Como teletransportados a un período constituyente no concebido en el horizonte político del Estado, la entidad Constituïmjunto a la Asamblea Nacional Catalana en Madrid, presentaron este miércoles por la tarde su proyecto de Constitución para Catalunya en el Círculo Catalán de la capital. "Venimos porque tenemos curiosidad", decía una pareja de gallegos en la entrada. "Mi mujer es catalana, pero yo madrileño", exponía otro. Eran más de una treinta de asistentes con preguntas de respuesta ya asentada en el imaginario del soberanismo, pero desconocidas para algunos de ellos.

"Perdone, ¿por qué usted ha dejado de ser juez?", increpaba una señora al actual senador de ERC, Santiago Vidal, durante el turno del público. Vidal exponía a continuación una autobiografía que empezaba arrancando las risas de los asistentes. "Durante los fines de semana, en vez de ir a los toros, me quedaba en casa pensando en una Constitución", decía con un tono nada melancólico. La sonrisa se desdibujó en la cara de algún oyente cuando este catalán que se autoreconoce como independentista indicaba que el Consejo General del Poder Judicial lo había sancionado tres años por la tarea.

Por la sorpresa que ilustraba su rostro, Vidal se ha convertido –sin saberlo– en referente para ciertos movimientos populares. Un joven se acercaba al final del acto para explicarle que en una asamblea donde participaba en Madrid tenía una placa con unas palabras suyas. "La desobediencia es legítima cuando una ley es injusta", era la esencia de la frase que el espontáneo recordaba exhibiendo cierta satisfacción mientras el antiguo juez se marchaba al término del encuentro.

La anécdota de Vidal sirvió para romper el hielo conforme el debate giraba hacia elementos más sustanciales de la hipotética Carta Magna. La cuestión del presidencialismo avivó las críticas por parte del público. Catalunya cuenta con un sistema de 6-7 partidos en el parlamento. Con un sistema presidencial existe el riesgo de que las minorías queden excluidas en la elección del jefe de Gobierno y que el voto se concentre en dos fuerzas políticas. Además, la tradición parlamentaria iría a contracorriente por la idiosincrasia de un territorio que ve del derecho continental, donde el presidencialismo puro no ha existido.

Los juristas Jordi Domingo y Agustín Carles encajaban la batería de réplicas sin parpadear. "Es un proyecto, todo ello se deberá debatir en el Parlament", respondían. Su argumento principal sobre la cuestión del presidencialismo es la división de poderes entre ejecutivo, legislativo y judicial. "Resucitar Montesquieu", decían. Domingo afirmaba que en las más de 2.600 horas empleadas en elaborar el texto él mismo se había autoconvencido del sistema, pero no creía que estuviera cerrado a revisión. Lo que le preocupaba era que la Constitución cuente con asuntos de interés para la ciudadanía. Por ello, reiteraban que la suya es una propuesta con la participación de más 3.600 personas y 17 juristas.

El tono académico contrastó con las cuestiones de actualidad. Domingo fue contundente con la fiscal general del Poder Judicial, Consuelo Madrigal, por anunciar esta durante la inauguración del año judicial que combatiría el proceso soberanista con todas las herramientas a su alcance. Preguntado por los periodistas, el jurista indicó que Madrigal había conseguido "unos cuantos miles de catalanes independentistas más, por el tono, la forma y el contenido". "Decir que fuera de la ley no hay democracia es de suspenso en cualquier facultad del mundo", exclamó, como defendiendo su pretendida autoridad de compañero de profesión.

No pasó por allí ningún político español en las más de dos horas que duró el encuentro. Los organizadores afirmaban que no les habían enviado invitaciones personales, más allá de anunciar la convocatoria por las redes sociales. Sí acudía el Delegado de la Generalitat en Madrid, Ferran Mascarell, y algunos medios madrileños y catalanes. También había representación de ERC en el Congreso, así como las diputadas Miriam Nogueras, y Lourdes Ciuró, que pocas horas antes habían recibido la noticia de que el Partit Demòcrata se quedaba sin nombre.

Aun así, a los más conocedores del imaginario soberanista también les llamó la atención algún elemento. Los juristas afirmaron que se habían fijado en ciertos artículos de la Carta Magna de España para elaborar la suya. "Si se hubiera aplicado al pie de la letra [la española], sería excelente. Hay artículos que, si no copiados literalmente, casi literalmente. La hemos tenido muy en cuenta", aseguraban. Así exponía Constituïm –por una tarde y en Madrid– un proyecto de Constitución catalana de un periodo constituyente remoto.