaba en el Clínic. Y así nos incorporamos a la defensa. De hecho, es que nos incorporábamos siempre todos, porque no éramos tantos los abogados que nos dedicábamos a eso, porque corrías peligros. El equipo tampoco es que pudiera hacer muchas cosas, porque no era la jurisdicción civil, era un consejo de guerra militar, e impresiona bastante, ¿eh?

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Foto: Miquel Muñoz

¿Por qué fue un juicio militar, los policías tenían carácter militar en aquel momento?
No, todavía más absurdo. Las últimas ejecuciones civiles que había habido fueron en el año 63, que ejecutaron a Granados y a Delgado, dos anarquistas que quisieron hacer un atentado contra Franco y, desgraciadamente, no les funcionó. Después se vio al cabo de un tiempo, cuando ya estaban ejecutados, que otros dijeron que lo habían hecho ellos, cuando la amnistía. O sea, que encima no lo habían hecho. Y también ejecutaron a un comunista, Julián Grimau, como delito continuado desde la Guerra Civil. Un horror. Entonces crearon el Tribunal del Orden Público, que era el tribunal de represión política, el año 63. Y este tribunal dictaba miles de sentencias, pero nunca dictó penas de muerte. Entonces, cuando Franco quería —porque esto era así, porque era un dictador—, se enviaba por la vía militar. Pero no había nada, ni Salvador tenía nada que ver con los militares, ni los policías eran militares, ni nadie era militar. No era ya un consejo a un soldado, que quizás tocaba, según la legislación anterior. No, no, era por narices. No es muy técnico, pero era así. Y las siguientes ejecuciones que hubo, la que estuve presente en Catalunya, y en Madrid y en Burgos, también fueron los militares, porque también hizo una ley antiterrorista pocos meses antes, y los pasó por allí. Dictadura es eso, que hay un señor o un régimen de los que lo dominan que hace lo que quiere. Recuerdo que yo estaba todavía en la prisión cuando voló, digámoslo así, Carrero Blanco. Yo pude salir de la prisión unos días, porque se equivocaron y vinieron unas órdenes de libertad a la prisión de mujeres, a la de los hombres no. Salimos tres o cuatro días y fui a la prisión de hombres, y estaba en busca y captura. Y vi a Salvador en los locutorios de la Modelo, hablé con él, y él dijo una cosa que desgraciadamente tenía tanta razón: "Han matado a Carrero Blanco y a mí". El régimen tenía que hacer algo y matar. Hubo un discurso famoso de Arias Navarro, del 12 de octubre, que dije: "La gente no lo ha entendido, pero acaba de decir que matarán a Salvador". Y así fue, y la dictadura era eso. La pena de muerte se había aplicado muchísimo en los años de la dictadura. Por suerte, la Constitución de 1978 abolió la pena de muerte, y por suerte, la Unión Europea no admite países con pena de muerte, y hay países, muchos países en el mundo, sin pena de muerte, pero demasiados todavía que la tienen. Esta es la cuestión, iban a la vía militar, porque a Franco le pasó por las narices, tal cual. Ya sé que es muy poco jurídico y muy poco serio. Los tribunales civiles también estaban influenciados, y Orden Público, mucho. Pero, claro, él dominaba más la parte de los militares.

 

¿Qué margen tenía la defensa en un juicio de estas características? ¿O era simplemente para guardar las formas?
Yo llevé muchos presos políticos y siempre tengo la sensación de que era más de hacer de Cruz Roja que de jurista, porque muchas cosas ya las tenían decididas. En Orden Público a veces podías hacer algo, pero cuando ibas a consejo de guerra era muy duro. Yo había llevado consejos de guerra de soldados, de objetores de conciencia que eran testigos de Jehová y todavía podías decir alguna cosa, pero aquí, las pruebas de la defensa, todas denegadas. Y ya estaba, ya lo veías. Era más teatralizado que las obras de teatro. Y así fue. Entonces no había recurso contra las sentencias, esto es importante. Lo que sí que había es que los consejos de ministros, entonces, eran los viernes. Llegaba al Consejo de Ministros la petición de indulto, que, evidentemente, habíamos hecho, y el Consejo de Ministros si no contestaba, decía: "Enterado". Cuando llegaba el "enterado" quería decir que había ejecución, porque no habían aplicado el indulto. A Salvador lo condenaron a muerte con Heinz Ches, que eso ayuda mucho a explicar la verdad. Que era un desgraciado, un preso común que estaba en la prisión de Tarragona y que había hecho un robo o algo así. Y es aquello que se llamó la torna, a este chico también lo ejecutaron a garrote vil. La torna, para que no digan que es solo el Puig Antich, porque tiene algo de política. No, que haya otro, "para que vean que aquí a los que se comportan mal los ejecutamos". Y los ejecutaron, a los dos, a garrote vil. Lo recuerdo: se llamaba Heinz Ches. Nadie habla de él, claro, no nos acordamos. En cambio, a Salvador lo tengo siempre presente.

