El guion de las elecciones vascas ha salido según estaba previsto. El lehendakari Iñigo Urkullu ha conseguido su tercera victoria en las urnas, más amplia todavía. A pesar de no obtener la mayoría absoluta, lo tendrá bastante fácil para gobernar. En primer lugar, porque la actual coalición con los socialistas vascos daría para revalidar la alianza en Ajuria Enea, que crece en escaños y esta vez obtiene la mayoría absoluta. En segundo lugar, porque el tripartito de izquierdas EH Bildu-PSE-EE-Elkarrekin Podemos, aunque podría llegar a sumar, no es una alternativa plausible. En La Moncloa también respiran más aliviados, Pablo Casado se estrella y Vox está de celebración con un escaño en Euskadi.

Con el 99% de los votos escrutados, el PNV mantiene su hegemonía, con 31 escaños, creciendo tres diputados. Es el mejor resultado de los jeltzales desde el que hizo Juan José Ibarretxe en 2001, cuando obtuvo 33 diputados.

 

A continuación, EH Bildu se consolida como segunda fuerza; superando su propio techo histórico, pasando de los 18 a los 22 escaños y un 27,8% de los votos. Los abertzales superan en las urnas lo que pronosticaban todas las encuestas. Su máximo estaba en 21 escaños en el 2012. Las fuerzas nacionalistas e independentistas obtienen más de dos tercios del Parlamento, con 53 de los 75 escaños.

Por otra parte, el PSE-EE consigue el sorpasso a Elkarrekin Podemos, manteniendo los 10 escaños, uno más. Pero no lo hace tanto por mérito propio, sino porque los de Pablo Iglesias retroceden cinco escaños, hasta los 6 diputados.

Como ya avanzaban las encuestas, la coalición entre el PP y Ciudadanos en el País Vasco no suma, sino que resta. El candidato, Carlos Iturgaiz, de línea dura, era una apuesta personal de Pablo Casado, que apartó al moderado Alfonso Alonso. El resultado de esta apuesta: 5 escaños, cuatro menos que ahora hace cuatro años. Bien lejos de los 19 que llegaron a obtener con Jaime Mayor Oreja.

La extrema derecha se ha beneficiado de la abstención y del sistema electoral vasco (25 escaños por demarcación independientemente del peso poblacional). Vox ha obtenido un escaño por Álava, haciendo irrumpir a los de Abascal en el Parlamento vasco.

La mayoría en el Parlamento vasco se encuentra en 38 escaños. El PNV y los socialistas suman, ellos solos, 41. De este modo, podrían revalidar su alianza de forma cómoda. Además, el sistema vasco permitiría invertir a Urkullu en segunda vuelta sin mayoría absoluta. No existe el sí y el no. Se puede presentar cualquier candidato y sale elegido el que más votos tiene.

La pandemia global, al menos desde un punto de vista político, ha soplado a favor del PNV. Ha obligado a retrasar las elecciones, dejando atrás escándalos como el del vertedero de Zaldibar —aún ni se han encontrado los cuerpos de los dos trabajadores—, e incluso tramas como el caso De Miguel, el mayor caso de corrupción juzgado en el País Vasco. Mientras tanto, el lehendakari Iñigo Urkullu ha podido exhibir gestión sanitaria, moderación e incluso influencia en la capital del Estado.