El Partido Popular se mantiene determinado a aguar cualquier gesto del independentismo y el soberanismo para acompañar a sus representantes políticos. Primero, se aseguró que la conferencia del Govern en Bruselas se daría como en una "cafetería", aunque después hizo pleno en el Parlamento Europeo. Esta vez, el portavoz de Comunicación, Pablo Casado, ha quitado hierro a los protestantes que han acompañado a Artur Mas, Joana Ortega y Irene Rigau a las puertas del Tribunal Superior de Justícia asegurando que la "Catalunya real a esta hora estaba trabajando".

Casado ha tenido que matizar sus palabras más tarde, preguntado si creía que los 40.000 manifestantes eran funcionarios públicos. Entonces ha indicado que no sabía si eran "17.000, como dice Sociedad Civil Catalana", pero que la Constitución era la garantía de que las personas se pudieran manifestar. Sobre ello, ha denunciado las llamadas presuntas de la consellera de Governació, Meritxell Borràs, a pedir el 6-F libre para manifestarse.

Según Casado, los líderes del proceso soberanista "habrían sobreactuado, perjudicando a sus intereses", ya que a su parecer estaría ante un fin de ciclo donde el independentismo no podría avanzar. "El procés no conduce a nada, no está avanzando, va girando sobre lo mismo, no tiene eco ni repercusión", ha asegurado.

Finalmente, se ha vuelto contra las críticas, diciendo que en España nadie es juzgado por sus ideas políticas. "Tenemos el máximo respecto a la actuación de la justicia. Hoy se juzga a un dirigente político por desobedecer al Tribunal Constitucional. Nadie está por encima de la ley, ninguna ideología está por encima", ha cerrado.