Los últimos presupuestos de la Generalitat vigentes son los de 2017, los que confeccionó Oriol Junqueras. Aquellas cuentas salieron adelante gracias al apoyo de la CUP, que cambió de opinión después de una intensa negociación que llevó a Carles Puigdemont a incorporar el referéndum en la hoja de ruta independentista. Ahora, el escenario ha dado un giro de guion. Los anticapitalistas han saltado del barco y es Catalunya en Comú quien hará de muleta de JxCat y ERC para sacar adelante los números. Una actitud que los cupaires reprochan a los comunes, a quienes acusan de contribuir a "cerrar la rendija del 15-M y el 1-O".

El pleno de esta semana será la primera pantalla que tendrán que superar los presupuestos de Pere Aragonès: el debate a la totalidad. Este es siempre el primer escollo en el trámite presupuestario, durante el cual los grupos parlamentarios deciden si dejan que las cuentas sigan su camino hasta la aprobación final o los tumban de entrada con enmiendas a la totalidad. El gobierno tiene asegurado el apoyo del partido de Ada Colau para saltar los obstáculos que pondrán el resto de grupos parlamentarios, empezando por la CUP, que señala que "los presupuestos no revierten los recortes y generan falsas expectativas sobre las cuales supondrán".

Los cupaires no entienden qué hay de nuevo en estos proyecto de presupuestos en comparación con los números que intentó sacar adelante el gobierno para el año 2019. Según la CUP, "en su 95% son los mismos que los que se presentaron el año pasado," y que no contaron con el aval de los comunes. Ahora, dicen, "se repite aquella tendencia" con el único objetivo de "mantener las cosas tal como están, que todo continúe igual y nada cambie, de buscar la estabilidad y apaciguar el conflicto mientras la pobreza sigue creciendo".

En la línea de lo que ya han manifestado los últimos días, los anticapitalistas certifican que el gobierno está "fracasado" y argumentan que no tiene sentido que presente y pretenda aprobar unos presupuestos en esta situación de quiebra.