La construcción del nuevo hospital de emergencias Isabel Zendal en Madrid, que se centrará en el coronavirus, ya se ha acabado y los constructores han entregado la obra, pero sin lavabos, según informa la Cadena Ser.

La radio cita a un lampista que asegura que, aunque el hospital fue entregado el sábado pasado, todavía queda mucho trabajo: "Dijeron que abrirían el 1 de noviembre y nos han dado 3 meses más de trabajo, quedan por hacer instalaciones eléctricas, muchísima fontanería, el pavimento de fuera... ". "No hay nada puesto, ni camas ni sanitarios, estamos en las instalaciones de agua", añade.

El hospital se ha montado en tan sólo 4 meses, con una actividad frenética, y de aquí las descoordinaciones, por un coste de 50 millones de euros. Desde el gobierno madrileño dicen que la obra ha sido efectivamente entregada, y que ahora "queda la fase de adaptarlo y ponerlo en marcha", en palabras del consejero de Sanidad, el popular Enrique Ruiz Escudero.

El caso es, sin embargo, que más de 200 operarios siguen trabajando en el hospital y actuando para resolver todo lo que ha quedado pendiente. La fachada y las cubiertas del edificio parecen las más acabadas.

Trabajadores hospital Zenda Madrid

Los contratos de emergencia que los adjudicatarios firmaron con la Comunidad de Madrid contemplan la posibilidad de penalizaciones si esta se demora más allá del último día de octubre, y de aquí también las prisas.

Desde Comisiones Obreras denuncian que las prisas que se han dado no han ido acompañadas de medidas de seguridad ni protocolos para los trabajadores que lo han construido y señalan, directamente, que el precio se ha traducido en la muerte de dos personas: "Ha supuesto un coste elevado de vidas y condiciones infrahumanas para acabar el hospital en un plazo imposible de cumplir". Y recuerda a la presidenta el convenio general del sector de la construcción y la ley de prevención de riesgos laborales, que "en ningún caso se ha cumplido".

Los dos ejemplos que han costado la vida a dos personas son la caída de un trabajador desde una altura considerable, donde faltaban las protecciones colectivas e individuales, el pasado 1 de octubre. El otro, una muerte por infarto: "Si bien sucedió cuando se encontraba fuera del centro de trabajo, el sindicato teme que las consecuencias fueran derivadas del ritmo de trabajo que está sufriendo la gente que presta estos servicios".