 

¿Ellos no coincidieron nunca?
No, que yo sepa. Heinz Ches estaba en la prisión de Tarragona. Su abogado, que murió hace poco, no se podía imaginar que le ejecutarían al cliente. La noche aquella le llamamos, que estaba comiendo una mariscada en el Serrallo, porque estaba convencido de que le habían indultado al cliente, no tenía ningún sentido, y le dijimos que durante la noche tenía que acompañar a alguien.

A las seis de la mañana ya vi que no había nada que hacer, fui hacia la Modelo y estuve con sus hermanas. Y en el momento en que lo ejecutaban, estábamos allí abrazadas, horroroso, delante de la puerta de la Modelo"

¿Cómo vivió la noche antes de la ejecución?
Yo creo que son las horas más largas de mi vida y hemos tenido muchas malas. Con Salvador no estuve, estuvo Oriol Arau, que salió destrozado a las 8 de la mañana, ya no pudo resistir más. Con Salvador no nos dejaron estar durante la ejecución. Estuvimos en elCol·legi d'Advocats toda la noche haciendo llamadas, que creo que los arruiné. Llamé a las Naciones Unidas, al Vaticano. A las seis de la mañana ya vi que no había nada que hacer, fui hacia la Modelo y estuve con sus hermanas. Y en el momento en que lo ejecutaban, estábamos allí abrazadas, horroroso, delante de la puerta de la Modelo. Y cuando nos dejaron entrar, yo, el primer momento que vi a Salvador, lo vi con la cabeza así..., porque el garrote vil, lo siento, es muy cruel. Después ya lo arreglaron, cuando llegó al cementerio. Pero allí, con la cabeza así..., es una imagen que se recuerda toda la vida. Y lucharás para que eso no vuelva a pasar nunca más, y menos con una persona que, yendo a los hechos, no fue un atentado, ni fue matar queriendo ni nada. Fue un encontronazo.

 

Vamos a los hechos. Fue un intercambio de tiros con el resultado de un policía muerto.
Es verdad que ellos iban armados, eran los de MIL. Hubo un intercambio de tiros. Y de aquellos tiros quedaron heridas al menos dos personas, una de ellas el mismo Salvador, y murió un policía. Anguas Barragán, se llamaba. Lo conocía, porque venía a casa a traerme multas, te quitaba el pasaporte y estas cosas. Yo miraba por la mirilla y lo veía: "Hombre, otra vez tú, pasa, pasa, ¿hoy qué me traes? Prohibición de salir al extranjero". Incluso me supo mal, la verdad. La cosa es que hubo disparos y el policía murió de un tiro. Dijeron que era el disparo de Salvador Puig Antich. Yo, personalmente, estoy absolutamente convencida de que no fue de la pistola de Salvador, sino que fue o de otro de los detenidos, o de un policía, no queriendo matar. ¿Qué es lo que me lo prueba, esto? Primero, toda la documentación que he visto, que es mucha, la hay de secreta que yo he visto, pero no solo eso, como jurista. En el consejo de guerra lo primero que pedimos, como primera prueba, fue la prueba balística, que es una prueba normal, protocolaria, y la denegaron totalmente. Al policía se lo llevaron no al Clínic, sino a la jefatura de la Via Laietana —aquello que queremos que desaparezca como lugar de tortura—, y me parece que le hicieron la autopsia allí. Pero con pena de muerte, todas las pruebas se tienen que admitir. Solo con eso yo ya tengo bastante, pero, aparte, he visto documentación y cosas encontradas... Yo creo que no era la pistola de Salvador Puig Antich. Por lo tanto, lo ejecutaron injustamente. Ahora, si tenía algún otro delito, eso ya es otra cosa. El propio hecho de llevar armas sin permiso ya lo era, pero no mató a ese policía. Pero suponiendo que fuera de la pistola de Salvador, tampoco fue un asesinato, porque no era buscado, fue un encontronazo; los tiros iban de un lado a otro. Todas las ejecuciones son injustas, pero la de Salvador Puig Antich, estoy convencida de que por lo que lo ejecutaron no lo hizo. Tengo un convencimiento pleno de ello. Al cabo de 50 años, y cuantas más pruebas veo, cuanto más hablo con uno, cuanto más hablo con el otro, con los propios policías que había en aquel tiempo, que después con democracia cambiaron la manera de hacer, no era él. Y la prueba es que el tribunal denegó la prueba. ¿Qué problema había? Si le extrajeron la bala, es una pieza de convicción. Y esta prueba la denegaron, el consejo de guerra duró unas horas y nada más. Estaba previsto ejecutarlo y así lo hicieron.

