El juzgado de lo penal 2 de Lleida ha condenado a ocho meses de prisión a un vecino de Lleida acusado de amenazar tres guardias civiles, el día siguiente al 1-O, cuando los vio paseando por los alrededores de la Seu Vella de Lleida, vestidos de paisano.

La jueza considera probado que el acusado los reconoció como miembros del dispositivo policial del 1-O, que los siguió y los hizo fotografías con el móvil y que, con la intención "de acobardarlos" los dijo que eran unos "hijos de puta" y que "tendrían que matarlos en todos". La magistrada también considera probado que el acusado compadeció las fotografías a su perfil de Facebook animando a la gente a "hacer que se marchen de aquí con el miedo de no querer volver".

Según recoge la sentencia, poco después del primer encuentro, cuando el acusado iba hacia casa con un compañero de trabajo, se los volvió a encontrar y los volvió a insultar, añadiendo "fuera de aquí fuerzas de ocupación" y "asesinos". Después, considera probado la jueza, el acusado publicó a su perfil de Facebook las fotografías de los agentes y escribió "estos animales no los quiero en mi país, vais allí a desearles una estancia inolvidable", "los he seguido, increpado y tenían una actitud chulesca", "qué cobardes" o "que no estén tranquilos en ningún rincón de la ciudad, que se marchen de aquí con el miedo de no querer volver".

El escrito en Internet, según recoge la sentencia, acababa animando a la gente a "desahogar la rabia que ellos provocan de manera pacífica pero contundente" y que vean que el pueblo no se dobla y que las calles serán siempre nuestros". Según se recoge al escrito, el acusado compartió las fotografías con sus amigos y después las borró.

La sentencia también recoge que, en el juicio, el acusado reconoció haber fotografiado a los agentes pero declaró que sólo los dijo "os he reconocido" y "fuera las fuerzas de ocupación". Explicó que colgó las fotos al Facebook "por todo lo que había pasado el día anterior" pero que después las borró.

En su declaración, el compañero de trabajo del acusado ratificó la versión del encausado y declaró que los agentes no estuvieron asustados en ningún momento y que incluso uno de ellos les tiraba "besitos, en plan broma". Según la sentencia, la jueza entiende que este beso demuestra que el objetivo de los agentes era "evitar cualquier confrontación".