Hoy las artes marciales han servido de pretexto a los cuatro policías españoles que cargaron en los centros Fedac Horta, en la escuela Infant Jesús y la escuela Dolors Monserdà. Los cuatro forman parte de un pelotón que vino de Galicia, y se han mostrado más contenidos en las declaraciones en comparación con los cuatro agentes de ayer.

Entre las imágenes que se les han mostrado y que ilustran los hechos que les imputan hay dos agresiones en la escuela Monserdà. Una, cuando un policía estira por la boca a una mujer. Y la otra, un puñetazo directo a la cabeza de una joven que sacan del grupo de votantes que está sentado en el suelo bloqueando la puerta.

El agente que golpea a la chica en la cabeza ha admitido los hechos, pero ha dicho que se trata de un "atemi", una técnica de arte marcial, un golpe seco contra cualquier parte del cuerpo. En este caso, la cabeza. El agente ha explicado que la chica "estaba muy nerviosa y que necesitaba tranquilizarla".

Sobre la mujer que estira cogiéndola por la boca, el policía dice que primero la advirtió de que si no obedecía, tendría que utilizar una técnica de provocar un "punto de dolor". Pero el juez le ha pedido al agente que dónde ve en las imágenes esta advertencia. El magistrado se ha quedado sin recibir respuesta.

También han admitido que tenían un sistema de comunicación paralelo. Abandonaron el sistema Neptuno, en el que todo queda registrado, para utilizar los móviles. Justamente, esta manera de comunicarse, que también utilizaron los Mossos el 1 de octubre, ha servido de prueba contra el major Trapero investigado por la Audiencia Nacional.

Dos días antes se repartieron los colegios en los que cargar

El jefe del operativo que ha declarado hoy ha explicado que dos días antes del 1 de octubre se reunieron para distribuirse los colegios en los que actuar.

Aunque el dispositivo preveía que la policía española y la Guardia Civil sólo actuarían a requerimiento de los Mossos, 48 horas antes de la votación los responsables de los pelotones sabían dónde tenían que ir para impedir la votación. Tenían entre 7 y 10 centros cada uno.

La orden era entrar a retirar el material. Y para hacerlo, muchos policías no esperaron ninguna orden explícita, sino que sacaron la porra para establecer un perímetro de seguridad. "Limpiar el perímetro de seguridad", concretamente, explican los policías en su declaración.

Y por eso justifican que dieran golpes por encima de la cintura y por la espalda.

La sombra del 20-S

Algunos de los investigados han admitido que temían quedarse encerrados y desperdigados en medio de la multitud y que les preocupó especialmente que ellos fueran 70 agentes delante de una masa de 500 personas "organizada y violenta". Algunos han explicado que los mordieron.

La sombra del 20-S estaba muy presente y, según han admitido los mismos agentes, las imágenes del día de los registros con los coches rodeados de gente y los guardia civiles encerrados dentro del departamento no se podían volver a repetir el 1-O.

De hecho, el pelotón salió de los vehículos dejando todo el material antidisturbios dentro. Y la obsesión era establecer un perímetro de seguridad, que abrieron a golpe de porra, y cubrirse las espaldas.

Contradicciones y cómo utilizar la porra

A lo largo de las declaraciones queda claro que el uso de la porra no tiene un protocolo concreto para el CNP. Incluso ha habido contradicciones en cómo se tiene que utilizar.

Según el jefe del dispositivo, la porra, en actuaciones colectivas, se tiene que sacar por orden jerárquica. Pero los agentes aseguran que es una defensa de uso personal y que se saca cuando el agente lo cree necesario. Que es lo que pasó el 1 de octubre.