El PSC será desde hoy más PSOE que nunca. Casi cuarenta años de “soberanía” y de “plena soberanía”, conceptos usados en el doble protocolo de unidad socialista catalana y del PSC con el PSOE de julio del 1978, pasarán a formar parte de la historia de una peculiar, compleja, y, hasta hace poco tiempo, exitosa relación política. 

Javier Fernández, presidente de la gestora que dirige el socialismo español desde la defenestración de Pedro Sánchez, y Miquel Iceta, primer secretario de los socialistas catalanes, firmarán este martes en la sede de Ferraz, en Madrid, el documento que reformula la relación entre ambos partidos. Aparentemente han cambiado pocas cosas; en el fondo, nada volverá a ser igual.

El texto, bajo el título de “Para un fortalecimiento de las relaciones PSOE-PSC”, se presenta como una actualización del Protocolo de Unidad Socialista de julio de 1978. Pero es una actualización regresiva, una clara rebaja de aquella soberanía de los socialistas catalanes a que hacían referencia los documentos iniciales del pacto firmado en la transición con el PSOE. Y en unos momentos en que la sociedad catalana avanza, precisamente, en sentido contrario. La muestra fehaciente es la crisis y la sangría electoral del PSC desde el 2010 en buena parte por las graves contradicciones ante el proceso soberanista. 

El nuevo protocolo pone fin a la crisis abierta por la rebelión de los diputados al Congreso del PSC en la investidura de Mariano Rajoy. El 29 de octubre pasado, los siete parlamentarios catalanes -Meritxell Batet, Mercè Perea, José Zaragoza, Lidia Guinart, Manuel Cruz, Joan Ruiz y Marc Lamuà- votaron no al líder del PP en contra de la abstención decidida por el comité federal en el que se materializó el golpe susanista contra Sánchez y su “no es no”. Pero el acuerdo que establece el nuevo modelo de relación, titulado "Para un fortalecimiento de las relaciones PSOE-PSC", también sanciona el final de una época.

Del partido soberano al partido 'autónomo'

El actual PSC surgió en julio de 1978 de lo que hoy llamaríamos proceso de confluencia entre la Federación Socialista Catalana (PSOE) de Josep M. Triginer, el PSC-Congrés de Joan Reventós y el PSC-Reagrupament fundado por Josep Pallach. El acuerdo era consecuencia del pacto de abril del año anterior, que establecía la relación en el Congreso entre los “Socialistas de Catalunya” y el PSOE, dos grupos parlamentarios diferentes que dejaron de existir el 1982, con la primera victòria de Felipe González en las elecciones generales.

Reventós (PSC-C), Triginer (Federación Catalana del PSOE) y Verde Aldea (PSC-R), en el congreso de unidad socialista de 1978 / EFE


El Protocolo de Unidad del 78 establecía en su punto dos que el PSC “es un partido de clase y nacional que surge de la voluntad constituyente de las organizaciones socialistas de Catalunya y que, en virtud de su soberanía, decide la participación en organismos representativos y decisorios comunes con el PSOE”.

Un planteamiento de corte claramente confederalista que en el punto 2 del documento ("Principios rectores de la relación política entre PSOE y PSC") que a partir de ahora regirá la relación entre los dos partidos queda subordinado, de entrada, al "principio de unidad en el proyecto político que las dos organizaciones comparten". Este es el primero de los 4 principios para "fortalecer las relaciones PSOE-PSC", al cual siguen: "reconocimiento y respeto mutuo de la autonomía de las dos organizaciones", "confianza y lealtad recíprocas" y "equilibrio en las relaciones políticas y organizativas".

Línea política en Catalunya

El documento del 78 señala que el Congreso del PSC es “el órgano supremo del partido” (artículo 3) con "competencia exclusiva" para, entre otros aspectos "elaborar su línea política y su programa en Catalunya". Las atribuciones políticas de cada partido quedan mucho más delimitadas en el nuevo documento, en concreto en su punto 3 ("Bases políticas") Así, si bien PSOE y PSC se reconocen como "referentes políticos mutuos en sus respectivos ámbitos territoriales", se indica que al PSOE corresponde la definición política de los socialistas "en los asuntos de naturaleza o relevancia constitucional, así como en aquellos la aplicación de los cuales excede del ámbito territorial de Catalunya". Mediante esta fórmula, el PSOE se garantiza su intervención en aspectos del ámbito del autogobierno catalán con dimensión "constitucional". O sea, potencialmente en todos, ya sea una reforma del Estatuto o el actual planteamiento de un referéndum de autodeterminación.

