La agenda secreta del jefe de los Mossos en Madrid, visitando sin conocimiento de la cúpula política de Interior la Zarzuela, el Tribunal Supremo y la Audiencia Nacional en un viaje a Madrid el mes de julio, ha hecho saltar por los aires los pocos puentes de confianza que quedaban entre el major Josep Lluís Trapero y el equipo del conseller Joan Ignasi Elena y el director general de la Policia, Pere Ferrer.

Las relaciones entre Interior y el major no han pasado nunca por un buen momento, pero haberse revelado ahora estas visitas ha hecho aumentar un punto más las alertas —ahora ya alarmas— en la dirección política del nunca fácil Departament de Interior. Fuentes de la conselleria confirman que el encuentro no fue notificado, si bien creen que fue por cuestiones operativas y que, por lo tanto, estarían justificadas. Eso no esconde, sin embargo, el malestar por parte de Elena y Ferrer por no haber sido avisados.

Segunda visita de agenda secreta en pocos meses

Según ha podido saber ElNacional.cat, la visita del mes de julio fue la segunda que hizo Trapero con algunos de los mandos más estrechos a Madrid desde que fue nombrado de nuevo como jefe del cuerpo por el conseller Miquel Sámper.

En mayo ya hizo un viaje a Madrid acompañado de su segundo, el comisario Miquel Esquius, y otros mandos, como el jefe de la Comisaría General de Investigación y el jefe de la Comisaría General de Información.

En aquella visita, de la cual sí que fue informado Interior, ya mantuvo reuniones fuera de la agenda pública. En aquel momento ya se había hecho oficial que el comisario Ferran Lòpez había dejado el cuerpo y se había incorporado a las órdenes de Laporta como jefe de seguridad del FC Barcelona. Trapero necesitaba demostrar que seguía fuerte a pesar de perder uno de sus puntales y el hombre que le hacía de conexión con Madrid. Le sirvió para presentar a Esquius como su hombre fuerte y en lo referente a la capital de España desde entonces.

En la visita conocida ahora, Trapero también se hizo acompañar por Esquius, y los encuentros con la Zarzuela, el Tribunal Supremo y la Audiencia Nacional fueron las segundas partes de las reuniones del mes de mayo. Oficialmente, ni Interior, que las desconocía, ni Mossos han revelado qué temas se trataron.

Ni confianza ni comunicación del major con Interior

Este nuevo hecho conocido ahora complica todavía más la relación entre el actual jefe del cuerpo y la cúpula de Interior. Esta agenda secreta de alto nivel del jefe del cuerpo es muy delicada y siempre se tiene que hacer de manera coordinada con el conseller y el director general de la Policía para evitar poner en riesgo iniciativas políticas o institucionales. No comunicar estos encuentros no sólo pone negro sobre blanco la falta de comunicación y confianza entre el jefe de la Jefatura y los responsables de Interior, también pone de relieve que Trapero no entiende o no acepta el papel que le toca hacer como jefe de la Policía de la Generalitat de Catalunya.

Josep Lluís Trapero saluda al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska / Efe

No es la primera vez que Trapero va a la suya y quiere poner en marcha iniciativas que no son de su competencia, como cuando organizó un "consejo de sabios" con colaboradores suyos para reformular el orden público de los Mossos. Ideó una fusión de unidades que el jefe de la Brigada Mòbil incluso ya había trasladado a sus agentes. Ahora, de momento, todo está parado a la espera de una comisión en el Parlament, que será donde se debatirá políticamente el modelo de orden público de la policía de Catalunya.

Trapero en la cuerda floja

Los últimos acontecimientos confirman otra vez que el jefe del cuerpo, el major Trapero, está en la cuerda floja y que Interior trabaja para buscarle un relevo.

La agenda secreta es el último episodio. Antes, los errores del major —cargas en Gràcia o los saludos y las fotografías buscadas con el rey español Felipe VI, entre otros— o las decisiones de Interior —pese a disolver el Àrea de Seguretat Institucional (ASI), se le retiró a Trapero cualquier control de los escoltas del president y de los miembros del Govern— ya habían puesto en relieve este malestar.

Los equilibrios pueden durar algunas semanas más, pero todo parece indicar que Trapero tiene los días contados al frente de los Mossos. La segunda parte será más corta que la primera, menos prolífica y con un final, si se confirma, sin imposiciones externas.

El año 2017 no fue destituido por el conseller sino por el ministro español del Interior, después del fracaso de la declaración de independencia y la aplicación del artículo 155 de la Constitución Española, que también había cesado al president Puigdemont, al conseller Forn y a todo el Govern.

Reuniones con los comisarios

El entorno más próximo a Trapero ya da por hecho que la etapa está llegando a su final. Aunque Egara, la sede central de los Mossos, está desierta en agosto, el rumor es evidente. En las últimas semanas Joan Ignasi Elena se ha reunido con la mayoría de los comisarios del cuerpo de los Mossos d'Esquadra, lo que se interpreta como el inicio de la fase de relevo.

Un hecho que se suma a la falta de sintonía que hay entre Elena y Ferrer con Trapero, con quien despachan en contadas ocasiones. Fuentes de la policía catalana no esconden que esta actual relación fría —en visitas oficiales Trapero casi ni se sitúa con Elena, o este 17-A, cuando el major no asistió al acto en recuerdo de los atentados— y la falta de confianza convierten en inviable la continuidad de Trapero como máximo mando del cuerpo.

 

Imagen superior: Trapero saluda al rey Felipe VI / Casa Real