Catalunya es uno de los países que forman parte de "la resistencia" a la degradación de la democracia que promueven los populismos nacionalistas de todo signo, según François Brousseau, al veterano analista de la actualidad internacional de Radio Canadá, la emisora pública de aquel país, y del diario quebequés Le Devoir.

Brousseau equipara el independentismo catalán y los movimientos en favor de los derechos civiles y sociales de Hong-Kong, Argelia, Líbano o Chile, que este año han sido protagonistas activos en la calle. El movimiento independentista catalán "expresa un nacionalismo que no amenaza la democracia, sino que la reclama".

Mal diagnóstico

El periodista francocanadiense hace un diagnóstico poco halagüeño del estado de la democracia representativa en el mundo. Dice que "hoy està en plena crisis existencial" y añade que "la época de la globalización liberal, radiante y optimista, se ha acabado. Las clases medias están preocupadas y en decadencia y los populistas navegan con el viento a favor", utilizando los mecanismos de la democracia para "capturar el estado".

Cita como prueba el éxito de "personajes que son extranjeros o hostiles [a la democracia]: Matteo Salvini en Italia, Jair Bolsonaro en Brasil, Rodrigo Duterte en Filipinas, Viktor Orbán en Hungría y "el más importante: Donald Trump en Estados Unidos", además de Erdogan en Turquía, Modi en la India y Putin en Rusia.

También menciona al primer ministro británico Boris Johnson como miembro light, de la cofradía populista-nacionalista. "El brexit, añade Brousseau, encarna el retorno de las naciones, para bien o para mal, y podría tener el efecto de descoser el Reino Unido, empezando por Escocia e Irlanda".

Su conclusión, sin embargo, es esperanzadora. "La resistencia existe. En primer lugar, en el corazón de las mismas sociedades afectadas [por la degradación democrática], donde el pluralismo político no ha desaparecido [...] y donde a menudo se puede expresar el nacionalismo sin amenazar la democracia, sino exigiéndola, como en Catalunya. [...] Llega 2020 y la democracia está en mal estado, tiene mala prensa y sus enemigos están activos. Pero no está muerta".