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Tenía que ser la operación perfecta. La CUP no entraba en el acuerdo electoral de Junts pel Sí entre CDC, ERC y las entidades soberanistas de la sociedad civil para las elecciones plebiscitarias del 27S pero esto tenía que servir para que el voto independentista descontento con el acuerdo entre Artur Mas y Oriol Junqueras, y una parte de la llamada izquierda indignada, tuviera unas siglas dónde cobijarse.

Lo que pocos previeron es que la noche electoral planteara el peor de los escenarios posibles para unos y otros. Una clara victoria para Junts pel Sí, con más de 1,6 millones de votos, pero 62 escaños, lejos, demasiado lejos, de la mayoría absoluta, y para la CUP, un crecimiento espectacular –de tres a diez diputados, sumando más de 210.000 votos a los 126.000 que ya tenía– y una patata caliente encima de la mesa: el voto decisivo para la investidura del nuevo presidente. No es suficiente con una aséptica abstención, como mínimo dos de los diputados de la CUP se tendrán que mojar.

Esto ha dibujado una disyuntiva extremadamente complicada. Las fuerzas soberanistas mantienen el timón del proceso hacia la independencia, pero posiblemente en el clima de tensión mayor que han vivido hasta ahora estas formaciones. La CUP ha asegurado durante toda la campaña que no haría presidente a Artur Mas y lo ha proclamado con la misma contundencia con que Junts pel Sí garantizaba que el número 4 de la lista encabezaría de nuevo el Gobierno.

La ecuación resulta extraordinariamente complicada. Ni los unos ni los otros parecen dispuestos a bajar del burro.

Mas en el punto de mira

JxSí argumenta que el presidente es un activo clave en todo el proceso y el garante de que una parte del voto moderado de Convergència se mantenga dentro de la apuesta independentista. Es por esta razón, aseguran fuentes de la coalición, que los ataques provenientes desde la capital española contra el proceso soberanista se concentran en la persona del líder de CDC como viene sucediendo desde el 2012. Anular a Mas equivale, en la práctica, a eliminar una pieza esencial que sostiene el voto "centrado" convergente en los renglones del independentismo.

La CUP es consciente de esta situación. Pero la estrategia que ha mantenido durante toda la campaña personalizando en la figura del presidente de la Generalitat en funciones la denuncia contra la vieja política, los recortes y la corrupción de los partidos tradicionales, le deja ahora muy poco margen de movimiento. Ni los unos ni los otros pueden renunciar a sus compromisos electorales, pero al mismo tiempo son conscientes de que, en caso de que nadie corrija, el riesgo mayor es que el proceso soberanista descarrile.

Al día siguiente de las elecciones de hoy hace ocho días, los tres máximos responsables de la candidatura de JxSí, el cabeza de lista, Raül Romeva, el líder de CDC, Artur Mas, y el de ERC, Oriol Junqueras, dejaron claro que no renunciaban a la investidura de su candidato a presidente, de acuerdo con lo que pactaron en julio, y depositaron la pelota sobre el tejado de la CUP, trasladándole la responsabilidad de que el barco hacia Ítaca no levante anclas.

ERC: el proceso y los nombres

Este sábado, Junqueras ha insistido ante el consejo nacional de su partido reunido en Barcelona en que ahora todos los esfuerzos de Esquerra, desde los más públicos hasta los más privados, se concentrarán en hacer posible la independencia: el cómo y el cuándo. "Cualquier consideración, comparado con todo esto, es de carácter muy menor", ha advertido.

Junqueras-dins

El líder republicano, recibido con aplausos y gritos de independencia por los consejeros, no ha rehuido en su intervención a puerta abierta el debate sobre la investidura de Mas y, después de subrayar que Catalunya se encuentra en una situación “nunca vista” con una mayoría de escaños y votos independentistas, ha subrayado que, por lo que respecta a ERC, “el papel de cada uno de nosotros es irrelevante porque lo importante es la independencia”.

Dirigentes republicanos consultados aseguran que ahora la voluntad es avanzar en las conversaciones con la CUP para cerrar acuerdos sobre los ejes de gobierno y la hoja de ruta hacia un nuevo Estado. El debate sobre nombres tiene que quedar para el final, cuando todo el resto de acuerdos, incluidos las propuestas de tipo más social, estén ya cerrados. De momento, el cruce de documentos y propuestas entre las dos delegaciones negociadoras ya se ha puesto en marcha.

Ante el consejo nacional, Junqueras, además de reclamar la máxima discreción en las conversaciones con la CUP y de abrir la mano a acuerdos con formaciones como Catalunya Sí que es Pot, se ha mostrado convencido de que los equilibrios a que obliga el nuevo escenario político se convertirán en una oportunidad para impulsar el proceso y proclamar la independencia “en un plazo que todos entendemos que tiene que ser inferior a los 18 meses”.

