El presidente del gobierno español arranca este martes con el desayuno de los campeones: por un día no es el protagonista de las portadas de ningún diario madrileño, ni siquiera las del trío antigubernamental. Los titulares se los lleva María Dolores de Cospedal, la segunda víctima de la etapa Casado al frente del PP –la primera, Soraya Sáenz de Santamaría. A la exsecretaria general de los populares y exministra de Defensa se la ha llevado la riada del escándalo de las cintas del excomisario Villarejo. En tres días. Pim-pam.

Estas primeras páginas no hacen más que publicar un aquí yace María Dolores, la esquela de la exministra. Entretanto, un asunto brilla por su ausencia. Se lo pregunta aquí mismo Iu Forn: "más allá de Cospedal y su misterioso marido o el resto de señores y señoras que vayan desfilando las próximas semanas y meses, aquí el gran tema es, qué ha pasado realmente con Villarejo"?. Sobre esta cuestión todos van pisando huevos, no sea que.

Es muy notable la fotografía de ABC, donde aparece con la mirada perdida de quién todavía no sabe qué le pasa ni qué tiene, mientras la enfrentan los móviles de los periodistas. El ademán de desolación y la tristeza en los ojos, como en año de llanto. Sic transit. Es la portada del día.

ABC

Ninguna compasión han tenido con Cospedal El Mundo ni –menos todavía– El País. El diario progre no se priva de destacar, mojando pan, que "mantiene, de momento, sueldo, acta y aforamiento como diputada". Su competidor hace de la necesidad virtud y quiere presentar la caída como una intervención del nuevo presidente del PP, a quien cuelga la medalla de haber sido él quien ha empujado a Cospedal a abandonar la ejecutiva del partido.

ME

EP

Finalmente, La Razón resuelve el asunto en unos bajos porque dedica el espacio principal a rendir pleitesía al rey Felipe VI con ocasión del vigésimo aniversario de ese diario.

la razonEntretanto, en La Moncloa, su inquilino principal suspira aliviado hoy y quizás teme qué le tienen preparado para mañana, que será otro día, o si Villarejo acudirá en su ayuda de nuevo. Quizás se huele –y Dios nos guarde de hacer juicio de intenciones y profecía de tempestades– que, sea cuál sea la decisión del Supremo sobre las hipotecas, tanto si los bancos tienen que pagar como si no, la carguen sobre su espalda. Porque sí, porque elecciones ya.