Una cosa que no se dice, pero que el equipo que asesora a Pedro Sánchez sabe muy bien, es que el líder del PSOE ya sería un cadáver político si el independentismo no hubiera recuperado la idea del Referéndum después del 27S. Sánchez ha podido arrebatar a Podemos la bandera de la lucha antiPP, porque el independentismo ya había dejado malherido a Pablo Iglesias previamente, reivindicando la autodeterminación.

Iglesias se equivocó no llevando hasta el final la reivindicación del Derecho a la autodeterminación de Catalunya como solución a los problemas de base que tiene España. Si ahora corre el rumor que Lluís Rabell negociará los presupuestos con Oriol Junqueras es porque las izquierdas parasitarias que se reúnen en torno a Iniciativa ya no saben dónde pegarse para hacer ver que trabajan a favor de los oprimidos y los pobres.

Igual que ya se vio con Mas, la idea del Referéndum destruye a todo aquel que juega con ella de forma partidista. La CUP tendrá que vigilar que los malotes de Iniciativa y de Convergencia no le hagan el bocadillo o que la enreden como le pasó a ERC con el 9N. La fuerza del referéndum es tan grande que los diarios de Barcelona y de Madrid ayudan a Ada Colau e incluso la presentan como una gran soberanista para intentar pararlo o ponerle el máximo de obstáculos posibles.

El pacto entre Rivera y Rajoy era, eminentemente, un pacto contra la posibilidad de que Catalunya ejerciera el derecho a la autodeterminación. Aunque la propuesta contra el catalán lo disimulara, el hecho de que la contabilidad económica del pacto no cuadrara lo deja claro. El referéndum inquieta tanto en Madrid que algunos catedráticos ya avisan de que el discurso de la legalidad no funcionará sin un Artur Mas que dé credibilidad a la comedia en el lado catalán.

Incluso Rajoy cometió el error de hablar de la autodeterminación durante el debate de investidura. Núria Parlon, que ha decidido disputar la secretaría general del PSC a Miquel Iceta, es partidaria de la vía Canadiense. El referéndum irá ganando terreno a medida que la situación se estanque, porque es una solución concreta, efectiva y posible de aplicar. Además el bloqueo político que sufre España beneficia la economia catalana.

Sánchez ni siquiera tendrá que mojarse. Mientras el Parlamento no ponga una fecha y convoque el pueblo a votar, se puede limitar a ver cómo Rajoy se va asfixiando con su propia táctica sin necesidad de posicionarse. La política de no hacer nada cada vez tendrá menos recorrido. Leyendo a Gistau, a Bustos y otros columnistas de Madrid uno recuerda como el Camamilla Party remató a Mas con sus elogios de cortesano jorobado.

Cuando el Parlamento convoque un Referéndum, Pedro Sánchez tendrá dos opciones: o bien aprovecharlo para modernizar la izquierda española y negociar los términos de la votación o bien ofrecerse en sacrificio al PP