La tensión sigue escalando entre Mariano Rajoy y el PSOE en el Congreso, a medida que la formación de Pedro Sánchez toma conciencia del cheque en blanco que firmó con el presidente para la aplicación del 155. "Ponga orden en su Gobierno", le increpaba la portavoz Margarita Robles a Rajoy después de que este martes algunos ministros se pronunciaran a favor de mantener esta medida, aunque el president Carles Puigdemont convocara elecciones. Los socialistas reiteraban que eso supondría volver a la legalidad y no darían apoyo al Ejecutivo con el artículo, tal y como habrían pactado ante tal circunstancia.

Rajoy respondió a Robles que "hablar de Puigdemont" no venía al caso en una pregunta sobre la acción parlamentaria de la Cámara Baja. Más tarde, el jefe del ejecutivo ahondaba en la fricción con los socialistas respondiendo a Albert Rivera que él mismo y Ciudadanos querían elecciones "cuanto antes mejor", algo que también habría querido el PSOE "al menos antes", les recordaba. Así las cosas, Rajoy supeditaba esos comicios en Catalunya a que se reinstaurara la "legalidad, el control y el sosiego" en el seno de las instituciones catalanas y la Generalitat abandonara el camino a la independencia.

La cuestión es que el conflicto ha salido del pleno de la Cámara Baja por momentos, hasta el pasillo. Fuentes de la dirección del Partido Popular lamentaban entre bastidores que era "peligrosa" la deriva que estaba tomando el equipo de Sánchez pues implicaría dar manga ancha y cartas al Govern, aun cuando todavía no era público su plan. Eso sí, las fuentes no se oponían a que el PSOE presentara sus enmiendas al 155 ante el Senado –como ya anunció la formación socialista que haría– aunque desearían preservar la unidad del frente constitucionalista hasta entonces.

Dentro del hemiciclo, la pelea entre socialistas y populares también se extendía a otro ámbito, a medida que avanzaba el pleno de control. La diputada Adriana Lastra increpaba a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría sobre la comisión de modernización territorial iniciada por el PSOE con el objetivo de encontrar un encaje al conflicto catalán. Lastra avisaba a Santamaría de que esperaban por su parte un diálogo "generoso, no excluyente y sin vetos" –recordándole sultimente así que esta era la concesión que la Moncloa hizo a la formación socialista a cambio de su apoyo al artículo 155.

Ante ese escenario, las otras voces discrepantes emergían entre lo que Rivera bautizaba como "el comité de sedición". El líder de ERC, Joan Tardà, advertía a Rajoy nuevamente que la ciudadanía "cívicamente y pacíficamente que defendió las urnas lo haría también con el gobierno legítimo y las instituciones de autogobierno". "Con la consigna fascista del a por ellos, hacen crecer el abismo emocional entre Catalunya y España", aseguraba. El presidente respondía que cumplía con su "obligación ante el desprecio a nuestras leyes, Estatut y Constitución".

Así las cosas, las relaciones entre Gobierno y PSOE plantaban también la semilla de la discordia con Podemos. La formación morada mantenía que era difícil participar de la comisión territorial socialista si este mismo partido daba apoyo a Rajoy con el 155. Santamaría, mordaz, cazaba al vuelo la confrontación por el lado de la izquierda y declaraba que el Congreso era "muy democrático" pues permitía incluso a Pablo Iglesias fiscalizar a la oposición, aunque le advertía de que España sería "lo que quieran los españoles", negando la propuesta del derecho a decidir que el partido morado quería llevar a dicha comisión.