El pintor martorellence Jaume Muxart ha pintado una figura de un hombre sin piel en honor al president de la Generalitat, Carles Puigdemont. Muxart lo conoció el pasado 22 de abril en el acto conmemorativo por los 850 años del Hospital de Sant Joan de Déu de Martorell. Al recordar la promesa de Puigdemont justo después de ser nombrado, en que aseguraba que se dejaría la piel por Catalunya, Muxart se decidió a pintar su primer cuadro político: Catalunya crucificada.

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Jaume Muxart nació en julio de 1922 en Martorell y empezó a pintar en la década de los 40. En los años 50, se convirtió en uno de los creadores del grupo Taüll, una tendencia artística de carácter vanguardista donde también participaron artistas como Antoni Tàpies, Marc Aleu y Josep Guinovart. En una época en que las definiciones convencionales de arte y de artista habían quedado desdibujadas por la sacudida conceptual y formal de las vanguardias, Muxart cruzó la frontera. Gracias a una beca, vivió durante dos años en París, un episodio nada trivial en su biografía porque le permitió conocer las obras de Van Gogh, Leonardo y Cézanne, entre otros; sin olvidar sus referentes españoles, Velázquez y Goya. Además, el encuentro con Picasso le hizo descubrir su fascinación por el cubismo. Posteriormente, en 1979 fue nombrado catedrático de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona. Actualmente y desde el 2010, Muxart, Espai d'Art i Creació Contemporanis presenta buena parte de la obra del artista.

"Si no fuera pintor, ya estaría muerto", afirma un Jaume Muxart de 95 años. Los problemas de visión, cada vez más acentuados, no lo han parado en su creación constante y cambiante. Ahora, Muxart ha decidido pintar su primer cuadro político bajo el título Catalunya crucificada. "Es una figura que hace tiempo dibujé, pero la tiré al suelo porque no me gustaba lo suficiente", explica sin ambages, remarcando el hacer y deshacer tanto propio del artista, y afirma que tras un cuadro se esconden, entre decenas de capas de pintura, ideas plasmadas que nunca saldrán a la luz.

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Jaume Muxart en el estudio situado en la terraza de su casa de Barcelona / Foto: Sergi Alcàzar

Muxart remueve entre las pilas de libros, catálogos, esbozos y cuadros -algunos pintados por él y otros por su mujer, Roser Agell-, y finalmente encuentra lo que buscaba: el libro donde se incluyen los dibujos de la colección Figures de la llum. Una de las páginas ha sido arrancada en uno de sus ataques de inspiración: la figura que más adelante se convertirá en la de un hombre que sufre y que, de tanto sufrir, ya no tiene piel. El cuadro, que en un inicio se incluía en la colección mencionada y era "un papel pequeño", se transformó en Catalunya crucificada justo después del encuentro del pintor con Puigdemont.

"A última hora me la he hecho mía". Muxart se mira el cuadro, que todavía descansa entre las paredes de su estudio, situado en el Eixample de Barcelona. "Esta figura parece que dé la piel, como Puigdemont". Tal como y como decíamos mas arriba, Muxart conoció a Puigdemont hace tres meses en el acto en ocasión de los 850 años del Hospital de Sant Joan de Déu de Martorell, cuando el pintor cedió una obra conmemorativa a la fundación del hospital. "Cuando conocí a Puigdemont, lo vi claro y le dije que había cumplido con su palabra, que se estaba dejando la piel".

Pero el simbolismo del cuadro no acaba aquí. En la parte inferior aparece una fecha: 1469, el año en que se casaron los Reyes Católicos. "Esta es la fecha que lo cambiará todo. A partir de este momento, Catalunya perdió la libertad", sentencia Muxart con un tono melancólico. Con la boda de los Reyes Católicos ya no hemos tenido nunca más capital de Catalunya ni capital de España en Catalunya. Se casaron, pero no nos hemos podido divorciar nunca. Ahora podría ocurrir, pero tampoco creo que lo consigamos; no tenemos suficiente fuerza", opina resignado. No obstante, enseguida añade, con una brizna de esperanza: "¡Ojalá me equivoque y podamos ser libres de una vez!".

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Muxart asegura que siempre ha sido independentista de sentimiento, y es que viene de una familia con raíces muy catalanistas. Además, el pintor explica que los dos años que vivió en París también lo marcaron mucho en este y en otros muchos sentidos. "En París tenía muchos amigos independentistas", recuerda con una media sonrisa. El primer amigo de Muxart en la capital francesa fue el artista pluridisciplinar Antoni Clavé, que era muy catalanista, así como el poeta y escritor Josep Palau i Fabre, un buen amigo de Clavé. "El año 48, Palau clavó una bandera catalana en lo alto de la Sagrada Família," recuerda Muxart.

El pintor confiesa que la intención inicial era entregar el cuadro al Ayuntamiento de Martorell, pero que finalmente lo cederá a la Generalitat, probablemente el próximo mes de septiembre. Ahora, sin embargo, después de Catalunya crucificada, se ha animado a hacer un segundo cuadro. "Estoy trabajando en una pintura sobre la batalla del Ebro, pero con esta no tenía el concepto tan claro como lo he tenido con el primero. Quería pintar el río Ebro en el centro en forma ondulada y después hacer todo de fusiles y cañones a cada lado. También el biberón por la Quinta del Biberón y otros símbolos", explica Muxart, ante el cuadro inacabado. Ahora, sin embargo, las intenciones iniciales han quedado deformadas en la figura de un desnudo femenino. "Tuve una revelación y vi que el río tenía forma de mujer desnuda". Así, el cuadro ha quedado dividido por el desnudo de esta mujer-río, que separa dos bandos opuestos: el republicano (con tonos violetas) y el franquista.

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Jaume Muxart ante el cuadro inspirado en la batalla del Ebro en su estudio de Barcelona / Foto: Sergi Alcàzar

"Yo siempre pongo el corazón por delante de la cabeza, soy un pintor; pinto mejor cuando no pienso, cuando me dejo guiar por el instinto", repite constantemente. Y es que cuando Muxart habla de pintura, las ideas fluyen y no vacila ni un momento; la lucidez le arranca las palabras con una determinación poco usual. "El instinto me pasa por la mente y de la mente recupero la intuición". Es precisamente por este motivo, por la voluntad de plasmar el instinto, que Muxart se define como un pintor expresionista. "En el abstracto es la cabeza que ordena, pero el expresionismo viene de dentro. Yo expreso a través del expresionismo".

Muxart, sin embargo, remarca que su arte no siempre es figurativo y que lo importante es siempre el equilibrio. "Uno de los mejores abstractos españoles me dijo: un cuadro abstracto cuanto más real, mejor. Que te dé la realidad, tu realidad". Asimismo, el pintor remarca la importancia del dominio del color, y se adentra en una anécdota que incluye a su amigo y compañero Eduardo Chillida. Con los ojos cerrados, Muxart recita el poema que le dedicó el escultor vasco: "Muxart, amigo pintor, pintor bueno, inocente, las manos en el color y el corazón en la frente".

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Cuando se le pregunta por futuros proyectos, el Muxart anciano, de movimientos lentos pero trazo rápido y decidido, responde casi con impulso: "Las ideas que quería expresar ya las he expresado. Si quiero una cosa, la hago". Con esta energía que tanto lo caracteriza, acaba con una frase magistral: "Prefiero cinco minutos de instinto que una hora pensando".