Entre marzo y mayo de 2020 España estuvo sumida en un confinamiento total que dejó a los ciudadanos encerrados y aislados en casa. El coronavirus acababa de llegar al país. Un año después, la crudeza con que la tercera ola está sacudiendo Europa viene acompañada de la sombra de un nuevo cierre domiciliario. El Govern catalán ha salido al paso, para afirmar que de momento no lo tiene sobre la mesa.

El president Quim Torra ha emitido un comunicado este viernes exigiendo "una restricción absoluta de la movilidad fuera de los servicios esenciales" para combatir la "gravísima" situación epidémica. La cuestión es compleja, ya que "para que tenga fuerza legal", la decisión la tiene que tomar el gobierno del Estado. Así de claro lo ha expuesto el vicepresident Pere Aragonès durante una entrevista a Els Matins de TV3.

En cualquier caso, ha adelantado que de momento "desde el Departament de Salut no se ha propuesto esta opción". Por lo tanto, por ahora no está encima de la mesa del Govern. "Si desde el Departament de Salut se nos dice que hay que avanzar hacia un confinamiento domiciliario, lo estudiaremos y lo pondremos en ponderación", ha añadido.

Budó matiza a Torra

En la misma línea que Aragonès se ha expresado la portavoz y consellera de Presidència, Meritxell Budó. Quien fue la mano derecha de Torra durante más de dos años ha matizado la propuesta del president inhabilitado. "Ahora, en Catalunya, en estos momentos, la situación sanitaria nos dice que no estamos aquí". Ahora bien, en paralelo ha advertido que hay "lugares donde la situación está absolutamente descontrolada". Si se tuviera que llegar a este punto, ha dicho, sería "en un par de semanas".

Algunos países como Alemania han optado por decretar un confinamiento duro, con escuelas y actividad económica no esencial cerradas. Ahora bien, los gobernantes catalanes han dejado claro más de una vez que Catalunya no es Alemania, y que no tiene bastantes recursos para compensar los negocios que se vean obligados a bajar la persiana.