Los datos no mienten. Según un reciente estudio de la fundación Centro de Estudios Andaluces, la población de esta comunidad autónoma tiene una fuerte identidad arraigada a su territorio. Una amplia mayoría de los andaluces se ven vinculados con varias cuestiones simbólicas: cuatro de cada cinco se identifican con la bandera de la región, su himno, y su acento. Incluso hay un 87% de andaluces que se declara orgulloso, o muy orgulloso, de serlo, y el sentimiento de pertenencia a este territorio se sitúa en una media de 8,71 puntos. Con todo, queda claro que la población de Andalucía tiene una importante conciencia identitaria.

Pero también es cierto que en esta comunidad autónoma falta, también, un movimiento independentista significante. A pesar de referirse a sí misma como una 'nacionalidad histórica' en su Estatuto autonómico desde 1981, en Andalucía no hay la voluntad de separarse del Estado español, a diferencia de otros territorios, como Catalunya, el País Vasco o Galicia. Y es que la misma encuesta que revela la identidad propia andaluza también constata que nueve de cada diez ciudadanos están orgullosos, o muy orgullosos, de ser españoles, y la media del sentimiento de pertenencia a su país es de 9,1 puntos.

Blas Infante y el Partido Andalucista

El origen de la fuerte identidad andaluza viene de lejos, pero en su concepción moderna se puede seguir el hilo hasta la figura de Blas Infante, que el Parlamento regional reconoce como el 'Padre de la Patria andaluza'. Durante su vida académica, ayudó a trabajar el concepto del andalucismo y a convertirlo en un movimiento de lucha propia, primero con una vertiente regionalista y después desde una perspectiva más soberanista. "Blas Infante decía que Andalucía era una realidad nacional que tenía que aspirar a gobernarse por sí sola", explica el experto en Antropología en la Universidad de Sevilla Isidoro MorenoElNacional.cat. "Defendía el derecho a la autodeterminación para todos los pueblos, no solo las colonias".

Infante fue asesinado por las tropas franquistas poco después del golpe de estado, en agosto de 1936, y con la dictadura su pensamiento fue perseguido y escondido por oponerse a la idea de la España 'una, grande y libre'. Ahora bien, con la caída del régimen y el retorno de la democracia, se empezó a recuperar y tomar una dirección política gracias al Partido Andalucista. "Ellos hicieron del nacionalismo andaluz su bandera", dice el profesor en Ciencia Política en la Universidad de Málaga Francisco Collado en una conversación con este diario. Esta formación integraba varias posturas que iban desde avanzar un proceso de federalización en toda España hasta constituir Andalucía como un Estado con plena soberanía, afirma.

Y, durante un tiempo, tuvo cierto éxito. En 1990, consiguió su máxima representación en el Parlamento andaluz, con 300.000 votos y más de un 10% de los apoyos. También llegó a tener cinco diputados en el Congreso español y la alcaldía de ciudades como Sevilla y Jerez de la Frontera. Y es imposible obviar que el Partido Andalucista irrumpió en la cámara catalana en 1980 con un par de diputados, beneficiándose de la presencia de andaluces en Catalunya. Pero esta opción política se debilitó con el paso de los años, hasta desaparecer de los órganos institucionales, y certificar definitivamente su disolución en 2015. "El problema fue que, a nivel autonómico, el Partido Andalucista servía ocasionalmente como fuerza para investir a los gobiernos socialistas de la Junta, y eso tiene un coste porque la gente veía que se malgastaba su voto", revela Collado.

El vaciado del andalucismo

El movimiento identitario de esta comunidad autónoma también ha sufrido otra amenaza, que es que todas las formaciones políticas han querido aprovechar el sentimiento electoralmente. Primero fue el PSOE, quien, durante casi cuatro décadas al poder, realizó una "estrategia formidable" para "patrimonializar" la figura de Blas Infante, según Collado. Moreno añade que eso ha permitido "diluir" el mensaje nacionalista del ideólogo andaluz. "En estas elecciones, todos los partidos, excepto Vox, se declaran andalucistas, incluso el Partido Popular," dice el profesor de la Universidad de Sevilla. "Esto demuestra que existe un fuerte sentimiento andaluz, porque si no, los partidos no intentaran apropiarse de esta palabra".

