Día de fiesta. El Parlament de Catalunya ha dado por inaugurada la undécima legislatura. Todo el mundo dice que será corta. La división se encuentra entre los que piensan que será muy corta y los que piensan que será medianamente corta. Entre los primeros, muchos convergentes que hoy asumían con normalidad argumental que en marzo habría elecciones. Entre los segundos, los que ven que con tiempo y paciencia, el acuerdo entre JxSí y la CUP será posible.
En todo caso, hoy todo el mundo se saludaba. David Fernàndez repartía abrazos. Lluís Llach los recibía. Artur Mas mostraba profesionalidad –no es la primera constitución que vive– y los de Ciutadans vestían para la ocasión. Los del PP asumían con resignación el orden del día. Los socialistas miraban de reojo y los de CSQP han jugado a la equidistancia numérica, una práctica política que en Catalunya quien la ha practicado ha salido trasquilado.
Hoy se han roto protocolos, más allá que en la Mesa de Edad sólo el ujier llevaba corbata y que en la Mesa definitiva, sólo el unionismo llevaba corbata. Las dos personas que han presidido la Cámara no han tenido ningún reparo en pronunciar discursos contundentes. El diputado de la CUP Julià de Jòdar, ejerciendo de presidente, ha aguantado estoicamente cómo el secretario de edad Joan Giner (CSQP) no acertaba los acentos de los apellidos.
El presidente de edad ha presumido de su don literario, de su voz de doblador de westerns y ha entonado con tranquilidad un discurso desgarrador y revulsivo. Ha puesto verde al pacto de la transición y ha recordado su oposición al Estatut de Sau. Ha recordado la frase de la portera Secundina, "corte quien corte el bacalao, yo sigo de portera" , para espolear a los diputados a cuidar de los "pobres teniendo en cuenta a los pobres". "Visca la terra!", ha concluido Julià de Jòdar, entre aplausos de JxSí y la CUP. CSQP no ha aplaudido. Quizás, los de Lluís Rabell ven a Julià de Jòdar demasiado escorado a la izquierda.
La Mesa se ha configurado después de unas votaciones largas y aburridas sólo entretenidas por el azúcar de Julià de Jòdar, por un voto nulo –dedicado al expresident Pujol–; otro para Mas; y unos cuantos votos de la CUP dedicados a Maria Mercè Marçal, Margarida Xirgu y Teresa Claramunt.
Se ha configurado la Mesa definitiva después de unas votaciones largas y aburridas sólo entretenidas por el azúcar de Julià de Jòdar, por un voto nulo –dedicado al expresident Jordi Pujol–; por otro para Artur Mas; y por unos cuantos votos de la CUP dedicados a Maria Mercè Marçal, Margarida Xirgu y Teresa Claramunt. Carme Forcadell no ha obtenido ningún voto en contra. La han votado los de JxSí, la CUP y cinco diputados de CSQP.
Forcadell lo tenía difícil para superar la osadía del discurso de Julià de Jòdar, pero no se ha quedado corta: "¡Viva la democracia, viva el pueblo soberano y viva la república catalana!", ha cerrado su discurso, con cita de Eduardo Galeano en castellano de Xerta. Una expresión que resume perfectamente el contenido de su misiva. El parlamento ha puesto los pelos de punta a Xavier García Albiol, del PP; ha obligado a Inés Arrimadas a mirar el móvil obsesivamente y ha dibujado un rictus condescendencia controlada en la cara de Miquel Iceta.
Se ha cantado a Els Segadors. La CUP y algunos de CSQP con el puño en alto. Otros de pie, no lo han cantado. Acabado el pleno, todo el mundo en el pasillo. Reacciones habituales y vacías de los políticos que hoy no han podido hablar. Ujieres arriba y abajo, con guantes blancos, y los servicios de protocolo orientando los nuevos cuadros de la cámara catalana.
Diputados, curiosos y miembros del start-system político y social se hacían selfies en los pasos perdidos con los nuevos diputados. "Más vale que salga bien, si no quedaremos bien retratados", decía uno de los diputados indys con más experiencia delante del Iphone. No sabemos, ni ha querido aclarar, si se refería al selfie o a la compleja legislatura que se ha abierto. Así pues, entre el azúcar de Jòdar y la sal de bacalao, el algoritmo de la legislatura está servido. Hoy ha sido una muestra.