(Si quieres ir directamente a las portadas, están al final de todo).

Ayer El País se indignaba muchísimo. El editorial (Independentismo fracasado) es una montaña humeante de rayos y truenos, como aquel Sinaí de la Biblia donde Dios espera a Moisés para entregarle el Decálogo. Vale la pena entrar en este editorial, no tanto por lo que dice —es la misma filípica de siempre contra el independentismo— sino para explicar una técnica en la que sobresale el diario progre.

La artimaña consiste en pronunciarse sobre alguna cosa que no funciona en España disfrazándola de furibunda catilinaria sobre otra cosa que haga comestible a los criticados el primer pronunciamiento. En este caso, el independentismo es el chivo expiatorio que sirve de vehículo al propósito del editorial. Toda la serie de dicterios contra el soberanismo (al que tilda enfáticamente de "fracaso" cinco veces en tres párrafos), esconde la preocupación auténtica del diario, su mensaje real: "Hace falta un acuerdo político básico entre los defensores de la Constitución". Ciertamente, así lo dice el subtítulo. Pero si quieres seguir el razonamiento y llegar a la madre del cordero del editorial, tienes que atravesar un denso bosque de unas 350 palabras, casi el doble de lo que has leído hasta ahora.

Una vieja película

La consecuencia es que toda la pieza recuerda aquellas escenas de Stan Laurel y Oliver Hardy, donde uno planta un pastel de crema en la cara del otro y este le da una tortazo a un tercero que pasaba por allí. El diario se queja de que "el naufragio" del independentismo ha estimulado "una competición entre líderes por ver quién se exhibe mostrando más arrojo en la defensa de la unidad de la patria" que no es necesaria porque la unidad, etcétera, se defiende gracias a "sus [de la patria] instituciones democráticas, [que] son sólidas y están funcionando".

Todo eso está muy bien y Dios nos libre de criticar que El País tenga uno u otro punto de vista sobre los asuntos que más le inquieten. Se agradecería, sin embargo, más respeto a la realidad. Decir que el independentismo "busca la legitimación de sus acciones en la propaganda y no en los procedimientos y las mayorías" olvida que el independentismo es mayoritario en el Parlament, que es una manera de fracasar, digamos, peculiar. Tras esta mayoría hay más de dos millones de ciudadanos, además, que merecen tanto respeto como los que no son indepes, por muy insoportable que le parezca al diario el juego de pancartas del presidente.

Además, si la causa de que El País se inquiete tan solemnemente es el independentismo, quizás su fracaso no sea tan profundo.

Vestir la mona

Sobre los "procedimientos" sólo hay que abrir los ojos para darse cuenta que, desde hace meses, la política española está en manos de jueces, fiscales, policías y otros aparatos de control del Estado, cuya acción está en el origen de la caída de Rajoy o el cambio de mayorías en Andalucía, por no estirar más la lista de penurias del sistema. Casi no hay política que no acabe muriendo en los tribunales o en la comisaría, ni políticos que no acaben arrojándose a la cabeza una querella ahora y un recurso después. Ayer mismo, la fiscalía, a instancias de la Junta Electoral, hizo entrar los Mossos en varias escuelas, con los alumnos y sus maestros de por medio, para comprobar que no había lazos amarillos y demás. En uno de los centros tuvieron que pintar sobre unos murales para hacer desaparecer emblemas "no neutrales". Poco faltó para que no pusieran a niños y a profesores de cara a la pared, castigados. Seguro que los niños ya han entendido en qué consisten "los procedimientos" típicos de unas "instituciones democráticas sólidas". La letra, con sangre entra.

Quizás resulta que El País, en su afán de disimular el fiasco del juego político español, también disputa la competición de patriotismo que denuncia. En este pandemónium que es la política española, el independentismo tiene alguna cosa que ver —quién puede negarlo— pero si se quiere hablar del fracaso de la política española y de la gresca entre partidos constitucionalistas basta decirlo directamente sin dar tantas vueltas ni montar una escenita de orgullo herido. Cuando menos por respeto al fin de semana de la gente, que ya llega bastante cansada.

EP

ME

ABC

LR

LV

EPC

HOY

AHORA