No era fácil abordar el proceso independentista de Catalunya desde la perspectiva documental: primero, por las evidentes aristas del relato, muy difíciles de resumir o sintetizar sin perder muchos matices por el camino, y después porque ya hace tiempo que se produce una cierta guerra de percepciones informativas, es decir, que las razones de unos y otros han generado medios de comunicación afines a una idea u otra y se ha vuelto muy complicado, cuando no imposible, ofrecer una mirada neutra. "Dos Cataluñas", el documental de Netflix sobre el proceso, intenta alcanzar justamente aqueta neutralidad. Recuperando las viejas esencias del género, que es la de presentar los hechos para que sea el espectador quien saque sus propias conclusiones, los directores Álvaro Longoria y Gerardo Olivares firman un documental que consigue explicar la Catalunya de los últimos años sin incurrir en la lógica de bandos ni condicionar la opinión ajena. No cambiarás de ideología viéndolo, no te volverás más independentista o unionista, pero sí que te vuelve más consciente de las razones del otro. Tiene mucho mérito, porque asumiendo que se trata de dos directores que se lo han mirado desde fuera, podría haber estado o demasiado descreído o demasiado tendencioso pero no, han encontrado el término medio.

Hay a quien dice que "Dos Cataluñas" al final a quienes ayuda más es al independentismo, porque internacionaliza el procés  y, al exponer los hechos, de alguna manera acaba dando más la razón a Catalunya que en España. Eso es cierto en todo lo que concierne al 1 de octubre: la sola exhibición de las imágenes, que los directores despojan de cualquier subrayado formal o dramático, ya es más que suficiente para decir que el se quiere decir. Hablan por ellas mismas, porque lo que nos enseñan no tiene enmienda ni contrarréplica, por más que se esfuerce Jorge Moragas a sus intervenciones. Ahora bien, querer ver unos supuestos posicionamientos ideológicos es hacer una valoración muy reduccionista del trabajo de Longoria y Olivares. Los directores quieren que el procés se entienda aquí y en la otra punta del mundo, de la misma manera que no quieren que aquí sea motivo de confrontación o instrumentalización política. Y eso sólo se podía conseguir haciendo hablar sin ambages ni añadidos el material audiovisual de que disponían. Imágenes de archivo y entrevistas propias establecen una brillante dialéctica en que el espectador nunca tiene la sensación de perderse en lo que se explica, y que alterna momentos muy duros desde el punto de vista emocional (todas y cada una de las apariciones de los consellers encarcelados) con otros que apuestan por un desarmante sentido del humor. En "Dos Cataluñas" cabe un poco todo: desde vídeos virales que han hecho fortuna hasta la recuperación de imágenes que, vistas ahora, nos parecen muy lejanas aunque sólo han pasado unos pocos años. Y con respecto a los entrevistados, sí que hay que salen mucho y otros de demasiado poco, pero es que al final de lo que se trataba era de confrontar dos maneras de ver. Al final, el documental de Netflix acaba siendo un muy loable intento de estructurar un conflicto que no se explica fácilmente. Y también acaba siendo un notable relato sobre la necesidad de escuchar la Historia y entenderla.