La gestión comunicativa del presidente Pedro Sánchez durante la crisis del coronavirus está siendo cuestionada por la opinión pública y también la clase política. Ninguna comparecencia de las que ha dado ha empezado a la hora indicada, tampoco las de los consejos técnicos e incluso ha condicionado reuniones como la primera que estableció con los presidentes autonómicos: la marcó para el sábado 14 de marzo a las 17.30h y acabó siendo domingo a las 10.30h.

La culminación de esta gestión llena de retrasos ha sido con la publicación en el BOE de las nuevas medidas previstas para este lunes 30 de marzo para fortalecer el confinamiento. Sánchez las anunció el sábado pero no se hicieron efectivas hasta las 23.37h de ayer, prácticamente de madrugada y ante la incertidumbre de todos aquellos que no sabían si finalmente hoy entrarían en vigor o no. El conseller de Interior, Miquel Buch, ha admitido que desde Protección Civil están elaborando una hoja de preguntas y respuestas para atender todas las dudas que este BOE publicado a última hora ha generado a la ciudadanía.

Los inicios de esta crisis ya marcaron la cadena de impuntualidades. El estado de alarma se decretó el 14 de marzo y Pedro Sánchez anunció que saldría a dar explicaciones a las 14h del mediodía. Finalmente lo hizo a las 21h de la noche, es decir, siete horas más tarde, mientras que desde Moncloa iban anunciando retrasos y nuevas convocatòriesa que no se iban cumpliendo. Entonces, Sánchez se excusó y pidió disculpas ya que "era la primera vez en la historia de la democracia española que se aprobaba este tipo de decreto".

Desde entonces, ha repetido la misma conducta pero ya se ha ahorrado las disculpas de entrada. Los ejemplos posteriores son los siguientes: 17 de marzo anuncia a las 15h que saldrá en rueda de prensa y acaba estando a las 16.03h; el 22 marzo anuncia a las 15.30h y acaba siendo las 15.42h; y sábado pasado, 28 de marzo, a las 18.30h y se va retrassar a las 18.51h.

Anteriorment a esta pandemia, la ministra de Educación, Isabel Celaá, había argumentado que "los ritmos entre periodistas y políticos son diferentes" y que los medios siempre exigen "inmediatez". Unos argumentos que tuvo que dar como respuesta a las quejas de diferentes asociaciones de periodistas por la política de comunicación del gobierno socialista y de Podemos. Entonces, Celaá admitió "que era mejorable".