La laminación de la capacidad de decisión del PSC en asuntos que pueden afectar la relación Catalunya-España es tan obvia que, a continuación, el texto subraya que "en la definición de la posición política en estos asuntos, el PSC tendrá garantizada su intervención mediante su participación en los órganos del PSOE, y específicamente su comité federal". Obviamente, corresponde al PSC la aplicación en su ámbito territorial, es decir, Catalunya "de las posiciones políticas y resoluciones adoptadas de acuerdo con los párrafos anteriores". Pero serán políticas y resoluciones no adoptadas desde el principio de bilateralidad sino de multilateralidad, es decir, condicionadas por la dirección y las federaciones socialistas del resto del Estado, como por ejemplo la potente baronía andaluza que lidera Susana Díaz.

Participación en el congreso del PSOE

El protocolo del 78 señala que el PSC "enviará sus delegados (...) para que participen en las sesiones, debates y resoluciones que hagan referencia a las cuestiones comunes de la lucha de clases a nivel del Estado". Se indica además que el PSC aplicará en Catalunya las resoluciones "de ámbito estatal" que se adopten y se precisa que "tendrá plena soberanía en aquellos ámbitos de competencia que los socialistas de Catalunya propugnamos para la organización política de nuestro país". Eso sí, se remite al "marco constitucional aprobado en su programa por los socialistas de todo el Estado". (artículo 4) 

En el nuevo acuerdo de relación, se mantiene la "delegación propia" del PSC en los congresos del PSOE y los militantes podran continuar participando en la elección del secretario general de los socialistas españoles, pero, a partir de ahora, "integrándose en un censo con validez para todo el proceso congresual". Del mismo modo, se tendrán que integrar en "un censo al efecto" para participar en los procesos de elecciones primarias para elegir el candidato de los socialistas a la presidencia del Gobierno español, requisito inexistente hasta ahora.

Ejecutiva y comité federal

El protocolo del 78 indica que los delegados del PSC en el Congreso del PSOE proponen sus candidatos a la ejecutiva federal socialista (artículo 5), así como también al comité federal (artículo 6). En el caso de la ejecutiva, el nuevo protocolo señala, de una manera mucho más laxa, que "la comisión ejecutiva federal del PSOE contará con la presencia de miembros del PSC".

En cuanto a la participación en el comité federal -máximo órgano del partido entre congresos-, será, en cuanto al número, "proporcional al censo de militantes del último proceso congresual federal" y "de acuerdo con el baremo establecido en los estatutos federales para determinar la representación de las federaciones autonómicas". El trato que recibe aquí el PSC queda en buena parte equiparado, pues, al resto de federaciones socialistas.

Investiduras y alianzas

A diferencia del protocolo del 78, el nuevo acuerdo de relación es muy explícito en cuanto a la investidura del presidente del Gobierno español y la definición de las alianzas electorales en Catalunya. El primer ámbito se reserva al comité federal, al que ambos partidos reconocen como "el único ámbito de decisión en relación con la investidura del presidente del Gobierno (español)". En consecuencia, y a diferencia de lo que sucedió en la última investidura de Rajoy, los diputados socialistas catalanes en el Congreso pierden, en último término, la autonomía para decidir quién gobierna España.

En cuanto a las alianzas en Catalunya, el PSOE admite que es el consejo nacional del PSC "el único ámbito de decisión en relación con la investidura de la presidencia de la Generalitat". Pero sin embargo, añade: "la celebración de acuerdos de gobernabilidad, la política de coaliciones, pacto y alianzas electorales será analizada y consensuada en la comisión de coordinación política del PSC". Una cláusula que, a la práctica, condiciona la soberanía de los consejeros nacionales del PSC para decidir a quién invisten como presidente de Catalunya.

En las complejas negociaciones para rehacer la relación entre las dos formaciones, Iceta puede presumir de haber salvado los muebles. Pero, a la práctica, la relación entre el PSC y el PSOE a partir de ahora será más parecida a la existente entre cualquier federación socialista y la dirección “federal” de la madrileña calle Ferraz que a la establecida entre dos partidos “hermanos”, y, no obstante, soberanos. 

Imagen: Obiols, González y Serra en un mitin del PSC en el Palau Sant Jordi durante los años noventa