El debate de candidatos a la presidencia del gobierno español en las elecciones del 28-A. Si se harán dos o uno. Quién irá y quién no. En qué tele se celebrará. Etcétera. He aquí el tema del día. ¿No es para desesperarse? Un poco sí y un algo no. Hay cerca de un 40% de electores indecisos y ese debate podría cambiarlo todo, como el primer cara a cara televisivo que se celebró, el año 1960, entre Nixon y Kennedy, tan mitificado. Kennedy ganó esas elecciones por poco más de 100.000 votos.

Desanima, sin embargo, el hecho de que un rato de emociones y retórica pueda decidir las elecciones más decisivas de los últimos 25 años por encima de los programas de los partidos, sus propuestas para salir de los callejones sin salida que paralizan la política española desde hace cuatro años. El panorama de España que pinta la zarabanda del politiqueo no es muy agradable. Pero es este.

Encima, la cuestión decisiva que bloquea la política estatal no tendría ningún representante de la parte más afectada, pues los candidatos catalanes —cuando menos los del lado indepe- no estarían presentes. El nivel podría ser más bajo, más indigno, desde luego. El paisaje es decepcionante. Las portadas de los diarios, también.

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