CUP: tiempo de silencio

La estrategia acordada por JxSí esta semana ha surgido efecto y la presión sobre la CUP ha sido inmediata. Presión de los independentistas, incluidos votantes de la formación anticapitalista, presión de los unionistas, política y mediática, presión de los rivales de las fuerzas de izquierda no independentistas, presión ante la compleja coincidencia de compartir con Ciudadanos y el Gobierno español el objetivo de derrocar a Mas...

Los errores estratégicos se han multiplicado. Declaraciones cruzadas; propuestas imaginativas, como una presidencia coral o una presidencia rotatoria; una intervención en una tertulia del exdiputado Quim Arrufat sacada de contexto... Hasta que los responsables cupaires, que han encajado con cierta indignación esta operación que han traducido en la etiqueta #pressingcup, han decidido también autoimponerse silencio. Hasta el día 8, cuando tienen convocada una conferencia política.

Baños-i-Jódar

El poderoso consejo político de la CUP se ha reunido este sábado en Montesquiu, Osona, durante más de tres horas. Un cónclave donde las territoriales, diputados, miembros del secretariado y representantes de las asociaciones que se integran han dicho la suya. La consigna es negociar, dejar hacer, pero mantenerse fieles, firmes y duros en su estrategia de no investir a Mas y abrir un proceso constituyente que implique fuerzas como CSQP. Ha habido voces "críticas" pero ninguna "fisura" y en algún momento se ha debatido con "intensidad" el haber dado por hecho que el plebiscito, que no las elecciones, se ha perdido.

En resumidas cuentas, las conclusiones se pondrán negro sobre blanco, y el lunes, el secretariado acabará de dar forma a la propuesta para que las territoriales den el visto bueno. El jueves, después de dar la orden de silencio mediático, la CUP pondrá "las cartas sobre la mesa" del equipo negociador que ya ha iniciado contactos con Junts pel Sí. Un documento que se divide en etapas, una de las cuales, las elecciones españolas.

ICV cruza los dedos

"Pasar el luto, esperar, ver y tomar decisiones". Esta es la consigna que expresaba un veterano miembro del consejo nacional de ICV que se ha celebrado esta mañana a en la sede nacional del partido. Aunque Lluís Rabell ha sido recibido con aplausos, la procesión iba por dentro de la dirección ecosocialista. Tanto Dolors Camats, como Joan Herrera y otros miembros del politburó de ICV admiten que el 27S ha sido un porrazo.

CSQP-dins

Ahora bien, de la necesidad hacen virtud y opinan que los resultados generales evidencian que hay que volver a la defensa del derecho a decidir. "Es un eterno empate", asegura Camats. Una opinión que comparte Jaume Bosch, también conseller nacional y ya exdiputado. El consell nacional se ha mostrado favorable a mantener el acuerdo para las generales con Podemos, Equo e IU aunque algunos hayan fruncido el ceño.

El problema, para algunos consellers nacionales, es si Podemos querrá repetir candidatura con el mismo nombre después del desastre del 27S. La crítica interna ha sido asumida por el senado ecosocialista, incluso, por la corriente independentista. Tanto Camats como Herrera han pedido esperar a finalizar el ciclo electoral y presentarse a las españolas para poner sobre la mesa su futuro político. Un futuro que se decidirá en la asamblea que la formación convocará a principios del 2016. En la sede del barcelonés pasaje del Reloj algunos cruzan los dedos.

Reyerta en EUiA

El viernes, en el número 39 de la calle Liuva del barrio de Sant Andreu de Barcelona se vivió una tarde más tensa que intensa. El consell nacional de EUiA se reunió después de la debacle electoral. Un cónclave donde el coordinador nacional y único diputado de la formación, Joan Josep Nuet, se sintió como un buen puñado de consellers nacionales le pedían la cabeza. "Esperábamos que después de los resultados el camarada dimitiera, pero Nuet sobrevive", comentaba uno de los consellers a El Nacional.

EUiA-dins

Las críticas fueron constantes y generosas y firmadas por nombres de peso como Josep Ferrer, Juanjo Fernàndez o Toni Barberà, que acusaron Nuet de haber llevado a la "irrelevancia" en EUiA después del acuerdo con Podemos dentro de CSQP. Asimismo, se oyeron críticas sobre el posicionamiento con la agenda nacional. "¡La gente cuando cogía nuestras papeletas no sabía si votaba sí o no!", se quejaban miembros del Senado de EUiA.

Ahora bien, algunos del presente no descartaban coger la vía Manuel Delgado, el antropólogo miembro de EUiA que apoya a la CUP; otros confesaban que todavía es pronto. "No llevamos veinte años para ahora irnos... pero nunca se sabe". Nuet, sin embargo, no se mueve. El lunes apostará por la coalición con Podemos. Pero como advertía a alguno de los consellers: "Veremos si los carteles los tendrá que colgar el colitas".

El post-27S enfila los primeros metros de la carrera de las generales de diciembre con la investidura del nuevo presidente de la Generalitat en stand by.