Las explicaciones en el Parlament sobre los cambios en la cúpula de los Mossos d'Esquadra llegaron el lunes con la comparecencia en comisión de Interior del conseller Joan Ignasi Elena, que explicó una vez más que el objetivo de los cambios se enmarca en la necesidad de nuevos liderazgos para afrontar la nueva etapa que tiene que vivir el cuerpo con más territorialización y feminización, entre otras cuestiones. Todo lo explicaba Elena después de días de reproches de los partidos de la oposición que lo habían acusado de hacer una purga. Pero parece que no fue suficiente y hoy el debate sobre los Mossos d'Esquadra ha ocupado parte de la sesión de tarde del pleno del Parlament, donde el PSC-Units y Ciutadans han hecho dos interpelaciones al conseller sobre esta cuestión, y harto de oír hablar de purgas, ha sido tajante: "Niego la purga. La única purga política que ha existido es el 155. La única donde por razones ideológicas se destituyó a todo un gobierno y también a los mandos policiales".

Así lo ha manifestado Elena, que ha asegurado una vez más que los cambios no son para obstaculizar ningún tipo de investigación ni para hacer el cuerpo a medida de intereses partidistas. Así pues, ha defendido que como conseller tiene las competencias para hacer cambios, pero nunca con la voluntad de manipular el cuerpo: "No confundamos la orientación política con la perversión partidaria. Con esta no me encontrarán", ha sostenido el conseller, que ha dicho que no hace cambios sectarios sino que hace una gestión de acuerdo con su opinión política, en referencia a la feminización, a más mediación y prevención. En este sentido, ha vuelto a reiterar que la persona más adecuada para todos estos cambios es el comisario Estela.

 

Asimismo Elena ha insistido en que su visión de la seguridad es social, porque cree que tiene que beneficiar en especial a los más vulnerables: "La prevención y la mediación tienen que ser lo que presida la acción política", ha insistido, y ha acusado al PSC de convertir el problema de seguridad en un problema político: "Se han pasado días insinuando sistemáticamente que era una operación para tapar la corrupción. Es intolerable, muy peligroso y muy injusto para el cuerpo de los Mossos", que ha asegurado que están viviendo los cambios con normalidad. Así se ha dirigido al diputado Ramon Espadaler, a quien también ha acusado de hacer una oposición irresponsable en esta cuestión. En la misma sesión ha asegurado ante las críticas estar boicoteando investigaciones, que si alguien pone una mano en una investigación "será cesado inmediatamente", mientras que ha recordado que se han incrementado el número de agentes destinados a la unidad anticorrupción.

Las explicaciones

Más allá del debate de hoy en sesión parlamentaria, las explicaciones las dio el conseller el lunes a la comisión convocada de forma extraordinaria únicamente para su comparecencia que hizo a voluntad propia, aunque la mayoría de partidos le habían exigido. Allí negó cualquier "purga" y defendió que ha hecho lo mismo que han hecho otros consellers de Interior, y que ha tomado las decisiones después de haberse reunido con los comisarios y haber visitado comisarías para conocer el funcionamiento del cuerpo y cuál tenía que ser el rumbo de los Mossos d'Esquadra y del nuevo modelo de dirección, que finalmente se ha convertido en una jefatura trifásica con Estela, el comisario Eduard Sallent y la intendente Rosa Bosch.

El conseller aprovechó también para defender su apuesta por el comisario Estela por sus conocimientos del territorio, donde ha trabajado en seis de las nueve regiones policiales de Catalunya, su apuesta por la proximidad y también por el modelo de liderazgo más "coral", que, sin decirlo, lo contrapuso al modelo del mayor Trapero, hasta hace un mes, jefe del cuerpo. Sin embargo, no ha querido hacer ninguna crítica abierta y ha defendido que hasta que fue destituido fue "el mejor jefe que había podido tener el cuerpo de los Mossos d'Esquadra". También recordó que los movimientos de mandos, del estado mayor de los Mossos, también han sido avalados por los sindicatos como signo de "normalidad".