Ahora bien, el único partido verdaderamente andalucista que se presenta este 19 de junio con posibilidades de entrar al Parlamento andaluz es el que lidera Teresa Rodríguez. Adelante Andalucía, ahora liberada del control centralista de Podemos, se reivindica. "El resto de partidos son estatales. Nosotros somos los únicos que no tenemos tutela de Madrid", subraya el coordinador de la campaña electoral del partido, Néstor Salvador. "También nos quedamos solos al decir que somos una nacionalidad histórica y decimos que los únicos que podemos escribir nuestro futuro somos nosotros mismos".

El presidente Juanma Moreno, del Partido Popular, con la bandera de Andalucía
El presidente Juanma Moreno, del Partido Popular, con la bandera de Andalucía / Foto: Europa Press

El independentismo, de mínimos

A pesar de todo, y en contra de lo que puede parecer, sí que existe un pequeño puñado de organizaciones y personalidades que se declaran tajantemente independentistas y que reclaman un Estado propio para Andalucía, separado del Estado español. La Asamblea Nacional Andaluza, liderada por el mediático Pedro Altamirano, es uno. Pero incluso él, que el 4 de diciembre 2017 declaró, de forma simbólica, la independencia de los Países Andaluces unificando todo el territorio meridional de la península Ibérica desde Algarve hasta Murcia, lo ve complicado. "En estos momentos, el nacionalismo andaluz está en parada cardiaca y no tiene pulso", lamenta a ElNacional.cat. Ante esta situación, ha dejado de confiar en la posibilidad de alcanzar la independencia en un futuro próximo. "Hoy prefiero luchar por la recuperación de la cultura y la memoria de Andalucía, por nuestra soberanía económica y por el Estatuto, y no por una independencia política que, como a Catalunya, solo nos llevará a un callejón sin salida".

Más optimista se siente Nación Andaluza, que sí que se presenta este domingo con un programa que recuerda el de la CUP. En las últimas elecciones solo obtuvo la insignificante cifra de 5.000 votos, pero esta vez ya ha iniciado una campaña propagandística en varios municipios que busca impulsarlo hacia el Parlamento regional. Su candidata, Isi Barrera, se reivindica como "la única fuerza nacionalista andalucista que pide la independencia", tanto de España como de la Unión Europea. "La pedimos porque Andalucía fue conquistada, y somos una colonia a nivel cultural, social y lingüístico, además de económico", advierte, demostrando hasta qué punto la situación andaluza se parece con la catalana. De hecho, ella misma presenta esta comparación: "Catalunya y Andalucía son dos pueblos hermanos y, aunque intenten enfrentarnos, seguiremos siéndolo".

La realidad en las calles explica otra historia

Pero lo cierto es que una gran parte de la población no comparte estos ideales. Esto es especialmente claro en las zonas urbanas y también al este de la región, ya que el nacionalismo andaluz tiene su origen principalmente en las luchas agrícolas y anarquistas del ámbito rural, por lo que este movimiento tiene raíces vinculadas a la ideología de izquierdas. Así, no sorprende que en la ciudad de El Ejido haya poca conciencia soberanista, sobre todo cuando se considera que dos de cada tres ciudadanos de la provincia almeriense creen tener una identidad diferente de la andaluza, y que El Ejido es un feudo de Vox. En una rápida encuesta por las calles de este municipio, Juani asegura que no hay una identidad propia. "La nación es general y es España, Andalucía es una comunidad autónoma y siempre lo será". Así lo ve también Ramiro, quien asegura que en Almería "toda la vida se ha hablado de la nación española".

Por el contrario, el relato cambia en Marinaleda, un pequeño pueblecito esencialmente rural en la provincia de Sevilla, y gobernado por un alcalde comunista al poder desde las primeras elecciones municipales. Aquí, la gente sí que siente los colores verdiblancos, si bien con el matiz del sentimiento español. Así, Rafa reconoce que los vecinos se sienten andaluces, mientras que Raúl lo matiza, afirmando que él siente que son "parte de Andalucía y de España por igual". Y, unas casas más allá, Ginerva también defiende, a la ligera, su vínculo con Andalucía, sin sorprenderse que en Almería la cosa funcione diferente: "Ellos votan mucho el PP y van a la suya". A este ritmo, para esperar la independencia andaluza, mejor coger silla.