 

Quizás tenía razón Puig Antich cuando dijo que iba en el mismo paquete que Carrero Blanco.
Toda la razón, desgraciadamente. Lo veías pasar y hablaba, porque entonces en los locutorios de la Modelo y ahora todavía en los locutorios que he sido últimamente, de otras prisiones y del Estado, que fui a ver a los presos políticos catalanes; pues muchas veces la gente pasea por allí y saludas a uno, saludas al otro. Pero era muy difícil, no podías hablar catalán, no sé si a sus hermanas las dejaron. Yo cuando estaba presa, era reja, pasillo, reja. "Oye, papá, ¿cómo estás?", que yo con mis padres nunca había hablado castellano, no tenía ni sentido. A él se le veía bien, pero era consciente. Pero es verdad que hasta el último momento pensó que quizás le llegaba el indulto. Y aquella noche, toda la noche, todos estaban pendientes, a ver si a las seis de la mañana o a las cinco..., y algunos decían: "Si no lo han dado a las ocho de la tarde, es que no". Pero Salvador, cuando lo sentaron en la silla, no la silla, el garrote vil, que es de madera, así una cosa pequeña, superincómoda, menos mal que no se tienen que estar mucho rato ahí... Entonces Salvador, en el momento en que le dijeron "ahora es la ejecución", dijo: "Qué putada". La esperanza del último momento, tanto para los abogados, para los amigos, para la familia, como para él mismo, no se perdió nunca. Y no se tiene que perder, porque si no, tiene que ser muy duro. Creo que lo pasó muy mal, porque, a ver, no me sabe mal decir que no hubo bastantes manifestaciones. Primero, porque el partido que tenía más fuerza, los comunistas, con los anarquistas no se llevaban muy bien. Pero creo que no es que no quisieran, porque muchos compañeros de todos los grupos colaboraron, sino que nadie se pensaba que lo ejecutarían. Y por eso fue por la jurisdicción militar, no porque Salvador estuviera en edad militar, que eso era otra cosa, si era el momento en que hacían el servicio militar; sino porque era para tener la seguridad de la ejecución.

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Foto: Miquel Muñoz

El caso se intentó revisar hace unos años, pero no se pudo hacer.
El Estado, que es el que manda en estas cosas, y los jueces entienden que la amnistía que tanto luchamos y con la cual salieron los nuestros, y cuando digo los nuestros, quiero decir los antifranquistas, después se aplicó a los torturadores, a los asesinos, a los fachas. Sí que actuó la justicia argentina y la justicia argentina funciona, aunque parezca que ahora lo tienen muy mal. Y la jueza Salvini inició los procesos e inició el de Salvador Puig Antich, que todavía corre por allí. Inició, por ejemplo, los procesos de torturadores, como Billy el Niño. Yo he visto a muchos presos políticos torturados por Billy el Niño. Y claro, entonces le pidieron que declarara también Martín Villa. Y no dejaron ni que declararan ni nada. Y la justicia argentina siguió adelante, pero claro, sin pruebas, sin declaraciones de los propios, no se puede acabar un proceso. Nunca pensé que la amnistía les serviría a ellos. Todavía ahora se podría hacer algo y que algún juez lo intente, pero, realmente, lo veo difícil también por la edad de las personas.

La justicia argentina siguió adelante, sin embargo, claro, sin pruebas, sin declaraciones de los propios, no se puede acabar un proceso"

Ya que hablábamos de la ejecución, querría preguntarle por el verdugo, ¿usted sabe quién fue?
Sí, sé su nombre y todo. No lo recuerdo, pero he tenido en mis manos —y lo tengo por no sé dónde, en el despacho— el recibo que él hacía por su trabajo y que había recibido entre cuatro y cinco mil pesetas, me acuerdo. La factura por la ejecución, porque él vivía en Andalucía y lo llamaban por el trabajo, si es que eso se puede llamar un trabajo. Vino, hizo la ejecución, y la hizo muy rápida, aunque se dice, pero yo no estaba delante, que tuvo que hacerlo dos veces, porque en la primera no lo hizo bien. Si habéis visto la película El verdugo de Berlanga, pues era como aquello. Con la maleta de la ejecución. Por suerte, los últimos años no trabajó demasiado. Pero los primeros años de franquismo fue un no parar. Eran muchos fusilamientos, entonces. Eso del garrote era un poco para humillar todavía más al reo.

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Foto: Miquel Muñoz

¿A cincuenta años de la ejecución, se le recuerda lo suficiente, a Salvador Puig Antich?
Por lo que he visto estos días, creo que bastante. Es evidente que hay toda una generación que lo han oído, lo han leído. Pero en las escuelas no se explica mucho eso. Cuando vienen estudiantes a hacer el trabajo de investigación, muchos preguntan sobre eso. El otro día vino una chica y acabó llorando, porque a su abuelo lo ejecutaron, u otros que todavía no lo han encontrado, al abuelo. Y la gente que lo ha vivido en familia, mis hijos, mis nietos, que ya hacen trabajos de estos, claro, ellos sí que lo saben, porque en casa se ha vivido todo esto. Pero mucha gente ya se ha olvidado. Y a veces yo les digo: "Sí, porque cuando yo estaba en la prisión...". Y te miran: "¿Tú estabas en la prisión?". "Sí, yo estuve en prisión, era una dictadura". ¿Qué había hecho? Una reunión en la que pedíamos libertad, amnistía y Estatuto de Autonomía. Si se pierde la memoria histórica, no se pueden entender muchas de las cosas que pasan ahora. Creo que lo que se recuerda poco es que había una dictadura, y que no nos lo hemos acabado de quitar de encima del todo. Y creo que es importante que lo sepan, que su abuelo no murió de un infarto, sino que lo mataron. Recordar se tiene que hacer siempre, y luchar por los derechos humanos siempre, porque no podemos decir: "Ahora ya lo tenemos". No. No tenemos nunca nada seguro, como los derechos de la mujer. A poco que nos despistamos, retroceden.

No tenemos nunca nada seguro, como los derechos de la mujer, a poco que nos despistamos, retroceden"

Volviendo al presente, en 2024, quería preguntarle por su opinión respecto de la amnistía actual.
Es muy importante la reivindicación de la amnistía y un éxito para quien la pedía, o sea, los grupos independentistas, y me duele mucho que todavía no esté aprobada. Yo ya lo habría aprobado, porque blindar del todo una ley es difícil. Ya sabemos que habrá problemas y se tendrá que luchar en cada juzgado y en cada sitio. He hablado con las madres y las abuelas de los chicos a los que les piden 4 o 5 años, y la gente sufre cuando tiene un proceso encima. Claro, yo voy a un juzgado y no sufro, pero la gente lo pasa mal. Y además, hay muchas diferencias de criterios de los jueces. Yo creo que la amnistía tiene que ser lo antes posible. Tenemos al Tribunal Constitucional, que tiene una constitución diferente de cuando decía a todo que no. Tenemos a los tribunales europeos. Y todos sabemos que no ha habido terrorismo en Catalunya. Es que, a la larga, eso tiene que salir por narices. Por lo tanto, cuanto antes mejor, para que la gente pueda vivir en paz y tranquilidad, siguiendo la lucha. Pero que ya no estén pendientes de entrar en la prisión, que la lucha política es la lucha política; no es encarcelar. Y que puedan volver los exiliados, evidentemente, verlos aquí y entonces seguir adelante. Yo creo que la amnistía siempre es positiva. Menos cuando la dan los torturadores para los suyos, siempre es positiva la amnistía y mucha gente en Catalunya está de acuerdo. La amnistía no tiene nombres, es por unos hechos. Los indultos son con nombre. La amnistía no tiene nombres. La amnistía la tuvimos los de la lucha antifranquista, todos los que habíamos luchado. Los presos comunes lo intentaron, se movilizaron y no lo consiguieron, porque si no, le quitas valor a la amnistía por los temas políticos. Entonces yo digo, a todo el mundo que haya tenido que ver con el 1 de octubre por los diferentes motivos, o el 9 de noviembre. Ni delitos anteriores, ni delitos comunes, no. Los acusados de temas del 1 de octubre, yo entiendo que todos. E intentar que el Tsunami Democràtic no entre y decir que es terrorismo, o decir que los CDR hacían terrorismo... Yo estoy absolutamente en contra. La amnistía tiene que coger a toda esta gente. Se tendrá que batallar mucho en cada juzgado y en cada momento. Y algunos tendrán que esperar que algún tribunal europeo lo diga.